La afinidad de José Revueltas y Auguste Blanqui, en torno a la revolución y los astros.
El 8 de abril del 2024, por curiosidad miro videos en YouTube de Jacobo Zabludovsky, quien narra el eclipse de 1991. Ya es hora. Estoy mirando el eclipse a través de un papel blanco. Muchos amigos se han ido de viaje a Mazatlán, otros más a Sonora a la Zona del Silencio. Suben en sus redes sociales videos e imágenes del eclipse solar y es impresionante: por unos segundos el Sol y la Luna, en lucha eterna por la supervivencia, generaron obscuridad y luz en conflicto eterno. “Somos luz y sombra”, me dije.
Después, dejé de mirar mi celular, abrí un libro que estaba leyendo y noté algo que me pareció, de algún modo, que no era casualidad. La última ocasión que se admiró en México un eclipse solar fue en los años de 1991. Entonces tenía 6 años, hoy lo admiré con 37.
Seguí leyendo y me sorprendí, el día del eclipse me enteré que José Revueltas se preguntaba, como un personaje en la novela que tenía en mis manos, si había vida en Urano. Tenía, por lo menos, casi 10 años que no abría El luto humano de José Revueltas:
Hay que detenerse, una de esas noches plenas, para mover el rostro hacia el cielo: aquella constelación, aquel planeta solitario, toda esta materia sinfónica que vibra, ordenada y rigurosa, ¿tendría algún significado si no hubiesen ojos para mirarla; ojos, simplemente ojos de animal o de hombre, desde cualquier punto, desde aquí o desde Urano? Se abandona la vida y una esperanza, un júbilo secreto dice palabras, nociones universales: esto de hoy, la muerte, una eternidad. [1]
No estoy leyendo Luto humano, sino a Cristina Rivera Garza, la recién ganadora del premio Pulitzer.
Revueltas y los astros
Camille Flammarión escribió un libro rarísimo que, en español, se traduce como La pluralidad de los mundos habitados, estudio donde se expone las condiciones de habitabilidad en los cuerpos celestes, discutido desde el punto de vista de la astronomía, de la historia y de la historia natural [2], fue publicado en 1862. Flammarión fue un importante astrónomo, fundó su propio centro de astronomía y la Sociedad Especializada en Francia. Espiritista. Uno de los cráteres de Marte tiene su nombre, como símbolo del alto honor por sus méritos astronómicos.
“Todo este universo visible, decía Lucrecio hace dos mil años, no es único en la naturaleza, y debemos creer que hay, en otras regiones del espacio, otras tierras, otros seres y otros hombres”. [3] Con esta cita comienza Flammarión, su estudio histórico personal de la cuestión planetaria, pero revisa en su documento lo dicho por otros: analiza lo dicho por Plutarco, Dante, Giordano Bruno, Galileo, Kepler, Voltaire, Jonathan Swift. Su texto no es concluyente, sólo es un texto reflexivo, que indaga y desarrolla la curiosidad sobre la habitabilidad de otros mundos. Realizó un gran compendio de algunas teorías y reflexiones sobre otros mundos, en otros astros, de otros universos.
En su novela autobiográfica sobre la frontera norte de México, Autobiografía del algodón, Rivera Garza demostró que Revueltas admiró a un astrónomo: Camille Flammarión, se trata de algo absolutamente fascinante. Se sabía poco o nada sobre uno de los más prolíficos marxistas mexicanos y su relación con Flamarión: Revueltas admiraba a Camille y escribió una carta a su hija Andrea para confesarle sus preocupaciones astronómicas. No se trata de una meditación existencialista o romántica, parece que a determinados revolucionarios les apasiona mirar el cosmos por una preocupación revolucionaria.
De acuerdo a Cristina Rivera Garza en su Autobiografía del algodón, el militante comunista José Revueltas leyó La pluralidad... y explicó a su hija Andrea su admiración a dicha publicación. No sería el único revolucionario profesional que miró las estrellas, el gran “encerrado” Auguste Blanqui escribió La eternidad por los astros en medio de la Comuna de París, ni más ni menos. Dicho texto no es una carta sino un tratado de astronomía. Indaguemos pues, sobre ello meditada y lentamente.
Cristina Rivera Garza comenta, que el joven revolucionario José Revueltas envió una carta a su hija, en medio de su participación en la huelga obrera de los trabajadores del algodón en la Estación Camarones en el norte del país, Tamaulipas. En dicha carta Revueltas le contaba a su hija sobre Copérnico, Darwin, la posibilidad de la vida en otros mundos, así como su deseo de hacer una historia general de la teoría materialista. “Por el deseo de no aburrirla abordó su fascinación por ese libro que leyó a los 12 o 13 años. La pluralidad de los mundos habitados. Y ahí están los dos, los mundos habitados de Flamarión y las huellas de Revueltas”. [4] La carta de Revueltas sobre la obra de Flamarión puede leerse en Las evocaciones requeridas “En los ojos desde Urano” y su vínculo con Luto Humano puede reastrearse en el capítulo 8.
Blanqui y Revueltas tuvieron varias afinidades: en primer lugar, la lucha revolucionaria profesional; en segundo lugar, ambos fueron presos políticos (encerrados) y, gracias a la obra de Rivera Garza, puede saberse que, también, compartieron una preocupación sobre los astros. [5]
Auguste Blanqui pasó 33 años en prisión por su militancia en Francia. Luchó primero por ideales republicanos y fue, de algún modo, uno de los inspiradores de la lucha anticapitalista después de un largo camino de experiencias. Fundó un modelo de organización clandestina que, a decir de León Trotsky, dejó de ser efectiva a inicios del siglo XX: “En principio, el error del blanquismo consistía en la identificación de revolución con insurrección. El error técnico del blanquismo consistía en identificar la insurrección con la barricada”. [6] Sin embargo, Blanqui fue un fundador del socialismo llamado utópico.
Revueltas, por su parte, muy joven fue preso político primero en las Islas Marías, después en Lecumberri y fue el más heterodoxo de los marxistas de su tiempo. Militó en el PCM, rompió con él, fundó su propio grupo la Liga Leninista Espartaco, del que fue expulsado, apoyó el movimiento estudiantil de 1968, fue espontaneísta y, en un momento de su vida, apoyó al movimiento trotskista. Su obra Ensayo sobre un proletariado sin cabeza constituye una aportación genuina a la lucha teórica del movimiento socialista mexicano.
La eternidad por Urano: concepto de historia
Si Rivera Garza fue quien destacó la preocupación astronómica de Revueltas, fue Walter Benjamin quien rescató del olvido el libro de Eternidad por los astros de Auguste Blanqui a propósito de la concepción de la historia. Para Benjamin, La eternidad escrita en los calabozos en medio de la Comuna de París no es la meditación de un loco o de quién ha perdido la cordura, es una reflexión ni más ni menos que de la historia. Tampoco es una reflexión cosmológica, es una reflexión sobre la pertinencia de la revolución.
Para Walter Benjamin, la narración de la historia podría ser una destrucción de fantasmagorías (como para Auguste Blanqui la acción política fue la destrucción de la fantasmagoría de progreso, escribiendo en la fortaleza de Toreau la Eternidad por los astros). En la narración de “cómo” se hicieron las barricadas durante la Comuna de París, también hay una iluminación de un tipo de sociedad, de la revolución, en la narración hay un material explosivo y el arte es colocar el pasado como rememoración en el momento decisivo, como un relámpago.
En la segunda versión de París capital del siglo XIX, introducción cuasi metodológica al Libro de los Pasajes, Benjamin dedica un tercer parágrafo a la Comuna de París de 1871 y valora la Eternidad por los astros de Auguste Blanqui:
La Comuna pone término a la fantasmagoría que domina las primeras aspiraciones del proletariado. Con ella se esfuma la ilusión de que la tarea de la revolución proletaria consiste en completar, en estrecha colaboración con la burguesía, la obra de 1789 […] durante la Comuna, Blanqui estuvo prisionero en el Fort du Toreau. Ahí escribe su Eternidad por los astros. Este libro culmina la constelación de las fantasmagorías del siglo mediante una última fantasmagoría que contiene implícitamente la crítica más acerba a todas […] la concepción del universo que Blanqui desarrollo en aquel texto […] resulta ser infernal. [7]
La larga cita anterior reproduce una cita más extensa de la Eternidad por los astros de Blanqui, reproducida textualmente en Las tesis sobre el concepto de la historia: “lo que llamamos progreso está encerrado entre cuatros paredes en cada tierra, y se desvanece con ella”. [8]
El pensamiento de Blanqui surge como grito metálico de la derrota de la Comuna y en La eternidad por los astros desarrolla una visión escatológica de la Historia, criticando lo que llamamos progreso, como parafraseó Benjamin, luego de las derrotas sufridas por el proletariado francés: “repetición de la represión, repetición del lenguaje de la represión, repetición de la revolución abortada – (1830, 1839, 1848, 1852, 1871) repetición de las derrotas”. [9] Blanqui permitió a Benjamin plantear la destrucción de la fantasmagoría de la revolución burguesa, como para Blanqui la Comuna le permitió destruir el mito del progreso.
Vivimos una crisis o tendencia a un mundo sin utopías colectivo. Mientras, los capitalistas como Elon Musk desarrollan una prometeíca idea moderna del cosmos. Musk considera que la clave es conquistar Marte, da por sentado que el planeta se convertiría en una bola de fuego. El hombre de Tesla el más rico del mundo, propone volver a empezar en Marte y ya le pone precio al espacio. Como decía Karl Marx: “todo lo sagrado será profano” el espacio infinito que Giordano Bruno dijo no tenía centro ni contorno es profanado convirtiéndose en mercancía.
Lejos de que las preocupaciones astronómicas revueltianas o blanquistas, sean metafísicas, románticas o existencialistas Walter Benjamin destaca que, en la búsqueda de los astros por un revolucionario, hay una concepción de historia: una defensa de la revolución.
Estamos hablando de una visión de la historia. Para una concepción tradicional de la historia, en el sentido común neoliberal, vivimos en una época donde el cambio social, las grandes transformación, son imposibles. En todo caso para quienes viven en el día a día todo lo arrancado al sistema como derecho es una pequeña victoria. El mundo representado como distopía es una aterradora concepción trágica, pero conformista de los tiempos que corren; si las catástrofes climáticas, económicas, los genocidios, las guerras, las crisis migratorias, la violencia, el crecimiento de las derechas genera un sentido común, es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo.
El tiempo de los astros es de millones de años, los cambios cosmológicos se miden dramáticamente en tiempos gigantescos. Cuando los revolucionarios miran los astros comparan la experiencia humana con el espacio y ella adquiere la importancia de la delgadez de un cabello y, por tanto, la fatalidad de que siempre viviremos esta crueldad es falsa: si los astros no son eternos, la explotación tampoco. Y si los astros mueren con choques destructivos queda encendida una chispa. De acuerdo a Blanqui, los astros nacen por incandescencias de otros que ya murieron, pero que permanecen encendidos en braza después de estallar. Por tanto, las derrotas humanas no son eternas: la revolución como acontecimiento es posible porque nada es eterno. Si los astros no son eternos, el capitalismo que vivimos tampoco. Ahí está en núcleo revolucionario de la lectura de Revueltas y Blanqui al mirar el espacio: se puede cambiar el mundo, nada es para siempre, los astros lo confirman.
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