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Red Internacional
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Coronavirus. Ante el coronavirus, nacionalizar las grandes farmacéuticas bajo control obrero

La crisis del coronavirus está demostrando cómo los capitalistas ponen en peligro nuestras vidas con tal de seguir aumentando sus ganancias. Pero también esto se observa en uno de los grandes sectores que comercia con nuestra salud: las farmacéuticas.

Domingo 15 de marzo de 2020

El estallido de la crisis del coronavirus ha hecho que las acciones de las farmacéuticas se disparen en bolsa. Para hacerse una idea, Novacyt ha multiplicado su valor por 6 desde enero y Aytu BioScience lo ha duplicado. Siendo el 2,4% del PIB, este sector recibe más del 20% de las ayudas estatales a investigación para empresas privadas.

Mientras la policía patrulla las calles, imponiendo restricciones de movimiento, millones de trabajadores continúan viéndose obligados a tomar el transporte público e ir a trabajar en las grandes empresas e industrias, ya que las patronales no quieren perder ni un día de producción, algo que permite el contagio exponencial.

El Estado garantiza que no se frenen las ganancias capitalistas, aun a costa de la salud de millones de personas. Esa es también la razón para que una de las principales responsables, la industria farmacéutica, esté en buena parte fuera de las portadas de la prensa. Sólo en el Estado español obtiene beneficios anuales de 15.000 millones de euros, concentrándose el 80% de los mismos en 10 empresas.

A nivel mundial las cifras son mucho mayores, siendo la OMS está financiada en más de un 80% por las grandes farmacéuticas. De acuerdo a un ranking de las principales empresas del mundo en 2015, entre las primeras 50 se encuentran 3 grandes farmacéuticas:

1 - Pfizer Inc (EE.UU.), registra un capital bursátil de 183 mil millones de euros.

2 – Merk (EE.UU.), registra un capital bursátil de 147 mil millones de euros.

3 - Gilead Sciences (EE.UU.), registra un capital bursátil de 139 mil millones de euros.

Estas empresas gigantescas casi siempre tienen su sede en paraísos fiscales y producen en países donde los costes de la mano de obra son mucho menores. Extorsionan y chantajean a los gobiernos, que por coacción o por pura corrupción acaban cediendo, con las penosas consecuencias para millones de seres humanos. En muchos casos financian campañas electorales, comprando literalmente a los gobernantes, para obtener leyes ad hoc a sus intereses.

Por otra parte la investigación privada se diseña en exclusiva en función de los mercados de venta, y la maximización del beneficio. No se usan criterios como la prevalencia de enfermedades simplemente porque en muchos Estados, ni los gobiernos ni las personas tendrían dinero para comprar sus productos.

En esta situación de emergencia por el coronavirus se hace más presente que nunca la necesidad de nacionalizar las compañías farmacéuticas sin indemnización y poner todas las líneas de investigación médica bajo control de los profesionales y técnicos.

En la misma línea, es urgente la expropiación de la sanidad privada bajo gestión pública y control de trabajadores y especialistas y todas las instalaciones necesarias para recibir a los eventuales infectados que necesiten internación: confiscando todas las salas que falten (hoteles, etc.) y proveyendo respiradores (mediante producción de emergencia, importación, etc.

Hay que implementar todos los recursos y contratar el personal necesario de forma inmediata, en especial en unidades UVI, UCI y respiradores artificiales, como están señalando los mismos profesionales. Para ello habría que reabrir todas las camas cerradas y abrir nuevas; la contratación de todos los licenciados, diplomados y graduados sanitarios en paro; el pase a jornada completa de todos aquellos que están contratados por horas que lo deseen; y la dotación de todos los medios de diagnóstico, protección y atención necesarios. En el mediano plazo, es necesario elevar los fondos dedicados al sistema nacional de salud hasta al menos el 9% del PIB -la media de la UE-.

Tal y como afirma el sociólogo Mike Davis: El acceso a medicamentos vitales, incluidas vacunas, antibióticos y antivirales, debe ser un derecho humano, disponible universalmente sin costo alguno. Si los mercados no pueden proporcionar incentivos para producir a bajo costo tales drogas, entonces los gobiernos y las organizaciones sin fines de lucro deberían asumir la responsabilidad de su fabricación y distribución. La supervivencia de los pobres debe considerarse en todo momento una prioridad más alta que las ganancias de Big Pharma.

Efectivamente, la crisis sociosanitaria generada por el coronavirus, que ha llevado al colapso al sistema sanitario en Italia y amenaza con hacerlo en otros países del sur de Europa, pone de manifiesto las consecuencias devastadoras de las políticas neoliberales que se vienen imponiendo hace décadas, con recortes a los presupuestos en sanidad o educación y que tuvieron un salto después de la crisis económica capitalista abierta en 2008. Políticas que en el caso de la sanidad beneficiaron al negocio de la sanidad privada, los grandes laboratorios y las farmacéuticas, que siguen aprovechando cada crisis para hacer negocios.