Martes 18 de junio de 2019
Ilustración: Sebastián Labi
“Cuando prendimos fuego a la Xerox, alcanzó tal magnitud que; el fuego empezó a ir hacia los pisos de arriba. Fuimos a buscar a los bomberos, pero no querían salir, entonces les dijimos que nos íbamos a llevar el autobomba. Como no sabíamos de donde se prendía la sirena, íbamos nosotros haciendo el sonido. Llegamos a Xerox y apagamos el incendio”.
Ilustración: Eugenia Supervielle
“Un grupo de comunicaciones seleccionado previamente establece el diálogo a utilizar durante la noche: los medios de transmisión por ejemplo, son las columnas del alumbrado, a las que se harán tañer con objetos contundentes generando sonidos que tienen una clave. También se transmitirán mensajes escritos en papel sujetados a una piedra que serán lanzados de techo en techo a mano de los vigías. A veces en caso de peligro, bastará tan solo aplaudir insistentemente para que los grupos de resistencia puedan orientarse durante la noche”.
Ilustración: Natalia Rizzo
“Entre las 14 y las 15 horas, un nutrido grupo de manifestantes compuesto fundamentalmente por estudiantes empieza el asalto. Según Córdoba: ´Un individuo vociferante se acerca al edificio con una goma incendiada mientras los demás arrojan piedras destruyendo los cristales. Al poco tiempo un grupo de manifestantes entra al edificio comenzando el saqueo. Se apoderan de todos los muebles, televisor, heladera, colchones que van todos a parar a una gran hoguera en medio de la calzada´. La policía no aparece, a esta altura la escena se llena de gran cantidad de personas del vecindario que observan cómo el grupo inicial prosigue con el saqueo. También hay ´un muchacho tocando con una olla verde en la cabeza´, a su vez según Siete días es sacado un piano frente al cual se sienta un obrero arrancándole melodiosos aires a cuyo compás los presentes bailan y cantan centrándose el espectáculo en las pullas militantes. Otra información señala que algunos estudiantes ensayan un grotesco duelo con sables descolgados de la pared, para finalizar destrozándolos explicando que ´es nuestra manera de denigrar a los militares´".
Ilustración: Carmela Torres
“En el centro de la ciudad, lugares emblemáticos del poder son atacados con furia por quienes protagonizan la jornada de lucha. Se queman las confiterías “Oriental” en Colón y Avellaneda, “Xerox” en Colón y Fragueiro, acusadas de ser lugares de explotación. Se destruye la concesionaria Citroën de donde se sacan automóviles que son utilizados en las barricadas y se incendian ´pagarés y deudas´ para que nadie deba nada”.
Ilustración: Florencia Marchesini
“Susana Fiorito, cuenta que para repartir folletos de agitación se subían con alguien a la moto y que desde atrás ibas tirando los papeles para llegar a más gente”.
Ilustración: Alicia Ciciro
Ilustración: Lele Ferreyra
“Desbordadas por la magnitud de la movilización, las fuerzas cedieron el control del terreno a los manifestantes quienes dispersados y reagrupados se arracimaban en las esquinas, lanzando piedras y bolitas de acero bajo las patas de los caballos de la policía montada para hacerlos rodar por el piso. Mientras tanto ´otros destruían escaparates con bulones arrojados con gomeras de fabricación casera. Las bombas molotov servían a su vez para incendiar las barricadas que se improvisaban en cada bocacalle con lo que hubiese a mano más lo que la gente, en solidaridad con los manifestantes, arrojaban desde las ventanas de los edificios linderos´. Se arrojaron miríadas de piedras, se luchó contra los milicos en total desigualdad, se arrojaron miles de granadas de gas lacrimógeno y miles de bolitas de vidrio a las patas herradas de los caballos policiales para hacerlos caer, se quemaron muchos vehículos y destrozaron negocios de empresas del imperialismo yanki”.
Ilustración: Fula Torres
"Para hacer llegar noticias de la huelga y extenderla a todas las fábricas, íbamos en moto de fábrica en fábrica repartiendo volantes”, Gregorio Flores.
Ilustración: Camila Rivero
Ilustración: Ia Ra
“En diversos lugares del centro se encienden fogatas contra los gases, usando material de la construcción, basura, y papeles que la población arroja desde las ventanas y balcones. Los vecinos aplauden a los manifestantes, que cantan estribillos de todo tipo y contra todo lo que pueda ser asociado con las grandes corporaciones y el gobierno. Por primera vez en decenas de años se ven banderas rojas en la calle. Las escenas se repiten en un área de ciento cincuenta manzanas, la policía y la gendarmería solicitan nuevas dotaciones de bombas, incluidas las vomitivas y varias perimetrales y refuerzo de tropa.
Vecinos arrojaban limones para que los que los que combatían toleraran la represión. Había listados circulando de casa que ofrecían dar de comer a obreros y estudiantes.
Antes de cada ocupación, las calles de acceso al barrio son rociadas con trozos cortantes de botellas rotas y miguelitos, medida preventiva en caso de avance de vehículos policiales. La solidaridad vecinal posibilitó un singular método de evasión: cualquier insurrecto perseguido por la policía podía recorre la techumbre del barrio y desplomarse en el patio de cualquier casa. Le bastaba decir ´soy estudiante´ o ´soy obrero´. Esa era la consigna para que la ocasional familia te cobijara rápidamente”.
Ilustración: Joe Ska
"Un portero de edificio le abrió la puerta a muchísimos estudiantes para salvarlos de la represión".
Ilustración: Sergio Cena
Iara Rueda
Ilustradora