Entrevistamos a Hugo Covarrubia, diseñador gráfico y director audiovisual chileno. Es además director del cortometraje “Bestia”. Se dedicó a la animación con la técnica de stop motion desde 2005. Estrenó en julio del 2021 el cortometraje Bestia que compite para los Oscar 2022, en la categoría de cortometrajes extranjeros.
Jueves 24 de marzo de 2022 23:05
BESTIA DE HUGO COVARRUBIAS - YouTube
Las imágenes fueron gentileza del equipo Bestia.
Rodrigo Wilson: ¿Cómo llegaste vos al mundo de la animación y específicamente al stop motion?
Hugo Covarrubias: Me fui acercando a la animación en el año 2005. Siempre estuve muy vinculado al teatro y he trabajo junto a Muriel Miranda quien es actriz. Siempre trabajé en la gráfica de las obras de teatro, en los visuales que acompañan las obras donde también incorporaba la animación.
En esa época le propuse a Muriel hacer la presentación de las actrices mediante muñecos y fotografiados en diferentes posiciones. Pero habían tantas fotos que pensé “hagámoslo en stop motion”. Eso me llevó a investigar un poco a cerca de qué es el stop motion. En esa obra creo que nos fue muy bien combinando teatro con animación.
Luego de esta experiencia decidimos hacer un cortometraje basado en el cuento de Horacio Quiroga “El almohadón de pluma” y luego “La noche boca arriba” de Julio Cortázar. Después de esto participé en varias series animadas, entre ellas una co-producción llamada Puerto Papel .
Ya cansado de trabajar en series animadas, decidí volver a la idea de cortometrajes, y es en 2016 cuando surge la idea de hacer Bestia, que paradójicamente nació como serie. Sin embargo como el personaje de Ingrid era muy potente decidimos hacer un corto sobre ella.
R.W.: ¿Cómo fue el proceso para desarrollar un personaje tan oscuro como Ingrid Olderöck?
H.C.: La búsqueda estética y de cómo contar la historia no parte en sí con el corto, es más bien parte de una experiencia y búsquedas previas como con la obra Maleza, o los cortometrajes previos.
Conversando con Constanza, la directora de Arte de Bestia, ella sugirió trabajar con una estética como de casa de muñecas y me pareció muy buena idea. Pero tenía que ser como una muñeca alemana, Ingrid tenía raíces alemanas, de familia nazi. Queríamos que en principio luzca como un personaje algo más afable en lo visual para después descubrir cómo es realmente. Por otro lado descubrimos que la frialdad del material de porcelana, como esas muñecas, calzaba perfecto con el personaje. En la vida real todos decían que era una mujer dura, fría casi nada expresiva. Por otro lado la porcelana tiene un punto débil que es su fragilidad, lo que daría al personaje un aspecto contradictorio, sus temores, su paranoia dentro de la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional de Chile en la dictadura desde 1973 a 1977) y su temor a ser desplazada o también asesinada por ellos.
La frustración para Ingrid era que le permitieran torturar más, que la reemplazaran. Tratamos de humanizar al personaje sin embellecerlo, sin empatizar con ella.
R.W.: El estallido social de Chile cruzó parte del proceso de rodaje de la animación. ¿Cómo lo viviste y para vos tiene una relación con la película?
H.C.: Creo que el estallido partió por el aumento del boleto de 30 pesos, pero eso solo fue la gota que rebalsó el vaso nada más. Ese punto de ebullición podría haber ocurrido en cualquier momento por ejemplo con el tema de las A.F.P. (similar a las A.F.J.P. de Argentina, el sistema de jubilación privatizada), también pudo haber estallado por el conflicto de los Mapuches, donde ya había una rabia acumulada, por el ejemplo con el asesinato del líder mapuche Camilo Catrillanca.
No se por qué yo antes no había estado interesado en tratar un tema sobre la dictadura tan explícitamente, antes lo hacía de forma alegórica como en Maleza (obra de teatro de la que Hugo realizó animaciones). No es casualidad que el corto haya surgido en el año 2016, porque había unas ganas inconscientes de querer hablar de justicia social, reparatoria, de derechos humanos, por eso salió de forma espontanea. Nosotros estábamos en el medio del rodaje cuando fue el estallido social. Nosotros creíamos que esto iba a suceder y pensábamos que era bueno que estuviéramos haciendo este corto.
También no agarró la pandemia en medio del rodaje, mientras filmábamos en un salón de la estación Mapocho que estaba vacía y llena de polvo. La reclusión que nos hacer la pandemia por otro lado me permitió repensar planos de la animación y mejorarlo inclusive tal cual me los imaginaba, como ejemplo la escena de la frustración de Ingrid cuando recibe un sobre azul de la DINA y ella comienza a romper parte de su casa, toda esa escena fue hecha en pandemia.
R.W.: ¿Qué vueltas han tenido de la gente que vio el corto?
H.C.: Yo siempre había querido trabajar lo simbólico y tratar de ocuparlo para representar una historia potente y uno trata de explicar por qué lo hizo así, la gente lo entiende. Como por ejemplo la materialidad de los personajes. La gente me dice que encuentra perfecto que hayamos elegido hacer al personaje como una muñeca de porcelana inexpresiva y fría.
R.W.: El corto participó del festival de Annecy y ahora compite por el Oscar. ¿Esto se lo esperaban, lo habían pensado en algún momento?
H.C.: Nosotros nunca tuvimos la posición seria de postular a los premios Oscar. Muchos amigos y gente que vio el corto nos decía “este corto va para el Oscar”.
Cuando estrenamos en Annecy se nos acerca una distribuidora de películas que nos ofrece poder presentar el corto en los Oscar. Lo sorprendente es que ya teníamos quien nos comprara el corto y lo distribuyera antes de estrenarlo en Annecy, ya que el mismo festival se encarga de mostrarlo en muchos lugares para que lo conozcan.
Por otro lado, cuando ganamos en el festival de animación Chilemonos, que es un festival de animación que se hace en Chile, ya nos decidimos a hacer la ruta para competir a los Oscar. En el mientras tanto, ganamos otros premios como en Guadalajara, Anima Córdoba en Argentina, también en Corea. Pero cuando llegamos al festival de Sundance, eso significó entrar al mercado norteamericano. En el medio de todo esto quedamos preseleccionados dentro de los 15 cortometrajes que compiten para entrar en la selección final, y bueno ahí también ganamos.
R.W.: ¿Qué tan complicado es producir un cortometraje o película animada en Chile?
H.C.: Es difícil en general, aunque acá se puede acceder al financiamiento público como el Fondo Audiovisual entre otros. El tema es que se hace muy difícil porque es super competitivo los concursos para el financiamiento y esa competitividad que provoca, hace que se genere ambientes no tan gratos.
Con nuestra película tuvo tres fuentes diferentes de financiamiento para producirla, y así y todo nos quedamos cortos de financiamiento. En Chile estamos muy por debajo del financiamiento que hay por ejemplo en México, Estados Unidos o en Francia. Esta situación incluso te lleva a tener que invertir en tus propios proyectos, auto financiándote como tuve que hacer yo.
El tema de tener que trabajar con tan bajos presupuestos genera un arma de doble filo, porque opinan que los proyectos salen igual con tan poca plata, incluso se aprovechan de esta situación.
R.W.: ¿Qué expectativas hay sobre la suerte del corto en los Oscar?
H.C.: Puede pasar de todo, creo que tenemos posibilidades de ganar. Lo que nos juega en contra por ejemplo es que no tenemos la visibilidad que te da Netflix. O por ejemplo las posibilidades que tiene Alberto Mielgo (director del film "Limpiaparabrisas" que también compite para los Oscar) que produjo un corto para la serie animada de Netflix Love, Death and Robot. Y quienes votan para los Oscar suelen votar lo que más se ve, los contenidos mainstream. Y pueden votar cualquiera de estos contenidos sin haber visto Bestia. Hay días en que yo digo “mmmmm no vamos a ganar” y hay otros en que digo “sí, vamos a ganar”. Incluso en los diferentes medios de comunicación nos ponen en diferentes lugares del podio. Yo creo que podemos estar entre los tres cortometrajes que puedan optar. Hay dos cortos que no tienen ninguna ligazón con la Academia ni con la industria norteamericana, estos serían el nuestro Bestia y Boxballet, una producción rusa dirigida por Anton Dyakov. Se que hay mucha gente que piensa que Bestia debería ganar el Oscar, pero bueno lo cierto es que aunque no ganemos todo el apoyo que se generó al rededor del corto, ese apoyo va a ser super bonito para lo que se viene, en el fondo no todo es ganar el Oscar, sino también tiene que ver con lo que provoca a nivel latinoamericano y mundial una temática como esta. Creo que hay que tomárselo todo con calma.
R.W.: ¿Estás trabajando en algún proyecto nuevo?
H.C.: Bestia me ha tomado mucho tiempo, pero tengas de desarrollar algo relacionado con la maldad, pero enfocado en el extractivismo, sobre todo en el que hay en la Araucanía y por otro lado tengo ganas de hacer un largometraje que va a ser un poco auto biográfico a través de la visión de un niño va viendo cómo su entorno social y político se va modificando, viviendo el final de la dictadura y pasando a la democracia, con una base de registro real audiovisual. La idea sería utilizar registro filmado que tengo de cuando yo era chico, la misma dirección de arte que hay in situ en esos registros, llevarla al stop motion y que sirvan para representar algunas escenas que puedan contar esta historia. Esta historia atraviesa distintas situaciones familiares que realmente sucedieron que hablan de una sociedad. Por ejemplo un tío mío que era gay, transformista en los ‘80, para él era muy difícil vivir así en la dictadura, quisiera hablar de eso como también cuestiones de mi papá, de mi mamá, de gente que me rodeaba. Es una idea que la encuentro muy necesaria de llevar a la pantalla.
Para ver el Tráiler del cortometraje Bestia has clic aquí.