Este 15 de mayo se cumple un nuevo aniversario de lo que para el pueblo palestino significó una catástrofe (Nakba en lengua árabe). Para palestinas y palestinos ese día, posterior a la formación del Estado de Israel, concentra y simboliza el proceso que vivieron con la colonización de sus tierras, hogares, cultura, en definitiva, de sus vidas por parte del sionismo. Como también el derecho, negado tanto por Israel como por las potencias imperialistas, al retorno de millones de refugiados a su territorio.
Lunes 15 de mayo de 2023 01:22
Llave de hierro que precede la entrada al campo de refugiados de Aída, a las afueras de la ciudad cisjordana de Belén. Para los palestinos, la llave simboliza el derecho a retornar a sus hogares.
Publicamos este artículo que nos envió Ahmad Jaradat, un veterano activista por la liberación de su pueblo, escritor, periodista y miembro del Centro alternativo de Información (AIC por sus siglas en inglés)r, oriundo de Hebrón, Cisjordania, donde vive cotidianamente el reforzamiento represivo del Estado de Israel.
El desplazamiento de la mayoría del pueblo palestino por la fuerza, la opresión y las masacres de 1948, que se conoció como la "Nakba" , y el “Día de la Nakba” -el 15 de mayo de 1948- que es el día de la declaración del Estado de Israel. Un Estado que se estableció sobre las ruinas del desplazamiento del pueblo palestino. Este recuerdo y este día no es un día ordinario, ni un recuerdo ordinario. Es el recuerdo del desplazamiento más grande y severo de un pueblo en la historia de la humanidad. Aproximadamente el 60% del pueblo palestino ha sido desplazado de sus tierras, ciudades y aldeas. En su lugar llegaron inmigrantes, violadores y colonos traídos de muchos países del mundo.
El pueblo palestino que fue desplazado se encontró viviendo en campamentos en lo que quedaba de Palestina, es decir, Cisjordania y la Franja de Gaza, y el mayor porcentaje de ellos fueron arrojados fuera de las fronteras de la patria en los países vecinos: Jordania, Líbano y Siria, y muchos de ellos dispersos en varios países del mundo. Se establecieron campos de asilo para ellos en los lugares de desplazamiento, conocidos como “campos de refugiados palestinos”.
Los refugiados palestinos, especialmente en los primeros años del desplazamiento -los años cincuenta del siglo pasado-, rechazaron muchos proyectos de asentamientos y el establecimiento en ciudades de asilo para ellos en los países vecinos. Los refugiados insistieron en quedarse en los campamentos, a pesar de su miseria, hacinamiento y la dureza de la vida en los mismos, esperando regresar a sus hogares, pueblos y ciudades de los que fueron desplazados por la fuerza. Insistían en quedarse allí como símbolo del peor desplazamiento y como símbolo de la lucha por el derecho al retorno.
En el transcurso de 75 años, muchas cosas han cambiado. Se construyeron las ciudades del colonizador sionista, se destruyeron casi 400 aldeas palestinas, se estableció la infraestructura del Estado y el pueblo del colonizador sionista, y la mayoría de los monumentos históricos que recordaban a un pueblo que vivió aquí durante miles de años, y en una tierra donde habían sido construidos, fueron desarraigados. Con ellos, la vida, cultura e identidad, del pueblo palestino.
Otra catástrofe es la ocupación en 1967 de lo que quedaba de los palestinos. Las colonias sionistas se expandieron, la mayoría de las tierras fueron confiscadas, y se agregaron más refugiados como resultado de la ocupación de ese año. Lo que cambió es que ya son tres generaciones desde la Nakba, también fue un cambio en nuestra tierra la llegada de millones de colonos de todo el mundo a Palestina.
Por otro lado, hay una cosa que no ha cambiado, que es la adhesión de los palestinos, especialmente de los refugiados, a su derecho a regresar a su tierra, aferrándose al campamento a pesar de la dureza y el tormento de la vida en él, como símbolo de la Nakba.
La nueva generación tiene este derecho, y la necesidad de aferrarse y luchar por él. A lo largo de estas décadas, el pueblo palestino ha pagado con decenas de miles de mártires, cientos de miles de detenidos, cientos de miles de heridos y una larga serie de tormentos diarios.
Lo que no ha cambiado es que cada nueva generación es más fuerte y más adherente al derecho al retorno, y la voluntad de pagar el precio en la lucha por ello.
Como decía, la mayoría de las aldeas y ciudades fueron destruidas o arrasadas, y las ciudades de los colonizadores fueron construidas en su lugar, en la misma tierra. Pero las llaves de las casas van pasando de generación en generación entre los refugiados, y continuaron decorando los pasillos y paredes de sus casas para que permanezcan frente a sus ojos, para recordarles los hogares de los que fueron desplazados, para que los niños también recuerden. Incluso en muchos de los campamentos se levantaron enormes estructuras de hierro para las llaves, como en la entrada del campamento de Aida en Belén.
Estas llaves son conocidas en la cultura y la conciencia palestina como las “llaves del retorno”.
Los primeros sionistas, incluido David Ben Gurion, el fundador del Estado colonial sionista-israelí, dijeron en 1948, al describir la situación de los refugiados: "los viejos morirán y los jóvenes serán olvidados". Ese es el sueño colonialista. Los adultos mueren, sí, pero los niños no olvidaron ni olvidarán su tierra, su hogar y su derecho a vivir. Los adultos transmiten la historia a sus hijos, y esta es la experiencia que nos dejó la Nakba.