Este jueves, la UA y la UCN se suman al proceso histórico del levantamiento feminista en todo el país. ¿Cuáles son las perspectivas necesarias para vencer?
Miércoles 16 de mayo de 2018
Históricamente las mujeres hemos sido, en innumerables ocasiones, el motor que da origen a grandes batallas por cambiar esta sociedad. Por ejemplo, la lucha de miles de obreras textileras que se levantaron en contra del abuso de los capitalistas en el siglo XIX o la chispa que encendieron las mujeres para prender el fuego que dio origen a la histórica Revolución Rusa, que logró instalar un gobierno de las y los trabajadores, donde las mujeres alcanzamos importantes demandas: derecho al voto, a ser elegida a cargos públicos, al divorcio, igual trabajo por igual salario y al aborto. Demandas que hasta hoy seguimos peleando bajo estos estados capitalistas.
El escenario nacional se ve hoy convulsionado por la fuerza de miles de estudiantes que han alzado la voz para poner en jaque el sistema educativo actual y cuestionar el problema de la violencia machista. Así nos encontramos con que a lo largo de todo el país son alrededor de 15 universidades que se encuentran paralizadas o en tomas feministas que pusieron el grito en alto contra el acoso y el abuso sexual al interior de sus casas de estudio, además de exigir una educación no sexista. Removiendo de esta forma los paradigmas actuales de una educación influenciada por la moral conservadora de las iglesias, profundamente patriarcal, sexista y de mercado.
Dentro de esta oleada de movilizaciones feministas surge una progresista forma de organización: las asambleas de mujeres. Espacio donde como sujetos propios las mujeres discutimos y resolvemos qué hacer con nuestras demandas y problemáticas, poniéndonos a la cabeza de remecer este sistema que nos subordina y nos violenta.
Apostemos a que estos espacios incluyan a la totalidad de las mujeres que conforman la comunidad universitaria, es decir que sean triestamentales, exigiendo que las docentes y funcionarias cuenten con las facilidades necesarias para poder hacerse parte sin que esto signifique rebajas en sus sueldos por descontar horas de trabajo, ni hostigamiento de parte de sus jefes/as por participar y organizarse.
Mujeres a la cabeza de impulsar la lucha contra la violencia sexual y la educación no sexista
Estas asambleas cumplen un rol muy importante para impulsar iniciativas que den solución a un problema de que urge resolver: el acoso y abuso sexual al interior de las casas de estudio. Para esto tenemos que levantar la demanda de protocolos triestamentales que estén a cargo de una comisión electa de manera democrática que sea resolutiva e independiente de las autoridades universitarias y el gobierno.
Impulsemos una batalla que se proponga derribar el actual modelo educativo, que se encuentra profundamente influenciado por la iglesia y conserva estructuras machistas y sexistas, para dar paso a una educación no sexista ni heteronormativa en escuelas, liceos y universidades. Uniéndonos con el movimiento estudiantil que desde el 2014 viene tomando cada vez con más fuerza esta demanda.
Para conquistar efectivamente nuestras demandas: ¡Fin al autoritarismo universitario y financiamiento integral a universidades públicas!
Porque no necesitamos protocolos que queden estancados sin dar respuestas efectivas debido a que las autoridades -que nadie elige- se configuran como uno de los principales frenos a la hora de implementarlos. Para hacer efectiva una comisión independiente de las autoridades que lleve adelante estos protocolos contra el acoso y comenzar a construir una educación verdaderamente no sexista, debe ser una tarea central, el fin del autoritarismo universitario y avanzar en democracia estudiantil, dando paso a un cogobierno triestamental, donde estudiantes, docentes y funcionarios/as decidan.
¡A terminar con todo tipo de violencia hacia las mujeres!
Para poder terminar realmente con la violencia de tipo sexual, debemos cuestionar en profundidad el resto de violencias que nos oprimen y que afectan de una manera mas brutal a las mujeres trabajadoras. Pensemos ¿Cuánto les sirve a las docentes y funcionarias de la universidad ganar un protocolo triestamental contra el acoso si no pueden denunciar por temor a perder su puesto de trabajo y con eso su propio sustento y el de sus familias? Por esto, es clave que a la par luchemos por poner fin a la inestabilidad laboral que recae mayormente sobre el hombro de las mujeres, exigiendo el paso a planta e igual trabajo igual salario.
Utilicemos esta fuerza dinamizada del movimiento de mujeres para reivindicar el resto de nuestras demandas históricas: derecho al aborto, libre, legal, seguro y gratuito; el fin de las AFP y sus pensiones de hambre que entrega a las mujeres las jubilaciones más bajas; contra los femicidios, exigiendo una ley de emergencia financiada por el impuesto a las grandes fortunas; y retomar la discusión de las guarderías y jardines infantiles gratuitos, financiados por los empresarios y el Estado en lugares de trabajo y de estudio, esto como forma de atacar el trabajo doméstico y el rol de las mujeres “como cuidadoras principales”.
¿Cuáles son nuestros desafíos?
Hoy el movimiento de mujeres debe saber reconocer claramente quienes son nuestros enemigos, para encausar contra quienes vamos a dirigir nuestra batalla. ¿Quiénes son? Los que sostienen esta sociedad de opresión y explotación, es decir, el estado con su nula respuesta ante la violencia estructural que vivimos, la derecha que mientras precariza la vida de millones de trabajadores/as, impone su moral conservadora y realiza una sagrada alianza con la iglesia y los empresarios, encargándose de mantener los pilares estructurales de la violencia de género, posicionándose históricamente en contra de todos nuestros derechos. Un claro ejemplo es la ministra del ministerio de la mujer, Isabel Pla, quién no tiene pelos en la lengua para pronunciarse muy en contra de nuestros derechos como lo ha hecho con el aborto.
Por esto, debemos apostar a la unidad para hacer frente a nuestras demandas y lograr imponerlas con nuestra fuerza en las calles, *levantando asambleas de mujeres en nuestras universidades y lugares de trabajo, que se transformen en un hito dinamizador para una gran movilización contra la violencia machista, que sea abrazada también por la diversidad sexual, el conjunto del movimiento estudiantil, las y los trabajadores.
Llevemos adelante un plan de movilización ascendente que nos permita dar un golpe fuerte y certero que nos haga quebrar el modelo educativo, social y económico que hoy se entremezclan al favor de unos pocos que sostienen en sus manos la violencia y la opresión.