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Red Internacional
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Editorial. Ante la crisis nacional: la deuda es con nosotras y nuestras familias

Las mujeres estamos entre las que más sufrimos las consecuencias de la crisis. La deuda es con nosotras y nuestras familias, no con el FMI. Medidas urgentes para fortalecer nuestra lucha por todas nuestras demandas.

Viernes 16 de agosto de 2019 13:35

Luego que se conocieron los resultados electorales, los bancos y los fondos de inversión desataron una brutal corrida contra el peso, y nosotras y nuestras familias lo sentimos en todos los ámbitos de la vida.

Por eso es que estamos llamadas a tomar partido, a organizarnos para enfrentar ese ataque. Por nosotras, por nuestras familias, por las millones de familias que viven del trabajo, y porque nunca, nadie, nos regaló nada.

Ellos y nosotras

En estos días, vimos que Macri alienta el chantaje de los mercados mientras anuncia medidas y hace gestos para calmar el ánimo de quienes la venimos pasando mal. Desde ya que esas medidas son insuficientes, y ni sus grandes amigos, que siguieron acumulando ganancias como en el gobierno anterior, hoy le hacen caso. Los precios siguen subiendo y nuestros sueldos bajando.

Alberto Fernández, que ya en campaña dijo que había que subir el dólar, salió a festejar que esté a 60 pesos. Su respeto al acuerdo con el FMI y al pago de una deuda que no es nuestra, hipoteca el futuro de quienes vivimos del trabajo y hacemos funcionar el país, así como el de quienes no tienen nada o casi nada.

Junto al Frente de Todos, sin embargo, la fórmula de Fernández-Fernández sigue justificando la devaluación que golpea nuestros bolsillos y deja a nuestros pibes sin el plato de comida, mientras las conducciones sindicales alineadas a su fuerza, como las de la CGT y la CTA, se llaman al silencio. Simplemente, nos proponen esperar a las generales de octubre, como si eso fuera a frenar el ataque que ya se impone y profundiza con consecuencias concretas.

Claro. Ellos, los poderosos, los empresarios, los políticos y funcionarios que gobiernan para los ricos, no tienen los mismos problemas que nosotras. No reciben salarios de miseria, no tienen que dejar a sus abuelos sin remedios, no necesitan hacer dos o tres jornadas de trabajo para que a sus hijos no les falte un par de zapatillas para poder ir a la escuela. No. Ellos no viven como nosotras, ni saben de nuestros problemas.

Nada que perder

En tiempos de crisis, las mujeres, que somos las que mayoritariamente nos ocupamos de la economía y el cuidado del hogar, de las tareas de crianza y de cuidado de los más viejos y enfermos, vemos que cada vez es más difícil llegar a fin de más. Sufrimos con angustia quedarnos sin trabajo, y si los conseguimos, sabemos que son cada vez más precarios y con salarios más bajos todavía. Y ni hablar del derecho al aborto, del presupuesto y la atención para las mujeres en situación de violencia, de las guarderías y los jardines para nuestros hijos e hijas, del acceso a la vivienda, a la salud y a otros tantos derechos elementales que nos niegan, gobierno tras gobierno.

Nuestras compañeras de los movimientos de desocupados son violentadas cotidianamente por el Estado y sus fuerzas represivas cuando salen a reclamar más presupuesto para alimentarse. Nuestras compañeras docentes y estatales, que luchan en el sur del país, en Chubut, contra los salarios de hambre, que se solidarizan con los trabajadores petroleros y sus familias, son reprimidas por los mismos que cuando se candidatean ponen "cara de ángeles", como el gobernador Aecioni, aliado de Alberto Fernández y Sergio Massa, para que nos callemos.

Para nuestra juventud, vemos a diario que la única salida parece ser la de una precariedad laboral que condena a la muerte, como sucede con los pibes y pibas que trabajan en Rappi, con las jóvenes precarizadas en los calls centers, con las empleadas domésticas, como nuestras compañeras de Nordelta, discriminadas y maltratadas por los patrones que las desprecian por ser pobres o no tener su mismo color de piel.

Estamos hartas. Y nuestro hartazgo es profundo. Por eso nos estamos organizando, y por eso le damos fuerza al Frente de Izquierda-Unidad, la única alternativa que junto a Nicolás del Caño y Myriam Bregman se propone invertir las prioridades, para que ellos no descarguen su crisis en nuestras espaldas, para imponer las medidas elementales, mínimas medidas de emergencia, en defensa del salario y el empleo y por los derechos de las mujeres, como planteamos recientemente desde el FIT-U, que reúne a miles de jóvenes, trabajadores y luchadoras por los derechos de las mujeres.

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La deuda es con nosotras

La CGT, en todas sus alas, y la CTA, siguen la tregua que le garantizan todos estos años al gobierno nacional, para que imponga estos planes. Esa situación no va más. Necesitamos un paro general activo, de 36 horas, que se continúe con un plan de lucha nacional, para defender nuestros derechos. Y porque no puede ser que decidan entre cuatro paredes el destino de millones, venimos reclamando asambleas en cada gremio y lugar de trabajo, porque ¡el terrorismo financiero no nos puede diciplinar!

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Con la fuerza que construimos en todos estos años, cada vez que dijimos Ni Una Menos, cada vez que reclamamos por el Aborto legal ya, junto a las miles de jóvenes de la marea verde; con esa fuerza enorme del movimiento de mujeres, tenemos que exigir que esas medidas se debatan y se aprueben en el Congreso Nacional. Y porque nunca, nadie, nos regaló nada, tenemos que salir a las calles para imponerlo. Ahí está la fuerza para imponer nuestras demandas y para defender nuestros derechos, junto a la clase trabajadora, a la juventud y a ese enorme movimiento de mujeres que pusimos en pie. .

Para redoblar esa fuerza, para que se escuche nuestra voz, te proponemos organizarte con nosotras. Organizar nuestra fuerza desde cada barrio, desde cada lugar de estudio y de trabajo para imponer un aumento inmediato de salarios y para que, por cada punto que suban de precios, suban un punto los salarios, jubilaciones y planes sociales. Para que ningún trabajador o trabajadora, jubilada o pensionada cobre menos de lo que cuesta la canasta familiar actualizada. Para que se anulen los tarifazos. Para que no haya ningún despido, y para que cada fábrica que cierre sea rodeada de solidaridad y puesta a producir bajo el control de los trabajadores. Medidas básicas, elementales, de urgencia, que no pueden esperar, ¡porque la deuda es con nosotras!


Catalina Balaguer

Ex trabajadora de PepsiCo y referente del Movimiento de Agruaciones Clasistas

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