En los últimos meses se ha denunciado las relaciones entre universidades de México y universidades Israelíes, la Universidad de Monterrey no es la excepción, tiene convenios con el Control Israelita de Monterrey, la Universidad Hebrea de Jerusalén y con el College of Management Academic Studies (COMAS), además de que funcionarios que están en puestos directivos hacen parte de la diplomacia Israelí.
Sábado 15 de junio
Estudiantes de la Universidad de Monterrey denuncian en sus redes sociales las relaciones del centro de estudio con instituciones sionistas, legitimando por la vía de acciones simbólicas o materialmente con convenios académicos, por ejemplo.
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Después de crear la beca “Atidí” en colaboración con el Centro Israelita de Monterrey CIMAC en el corredor de banderas de la Universidad de Monterrey las autoridades izaron la bandera Israelita, como muestra de los lazos entre esta universidad y las instituciones sionistas.
Ya que esta ideología –la sionista– concibe un Estado sólo para judíos, las autoridades israelís bucan eliminar a cualquier persona no judía que vive en territorio palestino, ya sea por medio del desplazamiento o con el genocidio que hoy toma lugar en Medio Oriente.
El CIMAC también ha brindado conferencias con ex agentes de seguridad de Israel en materia de “terrorismo” por parte de “los protectores de Israel”, ocupando los espacios de discusión al interior de la universidad como una tribuna para la ideología sionista.
Pero estos eventos no podrían ser posibles sin las autoridades que garantizan los espacios de la universidad convirtiendo los centros de estudio en un espacio político para la extrema derecha, aunque reprimiendo cuando la comunidad universitaria busca usar los espacios de la academia para hacer difusión de la crisis humanitaria en medio oriente.
Otro ejemplo de cómo las autoridades convierten la universidad en un espacio político para la derecha es la exposición fotográfica realizada en marzo del 2023 con motivo de la conmemoración de los 70 años de relación entre México e Israel, donde participó Zvi Tal, embajador de Israel en México.
El evento fue encabezado, además de por Zvi Tal, por Luis Iturralde, vicerrector de Desarrollo de la UDEM; Isabella Navarro Grueter, vicerrectora de Formación Integral de la UDEM; Miguel Schwarz Marx, cónsul honorario de Israel en los Estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas; y Francisco Eduardo Cué Pérez, cónsul de Filipinas en Monterrey.
Miguel Schwarz Marx, además de ser cónsul honorario de Israel, es “Consejero Honorario” de la UDEM, Consejero del Comité de Relaciones Institucionales del Tecnológico de Monterrey.
El hoy ex miembro del Consejo Directivo del Tecnológico de Monterrey y ex Presidente del Consejo de la Universidad Tecmilenio no sólo no se ha posicionado en contra del genocidio del pueblo Palestino sino que no es casual que una persona de la diplomacia Israelí ocupe un puesto de autoridad al interior de las universidades.
No hay que olvidar que han sido las autoridades universitarias las que han coordinado e impulsado todos los convenios académicos con Israel, aún a sabiendas que su política es la política sionista.
Con este tipo de acciones, las autoridades de la universidad y funcionarios afines se convierten en agentes políticos de la extrema derecha y del sionismo en nuestras instituciones educativas.
Que la academia permita que ese tipo de eventos se realicen revela que las universidades no son lugares donde “estudiamos para mejorar al mundo” en abstracto, sino que son centros de reproducción de la ideología que impulsan los dueños del poder económico –como el lobby sionista– y sus agentes políticos.
Otro ejemplo de esto es el Dr. Carlos Basurto Meza que ha hecho visitas a Israel financiadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, lo que se busca con actos como este es legitimar las relaciones académicas que existen.
La UDEM también tiene convenio de intercambio académico con la Universidad Hebrea de Jerusalén que se suma al que previamente se estableció en 2016 con el College of Management Academic Studies (COMAS), en Tel Aviv, que incluye la movilidad de estudiantes y profesores, así como la investigación.
La motivación de estos convenios es que Israel, para las autoridades de la UDEM, es un país “atractivo” para temas de tecnología y emprendimiento. Pero no se dice que con “tecnología” se refieren a tecnología de inteligencia militar y de espionaje, no es secreto que Israel hace “pruebas” de nuevas tecnologías militares desarrolladas con los palestinos.
Tampoco es secreto que las empresas sionistas se benefician de la destrucción de edificios e infraestructura en palestina como las empresas inmobiliarias que venden terrenos de las ciudades destruidas como se dio a conocer con empresas como Harey Zahav que promocionaba en Instagram “casas de playa” en áreas de Gaza que el ejército ha bombardeado.
Hasta ahora, las autoridades de la universidad guardan un silencio cómplice al no posicionarse en contra del genocidio, al no tomar acción alguna para cancelar los convenios, es más, han sido ellas quienes han creado los convenios. Esto es porque el papel de las autoridades universitarias no es dar un carácter humanitario a la educación, su papel es garantizar este tipo de agendas políticas.
Pero como estudiantes tenemos que tener en claro que la agenda política de las autoridades no es la única que existe en la universidad, como comunidad organizada podemos imponer, por la vía de la movilización, otro tipo de agenda en las universidades.
Si las riendas de la vida de la universidad no estuvieran bajo el control de funcionarios sionistas sino en la comunidad organizada, sin una pizca de confianza en las autoridades que muestran nula voluntad política a cumplir exigencias tan simples como posicionarse en contra, no sólo podríamos terminar los convenios con universidades Israelíes, sino que podríamos también crear becas para estudiantes palestinos y, más que eso, podríamos abrir las universidades para que todos accedan a una educación de calidad, con ella sería más fácil que las personas conocieran integralmente la crisis humanitaria en la Franja de Gaza.
Por eso como estudiantes tenemos el importante reto por delante de sumar al movimiento en solidaridad por palestina a los docentes de nuestros centros de estudio, a los trabajadores de la educación en general, de llevar el movimiento fuera de las escuelas y sumar al resto de sectores de trabajadores, no necesitamos a las autoridades que no han hecho más que entorpecer las acciones para frenar el genocidio.
Como comunidad autoorganizada, docentes, trabajadores y estudiantes, de manera independiente a las autoridades podemos poner nuestras universidades al servicio de la lucha social que hoy se apuesta por palestina, transformando la universidad para que nadie quede fuera, ni porque el acceso a la educación es limitado y elitizado ni porque las universidades han sido destruidas como es el caso de la franja de gaza.