Se trata del expolicía Roberto Oscar González, prófugo de la justicia argentina desde 2005. Actuó en la ESMA, participó del operativo donde es asesinado Walsh, acusado también de secuestros, torturas y apropiación de un bebé nacido en ese centro de exterminio.
Gloria Pagés @Gloria_Pages
Jueves 25 de junio de 2020 13:56
Foto: Tadeu Vilani / Agencia RBS
Es uno de los imputados en la megacausa ESMA. Sergio Torres, el juez federal que en ese entonces tenía en sus manos la causa no pudo ni siquiera tomarle declaración indagatoria porque ya gozaba de la impunidad de su fuga a Brasil. Ahí arranca la búsqueda de quien era apodado como Gonzalito o Federico. Tres años después, en 2008, el juez dictó el pedido de captura internacional contra González.
Patricia Walsh, Carlos "Sueco" Lordkipanidse", sobreviviente de la ESMA y las abogadas Liliana Mazea y Myriam Bregman, con el patrocinio de Matías Aufieri, abogado del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CEPRODH) se presentarán ante Cancillería y el Juzgado en lo Criminal Correccional Federal n°12 para manifestar la preocupación y reclamar que se arbitren todos los medios para que González sea extraditado y juzgado por todos los crímenes cometidos en el marco de la dictadura cívico-militar-eclesiástica.
El derrotero para dar con el represor fue más que largo, y la negativa a extraditarlo es ahora la última pieza de la saga de impunidad.
Luego de diez años escondido, en junio de 2015 fue capturado por la Policía Federal de Brasil en Río Grande do Sul.
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Luciana Bertoia es quien sacó a la luz esta semana que el Supremo Tribunal Federal (STF) brasileño rechazó el pasado 11 de mayo la extradición de González.
Los jueces del STF, fundamentan su negativa a la extradición con un argumento que da por tierra la jurisprudencia sobre delitos de lesa humanidad y s y su carácter de imprescriptibilidad. Así, Marco Aurélio, relator del STF, señaló que “el hecho de que haya cuerpos desaparecidos no es suficiente para llegar a la conclusión de que las víctimas están vivas sin elementos concretos que validen esta visión.”
Los argumentos usados por el STF revisten la gravedad de ignorar las normas internaciones sobre derechos humanos, que se imponen por encima de la legislación interna, en este caso la brasilera. Más grave resulta esto cuando uno de los fundamentos usados para impedir la extradición del genocida González, es la ratificación de la Ley de Amnistía que Brasil sancionó en 1979, en plena dictadura.
Así, al menos hasta el momento, el Poder Judicial brasilero marca así un nuevo hito en la impunidad que goza Gonzalito. Está por verse cómo reaccionará la Cancillería local frente a esto y ante el reclamo que se presentará por parte de Patricia Walsh y Carlos Lorkipanidse.
“Desearía haberle disparado a Rodolfo Walsh”
El segundo tramo de la megacausa ESMA tuvo a Patricia Walsh como querellante. Su abogada, Myriam Bregman, representó también en ese juicio a Carlos “Sueco” Lorkipanidse, Enrique “Cachito” Fukman, Arturo Osvaldo Barros, María Celeste Hazan y Laura Villaflor.
En esta instancia judicial fue el asesinato de Rodolfo Walsh fue uno de los casos tratados, y fue una instancia más en la larga lucha de su hija por obtener justicia y castigo a los culpables del asesinato de su padre.
“A un año del golpe, Rodolfo Walsh, en su Carta Abierta a la Junta Militar, ya daba cuenta de la magnitud genocida de la dictadura. Hoy Rodolfo Walsh los vuelve a acusar. Hoy podemos estar aquí juzgado algunos de aquellos hechos que constituyeron el genocidio, como los que damnificaron al propio Rodolfo Walsh”, relataba Bregman en el su alegato el 18 de mayo de 2011, donde se escucharon los fundamentos de la querella.
La famosa Unidad de Tareas 3.3.2 llevó adelante el día viernes 25 de marzo de 1977 un operativo de gran magnitud en las inmediaciones de las Avenidas San Juan y Entre Ríos de la ciudad de Buenos Aires, cuyo objetivo primordial consistía en secuestrar a Rodolfo Walsh, para su posterior interrogatorio bajo tortura y sometimiento a condiciones inhumanas de alojamiento dentro de la ESMA.
Ante la resistencia de Walsh a ser secuestrado, el grupo de tareas le disparó reiteradamente, lo que le produjo numerosas heridas de tal gravedad que terminaron provocándole la muerte, en un momento que todavía no ha podido precisarse pero que oscila entre su secuestro y los primeros instantes de su llegada a la ESMA.
Hasta el día de la fecha siguen ocultando los restos de Rodolfo Walsh.
En los fundamentos de la querella, Myriam Bregman señaló como responsables a Jorge Eduardo Acosta, Alfredo Ignacio Astiz, Pablo Eduardo García Velasco, Jorge Carlos Radice, Juan Carlos Rolón, Antonio Pernías, Juan Carlos Fotea, Julio César Coronel, Ernesto Frimon Weber, Ricardo Miguel Cavallo. Quien no estuvo en el tribunal y por ende no fue juzgado, fue precisamente Roberto González, que, como dijimos, estaba en Brasil disfrutando de su impunidad.
Enormes fueron los esfuerzos realizados junto a Patricia Walsh, la hija del escritor, para llevar a juicio a los responsables de este crimen “para condenar a los miembros de la patota de la ESMA que participaron del operativo, donde los represores capturaron a Rodolfo. Y seguimos la pelea en las máximas instancias de la Justicia porque el Tribunal Oral Federal N.° 5 había absuelto a dos de ellos, y logramos revertir esas absoluciones”, sostuvo su abogada Myriam Bregman.
Muchos años antes, Patricia Walsh había quedado impresionada al escuchar la declaración del comisario González en una de las audiencias de los Juicios por la Verdad –instancias que se iniciaron en 1998, donde los represores de la dictadura declaraban en los Tribunales y relataban los hechos más aberrantes, pero sin perjuicio de ser condenados, en momentos donde reinaba la impunidad de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
“Yo integré el grupo de tareas de la ESMA que salió de la ESMA y que fue a buscar a una persona que luego supe era Rodolfo Walsh”. (…) “También Emilio Eduardo Massera a quien lamentablemente no se puede juzgar hoy, reconoció que el Grupo de Tareas de la ESMA estaba involucrado en los hechos que tienen que ver con Rodolfo Walsh”. Así Gonzalito se jactaba de haber sido parte de ese operativo.
Fue el propio Massera quien lo condecoró en 28 de septiembre por su “Heroico valor en combate”, y también recibió la medalla de “Herido en Combate.”
El comisario González, no contento con haber sido parte del operativo contra el escritor y periodista autor entre otras obras de enorme valor histórico como Operación Masacre y ¿Quién mató a Rosendo?, dio una entrevista al sitio GaúchaZH.
“- ¿No tuvo un papel directo en su muerte?
"González obligó a un prisionero a bautizar a su hijo y ponerlo a él como padrino"
Carlos “Sueco” Lordkipanidse es sobreviviente de la ESMA y uno de los querellantes en la megacausa. Recuerda, por supuesto, al comisario González, y relata que fue uno de los primeros que lo “recibió” cuando es secuestrado y llevado prisionero a la ESMA en noviembre de 1978.
“Me recriminaba mi militancia, y estaba empecinado en querer presentarme como partícipe del atentado que terminó con la muerte de ‘su jefe’, el comisario Villar. Se refería a él todo el tiempo como ‘mi jefe’”, relata el “Sueco” a La Izquierda Diario.
Esta referencia de tanta cercanía con Villar, “indica que debe haber participado también de la Triple A, y es algo que después el “Turco Julián” ratificó.”
González gozaba de autonomía dentro de la ESMA. Se había desempeñado previamente en la Dirección General de Operaciones de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana, con el grado de Subinspector y luego pasó en “comisión” al centro de clandestino de detención de la Marina, para ser parte del grupo de Tareas 3.3.2. “Dentro de lo que era el grupo de tareas de la Marina en la ESMA había un subgrupo que era de la Policía Federal y lo conformaban Antonio “Colores” Del Cerro, el “gordo” Linares, Julio “el Turco Julián” Simón y Gonzalito”, resalta Lordkipanidse. “Aunque actuaban en interrelación con los marinos tenían una especie de autonomía y prisioneros propios”.
Tan es así que González es quien tenía a cargo a los detenidos desaparecidos que son llevados a la ESMA luego de haber pasado por llamado “Circuito ABO”, comprendido por los centros clandestinos Atlético, Banco y Olimpo.
Esa autonomía y poder que tenía el represor Roberto González se evidenciaba también en que era “el único que entraba armado al ‘Sector 4’, el sótano donde nos interrogaban y torturaban. Ahí, por ejemplo, los oficiales tenían que dejar el arma en la guardia”.
El Sueco recuerda algo realmente macabro: “con el tiempo supe que obligó a un prisionero que había tenido un hijo a bautizarlo y tenerlo a él como padrino, una morbosidad absoluta”.
Es hora de sentarlo en el banquillo de los acusados, y que Cancillería y el Tribunal hagan lugar al pedido de sus víctimas y familiares de detenidos y asesinados sobre los que González es responsable.