En el marco del Rock & Pop Festival, la banda liderada por Debbie Harry y Clem Burke ofreció un show brillante en el que repasaron éxitos inoxidables y temas de su nuevo disco, Pollinator.
Augusto Dorado @AugustoDorado
Viernes 23 de noviembre de 2018 00:00
Blondie en Buenos Aires 2018, en el marco del Festival Rock & Pop. (Foto: Federico Echeverría).
El público presente en las afueras del club Obras Sanitarias, podríamos decir en el patio del “templo del rock”, fue testigo de un hito musical: la segunda visita de Blondie a la Argentina, en un gran momento de la banda pese al largo camino recorrido (más de 4 décadas de trayectoria), al implacable paso del tiempo (la imponente vocalista Deborah Harry ya porta 73 jóvenes años), la ausencia de Chris Stein –histórico compositor y primer guitarrista, pilar fundamental del grupo neoyorquino- por cuestiones de salud, y un comienzo algo desconcertante por el bajo volumen que se fue corrigiendo rápidamente. Nada de esto pareció importarle a los Blondie que con un pie en un pasado en el cual son clásicos a fuerza de una catarata de “hits” posan siempre la mirada en el futuro como lo demuestra en muchos sentidos Pollinator (polinizador), el disco más reciente del grupo, ilustrado con una abeja en portada.
La banda de la que Debbie Harry es la cara más visible no da puntada sin hilo: todo tiene un sentido. Pese a que es mundialmente conocida por sus melodías new wave y bailables con alto componente de música disco y pizcas de rap (“Rapture” hizo a Blondie la formación de miembros no afroamericanos pionera en componer en ese naciente estilo a fines de los ´70) o cumbia (“Sugar in the side” compuesta junto a los colombianos Systema Solar que sonaban desde las pantallas) e incluso reggae (con el hit de los jamaiquinos The Paragons, “The Tide is High”, del que prácticamente se apropiaron).
Los Blondie podrían dormirse en los laureles de su éxito pasado pero siguen siendo artistas inquietos que miran hacia adelante mientras siguen construyendo parte de la historia de la música. Desde lo musical, porque nunca buscan repetir fórmulas seguras y prefieren arriesgar (la mencionada colaboración de Systema Solar en el disco anterior es un ejemplo) y porque aceptaron la manera novedosa de grabar un disco con temas que otros músicos le ofrecieron a Blondie (Johnny Marr, ex The Smiths, Nick Valensi de los Strokes y Sia, David Sitek de TV on the Radio, entre varios otros); desde lo conceptual, porque Pollinator apunta a despertar conciencia sobre el grave problema para el equilibrio ecológico que significa la tendencia a la agónica disminución de la población de abejas en el planeta (de hecho el show lo abren miles de abejas zumbando desde las pantallas); desde la actitud, porque Debbie y Clem Burke desde la batería se “prenden fuego” en el escenario sobre la sólida base que construyen el veterano Leigh Foxx en bajo, Tommy Kessler en guitarra y Matt Katz-Bohen en teclado. Y finalmente, desde una ubicación y definición social y política, porque Debbie complementa el concepto de Pollinator con la leyenda “Stop fucking the Planet” (algo así como “Basta de joder al planeta”) en el reverso de su camisa, y el pañuelo verde de la campaña argentina por el aborto legal, seguro y gratuito posando sobre los teclados a modo de contundente mensaje.
Era notoria la ausencia de Chris Stein por un problema cardíaco –Debbie con una dosis de humor le dedicó el inoxidable “Heart of Glass” porque explica que su ex pareja tiene un auténtico “corazón de cristal” en estos momentos- pero Blondie se las arregló para dar un show impactante, que tuvo su punto más alto en “Atomic” (muy festejada y bailada) y otro poco en “María”, el hit del resurgimiento en los tardíos ´90 que los popularizó entre generaciones más jóvenes, tal vez el tema más cantado por el público.
Párrafo aparte merece Clem Burke, posiblemente uno de los mejores bateristas entre los más legendarios, carácter que dejó en claro con su remera del extinto boliche CBGB donde Blondie surgió junto a los Talking Heads o los Ramones (banda en la que llegó a ser Elvis Ramone por un breve lapso en 1987). Pero Burke sigue muy vigente, no sólo por ser miembro permanente de Blondie casi desde los inicios en 1975 sino porque además sostiene un interesantísimo proyecto paralelo denominado The Empty Hearts junto a músicos de The Cars y The Romantics. Sobre el escenario se roba constantemente la atención del público con su espectacular manera de tocar tras una especie de biombo de acrílico que parece una jaula de cristal a punto de estallar en cualquier momento.
Los Blondie son grandes no sólo en edad sino en la humildad que demuestran mechando en sus temas fragmentos de canciones de otros artistas como “Groove” de los noventosos Deee-Lite o “I Feel Love” de Donna Summer sin ningún tapujo ni prejuicio. Pero ante todo porque pese a que el show tuvo cierto sabor a despedida -difícil pensar en un regreso si la visita anterior a Buenos Aires sucedió hace 14 años- el mensaje que ofrecieron desde las propias entrañas de la historia del rock fue pensando en el futuro.
El festival Rock & Pop tuvo en la previa de esta nueva edición (la última había sido en 1997) un cálido show de los británicos The Magic Numbers, una muy contundente performance de los ascendentes Eruca Sativa (con su cantante Lula Bertoldi reclamando más lugares para las mujeres en los festivales de rock, a tono con los tiempos que corren) y un poco entendible -para este cronista- recital de un grupete de niñatos denominado The Vamps que hizo el deleite de sus pares en edad, celular en mano y aulliditos en boca. Pero si la radio que en su momento puso su impronta al rock en Argentina está buscando la manera de resurgir, dio un buen primer paso cerrando con Blondie.