La Convención Constitucional tiene un importante debate estas próximas semanas, en las que se deberá abordar la forma que adquirirá el régimen político, es decir las facultades y poderes que tendrá cada una de las instituciones del Estado.
Sábado 23 de abril de 2022
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La derecha hizo un escándalo que fue coreado por los viejos dinosaurios de los partidos tradicionales quienes quieren defender con uñas y dientes las viejas instituciones, procurando que el régimen cambie lo menos posible o que dichos cambios sean simbólicos.
El “gran acuerdo” sobre sistema político, que contemplaba la famosa fórmula de “bicameralismo asimétrico” y “presidencialismo atenuado”, se desarmó luego de que representantes del PS y otras fuerzas políticas echaran atrás dicho acuerdo.
Con esto el “acuerdo” debe volver a las comisiones temáticas en donde se deberá “regular”, es decir moderar mucho más pasándolo por cirugía mayor y así hacerlo más digerible al exquisito paladar de la casta política y los grandes empresarios.
Sin embargo, esto lo tapan con la batería de “garantías” votadas esta semana, incluyendo normas declarativas sobre algunos derechos laborales y sociales, que tienen el riesgo de ser meramente declarativos, como pasa hoy en la constitución actual (que garantiza el derecho a la salud, a la educación, a vivir en un medioambiente libre de contaminación, etc.).
Lo anterior fue anunciado como un “triunfo”, pero esconden que serían meras declaraciones, y que, mientras no toquen la gran propiedad empresarial del país, pueden terminar sin cambiar nada fundamental. Preguntamos, ¿qué tanto cambiaría el país si el cobre sigue estando en manos de enormes pulpos empresariales como BHP o el propio Luksic?
Pero esto, estas reformas estructurales, parecieran estar fuera del libreto. Lo que menos quieren desde el gobierno y sus partidos es tener una Constitución radical, todo lo contrario. En palabras del propio Boric, lo que corresponde es “trabajar para que el plebiscito de salida sea un lugar de encuentro y para que podamos tener una nueva Constitución democrática y legítima para todos”.
¿Pero es esto posible? ¿Puede el plebiscito ser un lugar en donde se encuentre la familia Matte, dueños de la CMPC, y un obrero de su papelera en Puente Alto? Con estos llamados al encuentro, que se parecen mucho a los llamados a cuidar la Convención, y que hoy se traduce en defender acríticamente y a como dé lugar el plebiscito de salida, sólo se tapa el sol con un dedo, no se puede conciliar el interés empresarial de las 7 familias beneficiadas por la explotación industrial de la pesca con el interés de los pescadores de Quintero o Mejillones, por ejemplo.
En cuanto a un nuevo acuerdo de Sistema Político, la llamada sala de máquinas de la Convención, lo más probable es la tendencia a la moderación, cosa a la que este llamado al encuentro le hace un importante favor, y qué, adjetivos màs o adjetivos menos, queden muchos aspectos similares al actual sistema, con una Cámara de la Regiones con algunas facultades parecidas al actual Senado.
Así las cosas, no podemos esperar que sea la Convención la que, con una varita mágica, cambie este Chile hecho a la medida de los ricos y poderosos. Por el contrario, debemos ser nosotros, los trabajadores, jóvenes y mujeres que nos aburrimos de dejarnos pisotear y sólo agachar la cabeza. Si queremos derechos no se los podemos dejar en las manos de los mismos que nos ponen la soga al cuello cada vez que suben los precios de los alimentos, tenemos que ser nosotros quienes los conquistemos y para eso es necesaria la organización y la lucha de los trabajadores y el pueblo, por salud, educación y pensiones dignas. Para acabar con este Chile para ricos, poner fin al saqueo y la explotación.