El 11 de marzo se realizó una marcha convocada contra el “borrado de mujeres”, con múltiples muestras de transodio y reducciones biologicistas, muestran el intento de un “feminismo” conservador y transexluyente.
Joss Espinosa @Joss_font
Miércoles 22 de marzo de 2023
Luego de la masiva movilización del 8M, en la que muchas de sus convocatorias destacaron la importancia de un movimiento de mujeres transincluyente, el pasado 11 de marzo se realizó la marcha “contra el borrado de mujeres”, la misma estuvo llena de consignas transodiantes y biologicistas.
Este señalamiento del “borrado de mujeres” señala a las leyes de identidad de género y a lo queer como los responsables de atacar la existencia biológica y jurídica de las mujeres. Es un absurdo enfrentar a las mujeres Cis y Trans, y pretender señalar que las ultimas borran a las primeras solo por el hecho de que se les reconozca. Y por otro lado, de forma velada, parece que aceptan que las mujeres estamos determinadas “biológicamente”, algo que se ha cuestionado desde hace décadas por el feminismo, ya que ese argumento bastaba para excluirnos de un sinfín de espacios pues atribuían a nuestra “condición de mujer” la incapacidad de realizar tal o cual profesión.
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Resulta preocupante que comience a formarse un “feminismo” que apelan a responsabilizar a las personas trans de la violencia hacia las mujeres, una idea que en realidad es bastante conservadora, que replica o hace eco de los discursos de los sectores de derecha como el Frente Nacional x la Familia que pretende negar la existencia de las identidades trans o que se opone a los derechos de la comunidad LGBT+.
Aunque estos discursos no son nuevos, sobre todo tenían más peso en lugares como el Estado Español impulsadas por sectores que se han opuesto a leyes que permitirían reconocer a las personas trans.
Llama la atención que, a diferencia de la marcha del 8M en la que el movimiento de mujeres encontró las puertas cerradas, esta marcha fue recibida por personal del Senado y la directora de la CATWLAC, Teresa Ulloa, quien por cierto ha hablado contra la “ideología queer” que tiene como pilar el “borrado de mujeres”.
Uno de los grandes problemas con los discursos expresados en estas marchas es que intentan justificar sus demandas al ponerlas todas “en el mismo saco”, se posicionan como feministas abolicionistas, contra las redes de trata, y a la par demandan que no existan las leyes de identidad de género.
Parten de señalar que el “ser mujer no es un sentimiento” y que por tanto las mujeres, según ellas, son únicamente aquellas a las que se les designo ese sexo al nacer, excluyendo otras corporalidades.
A un nivel político con respecto a las alianzas y la fuerza del movimiento de mujeres, es importante señalar estos discursos que además permiten fragmentar a comunidades que están oprimidas precisamente por la misma base heteropatriarcal, como señala Leah Muñoz en este artículo:
“Lo segundo que hay que decir es que esta ola de transfobia busca generar una polarización entre el movimiento de mujeres, por un lado, y el movimiento trans, por otro. El movimiento de mujeres ha sido un espacio aliado fundamental para el reconocimiento y defensa no sólo de las mujeres trans sino de las identidades trans en general en todo el mundo. En los últimos años colectivos y personas trans se han sumado a las movilizaciones de mujeres en contra de la violencia machista como el #24A en el 2016, el #8A por el derecho al aborto en el 2018, y los #8M. La acusación de que las leyes de identidad de género, la teoría queer, y la categoría de género borran a las mujeres es un intento de quebrar una alianza que lleva años gestándose.”
Y aunque estos discursos transodiantes no son directamente responsables de los ataques a las identidades trans (aunque si han promovido ataques a sus redes, o trabajos), lo cierto es que al negar la existencia de dichas identidades, se naturaliza la violencia y precarización hacia dicha comunidad, algo sumamente preocupante en un país como México en el que el promedio de vida de las mujeres trans es de 35 años.
Un verdadero feminismo socialista es junto a las mujeres trans
Entre la movilización llama la atención de una pancarta que decía “Feminismo Socialista. Por una sociedad feminista y comunista. Fuera el capitalismo queer y el imperialismo transgenerista”; vamos por partes. Desde Pan y Rosas sostenemos la importancia de un feminismo socialista, que luche por la emancipación de las mujeres y el conjunto de la humanidad, considerando que no podemos acabar con la opresión hacia las mujeres, ni ningún tipo de opresión si no acabamos con este sistema de raíz, capitalista y patriarcal que se basa en la opresión para aumentar la explotación y la ganancia.
Sin embargo, llama la atención que hablen de un “capitalismo queer” “imperialismo transgenerista” porque, si bien, el capitalismo ha intentado apropiarse de las demandas de las disidencias, esto no ha sido realmente por el bien de dicha comunidad, sino a través del llamado pink washing, en donde gobiernos y empresas intentan posicionarse como “aliados” de la comunidad, simplemente para abrir nuevos mercados (con nuevos consumidorxs), mientras son los mismos gobiernos y empresas los que niegan derechos básicos a las disidencias.
Pretender responsabilizar a las disidencias, y sobre todo a las mujeres trans de esto, es completamente absurdo, sobre todo si pensamos en que en realidad no ha existido ningún beneficio a las disidencias, sino que, por el contrario, la violencia, discriminación y los crímenes de odio han aumentado en este país en los últimos años. Peor aún, este discurso se asemeja a los que los libertarios (de derecha y conservadores) han difundido como la supuesta “ideología de género”.
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Para las feministas socialistas, no es posible pensar en la emancipación de las mujeres sin las mujeres trans, pues consideramos que es precisamente el capitalismo, apropiándose del cisheteropatriarcado, quien basa su domino en la explotación y opresión de las grandes mayorías, señalamos cisheteropatriarcado, porque es importante evidenciar que se trata de un entramado profundo que no solo condiciona a las mujeres a la opresión sino también a todo aquello que se sale del esquema del binarismo hombre/mujer, los cuerpos o corporalidades feminizadas, y los esquemas de la familia “tradicional”, junto a otras opresiones étnico raciales las que se apropia el capitalismo para extender su ganancia y mantenerse como sistema. Es absurdo no ver la violencia que vivimos de conjunto como un todo, como si no existiera un correlato entre el aumento de los feminicidios y de los crímenes de odio, o el aumento de la precarización hacia las mujeres y disidencias.
A pesar del repudio que han generado las posiciones transodiantes de estos sectores antiderechos y que se expresó este 8M en las calles, los discursos de odio contra las personas trans siguen avanzando en espacios como la UNAM, la UACM y otros foros que, con su presupuesto emanado del erario, financian y avalan espacios y foros con feministas como Amelia Valcárcel, Alda Facio, Andrea Medina o Laura Lecuona, algunas de las voceras del discurso que acusa el "borrado de mujeres" detrás del cuestionamiento del sexo como categoría biológica y jurídica.
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Asimismo, estos discursos de odio son promovidos y avalados por distintas figuras e instituciones religiosas y políticas — jefes de Estado como Jair Bolsonaro, Trump y el Papa, por ejemplo— a nivel nacional e internacional. Cabe mencionar que, actualmente, la población LGBTIQ+ en EE.UU. enfrenta el embiste de más de 120 proyectos antiderechos por todo el país presentados en lo que va del 2023. En México, destacan nombres como los de los panistas América Rangel y Gabriel Quadri por sus dichos e iniciativas contra los derechos de las personas trans y sus infancias. Este mes, a unos días de la multitudinaria marcha del 8 de marzo, destacaron las diputadas Elizabeth Pérez y Gabriela Sodi del PRD, así como la panista María Teresa Castell, quienes desde su cargo como servidoras públicas se manifestaron contra el presunto "borrado de mujeres" que implica una reforma recientemente aprobada en el Senado a la Ley General de Operaciones de los Registros Civiles, que sustituye la palabra "sexo" por "género" en las actas de nacimiento.
Ante la emergencia de estos discursos de odio, es clave refrendar la importancia de un movimiento de mujeres transincluyente y que la lucha por los derechos de las personas trans sea parte de la agenda feminista. Asimismo, es importante avanzar en la alianza con el conjunto de la población LGBTIQ+ y señalar que el feminismo transexcluyente no solo es conservador sino ajeno al movimiento.