El 22 de septiembre se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento de Alice Hamilton, una eminencia en la investigación científica de enfermedades laborales, toda su vida enfrentó los prejucios machistas.
Sábado 28 de septiembre de 2019 20:00
Alice Hamilton, en 1920 llegó a ser la principal experta en salud ocupacional de los Estados Unidos. Cuando los gerentes no estaban dispuestos a entregar información sobre la salud de los empleados, sacaba los registros del hospital, realizaba visitas a domicilio y recorría las plantas de fabricación.
Desde joven Alice Hamilton tuvo inquietudes sociales, que manifestó en la elección de la carrera de medicina, con un temprano interés por la salud pública. Se matriculó en la Universidad de Michigan en 1892. Estudió bacteriología y patología en Frankfurt, su intención había sido estudiar en Berlín, pero por motivos misóginos su petición no fue aceptada.
A su regreso a los EEUU ingresó en Hull House, un establecimiento fundado por la pionera Jane Addams, dedicado a “proteger el trabajo infantil, promover la igualdad social de personas de color, creación de una conciencia cívica a favor de la paz”. Por su directo contacto con los trabajadores del lugar Hamilton fue tomando conciencia de los riesgos que acarreaba la industria: fue descubriendo los problemas de intoxicación con monóxido de carbono y de envenenamiento por plomo, estudió las causas de la fiebre tifoidea y de la tuberculosis en el ambiente laboral. Publicó su primer trabajo sobre medicina del trabajo [1] en 1908, y en 1910 el gobernador de Illinois nombró una Comisión de enfermedades laborales en la que Hamilton lideró las investigaciones sobre intoxicaciones industriales. Examinó los efectos del mercurio, el benceno, el sulfuro de carbono y el ácido sulfhídrico. Denunció y advirtió sobre el uso de plomo en los combustibles por el peligro que supone para los seres vivos y el ambiente. Esta advertencia, fue desoída por mucho tiempo; fue difícil enfrentar el poderío de la industria petrolera.
Realizó una importante investigación sobre la fabricación de pinturas con plomo para la Agencia de Estadística Laborales de los EEUU, investigación que fue considerada ejemplar. Estableció el método de visitar las fábricas, entrevistar a los trabajadores y recopilar diagnósticos. Sus hallazgos tuvieron gran importancia en el desarrollo de la medicina del trabajo y en las prácticas sanitarias laborales; influyó en el dictado de leyes en beneficio de la salud de los trabajadores. Fueron incontables sus estudios sobre enfermedades, trastornos y riesgos que corre la clase trabajadora. Sus trabajos sobre mortalidad por tuberculosis incidieron para la reforma de ciertas industrias. Alice Hamilton tuvo una importante actividad en movimientos pacifistas y feministas y participó en congresos internacionales de mujeres.
En 1919 fue nombrada profesora en el Departamento de Medicina Industrial de Harvard. La prensa destacó que iba a ser la primera profesora mujer en ingresar en esta universidad. Su respuesta fue: "Sí, soy la primera mujer en la facultad de Harvard - ¡pero no la primera que debería haber sido nombrada!" Parece que su designación fue debida a que no hubo médicos hombres que aceptaran el cargo. Según ella lo rechazaron argumentando que estaba "contaminado por el socialismo o por un sentimentalismo femenino hacia los pobres". El caso es que por ser mujer sufrió discriminación: fue excluida de actividades sociales y de todo reconocimiento (sí los tuvo después de su muerte). De todos modos se las arregló para seguir adelante con su labor y publicó sobre las enfermedades de los mineros de Arizona, sobre las canterías de Indiana, sobre la viscosa del rayón. Fue autora de importante manuales sobre intoxicación obrera como Industrial Poisons in the United States; Industrial Toxicology y Exploring the Dangerous Trades.
Jubilada en 1935, siguió siendo una luchadora por las libertades civiles, el pacifismo, el control de la natalidad y la legislación laboral femenina siendo tildada en muchas ocasiones de "radical" y "subversiva". Hamilton murió de un infarto en su casa el 22 de septiembre de 1970. Una larga vida luchando contra el desprecio que el capitalismo demuestra hacia la naturaleza y la humanidad.
[1] No confundir con esa medicina mercenaria al servicio de la patronal que se aplica en la industria.