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Red Internacional
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Cifras que hablan. Brechas de género: ¿qué cambió con la gestión "feminista" de estos años?

Los obstáculos de las mujeres al momento de ingresar al mercado laboral mantuvieron las asimetrías. La recuperación redunda en una reactivación laboral con más precarización e ingresos de pobreza, y donde las brechas de género mayoritariamente se mantienen demostrando que su carácter estructural no ha sido atacado en la raíz.

Jueves 14 de abril de 2022 12:37

(*) hasta el momento las estadísticas oficiales reproducen el binarismo sexual, por lo cual utilizaremos “mujeres/varones”.

(*) hasta el momento las estadísticas oficiales reproducen el binarismo sexual, por lo cual utilizaremos “mujeres/varones”.

Las consecuencias del aumento del 7,2% en los alimentos en marzo -60% en el último año-, cuando estos representan el 35% de los gastos de los hogares más pobres (según la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares del INDEC), son más sentidas en los hogares sostenidos por mujeres solas, porque están sobrerrepresentadas entre quienes perciben los ingresos más bajos.

En el lanzamiento hace más de dos años de la dirección de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía, la ahora exdirectora Mercedes D’alessandro, expresó que las mujeres están sobrerrepresentadas entre quienes tienen los menores ingresos y subrepresentadas en el otro extremo, y que “las mujeres ganan 29% menos, tienen mayores niveles de desempleo y de precarización laboral”. El gobierno creó esa como otras instituciones con el objetivo, supuestamente, de “gestar políticas para resolver las desigualdades económicas que se expresan en términos de género”, y presentó presupuestos destacando su “perspectiva de género” por la cantidad de programas tendientes a reducir estas brechas.

Veamos cómo se comportaron las asimetrías en estos dos años, tomando los indicadores más importantes -los clásicos como la tasa de actividad, empleo, desempleo, también los ingresos medios y el trabajo doméstico no remunerado- discriminado por sexo (*), desde el último trimestre del 2019 hasta el 4to trimestre 2021.

¿Qué pasó con las asimetrías a lo largo de estos dos años en Argentina?

La tasa de actividad es la proporción de personas que participan en el mercado de trabajo (estén ocupadas o desocupadas buscando empleo) y la población total. Ésta es ampliamente mayor entre los varones. Pese a que viene recuperándose muy lentamente, la diferencia con los varones se mantuvo en casi 20 puntos porcentuales (p.p.) menor en promedio a lo largo del período.

Fuente: #CifrasQueHablan, elaboración para La Izquierda Diario, en base a la Encuesta Permanente de Hogares - INDEC.

Esta desigualdad en la tasa de actividad puede tener múltiples causas, pero sin dudas una de las más importantes es el tiempo que las mujeres y niñas tienen que dedicar a las tareas del hogar y de cuidados, no remuneradas, que obstaculizan el acceso pleno al mercado de trabajo e incluso, limita la búsqueda de trabajo de quienes están desocupadas.

De igual modo, la tasa de empleo, que es la proporción de las personas ocupadas entre la población total, siempre es mayor en el caso de los varones, y la diferencia también se mantuvo relativamente constante en 18,5 p.p. menor. En el último trimestre, 46 de cada 100 mujeres se encuentran empleadas, mientras 65 de cada 100 varones lo están.

Fuente: #CifrasQueHablan, elaboración para La Izquierda Diario, en base a la Encuesta Permanente de Hogares - INDEC.

Las tasas de actividad y empleo varían según la región, edad, nivel educativo, la presencia de niñxs en el hogar; aunque siempre es menor en las mujeres. En las personas de 30 a 64 años, las tasas de empleo son mayores pero la diferencia entre varones y mujeres asciende a 22 p.p., en cambio entre quienes tienen entre 14 y 29 años son mucho menores al nivel general y la diferencia se achica a 12 p.p.

Fuente: #CifrasQueHablan, elaboración para La Izquierda Diario, en base a la Encuesta Permanente de Hogares - INDEC.

Terminando el 2021, por cada 100 mujeres jóvenes, 34 estaban empleadas, mientras que la proporción entre los jóvenes varones era de 45 por cada 100.

Diferente es la tasa de desocupación -la proporción de personas desocupadas entre todas aquellas que tienen una ocupación o que, sin tenerla, la están buscando activamente- porque siempre es mayor para las mujeres aún siendo menos entre las personas activas, implica que tienen más dificultades para conseguir un empleo. La tasa de desempleo viene descendiendo lentamente y también la diferencia entre varones y mujeres, que en promedio es de 1,7 p.p. mayor que sus compañeros. La mayor diferencia se dio durante la reactivación del empleo, 4,8 p.p. en el 1er trimestre 2021, demostrando que las mujeres tardaron más tiempo en volver al empleo.

Fuente: #CifrasQueHablan, elaboración para La Izquierda Diario, en base a la Encuesta Permanente de Hogares - INDEC.

Si el trabajo doméstico no remunerado (TDNR) es la punta del iceberg que retroalimenta esta asimetría, ¿varió el tiempo y la responsabilidad de quienes realizan estas tareas? Según la Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo del INDEC (2013), 9 de cada 10 mujeres dedican un promedio de 6,4 horas semanales a estas tareas en el hogar, y sólo 6 de cada 10 varones participa en estos trabajos utilizando 3,4 horas. A ocho años de esa encuesta, el INDEC informa que “mientras que la proporción entre los varones es algo menos de 5 de cada 10, hay 8 de cada 10 mujeres a cargo de las tareas domésticas”, según el Dossier Estadístico del 8 de marzo.

Entonces, ¿la "recuperación" cambió las asimetrías?

Los obstáculos que tienen las mujeres en el mercado laboral se mantuvieron a lo largo de estos dos años y se refleja en el comportamiento casi constante de las asimetrías. Esta serie también confirma que en tiempos de crisis la desigualdad se agudiza, la posterior recuperación es más lenta en las mujeres, y las diferencias mantienen su dinámica general.

El informe de la Mesa Federal de Políticas Económicas con Perspectiva de Género -que nuclea a 40 funcionarias de 21 provincias- plantea que “la recuperación fue más lenta para las mujeres que para los varones y esto no puede analizarse sin tener en cuenta la distribución desigual de las tareas no remuneradas en los hogares y su inserción laboral en el mercado de trabajo”. Parte del momento de mayor crisis, durante el 2do trimestre de 2020, cuando la tasa de actividad de las mujeres desciende 8,2 p.p., de 49,4% al 41,2%, y 14 p.p. entre las mujeres madres de hogares monomarentales. Y la tasa de empleo cayó de 44,7% a 35,6% porque las mujeres habían perdido 1,7 millón de puestos de trabajo, principalmente los más precarios como el trabajo en casa particulares.

Y concluyen que la recuperación fue más lenta para las mujeres: al 3er trimestre 2021 la tasa de empleo ascendió a 45,9%, superando los valores previos a la crisis, cuando la tasa de los varones ya la habían superado en trimestres anteriores y se ubicó en 63,7%. Se explica principalmente porque los sectores más dinámicos de la economía que se recuperaron fueron construcción, tecnología e industria, donde las mujeres están subrepresentadas. Por último se están recuperando el trabajo en casa particulares, comercio, turismo, donde histórica y mayoritariamente se emplean las mujeres con mayores niveles de informalidad.

Esta parcial recuperación laboral postpandemia mantiene la dinámica estructural de las asimetrías: la sobrecarga de las tareas domésticas y de cuidado, el trabajo precario -menos derechos y más ganancias para las patronales- e ingresos de pobreza; variables que el informe de la Mesa Federal, por supuesto, no toma en el balance.

Brechas de género, pero juntos en la pobreza

El ingreso medio -salarios, jubilaciones, subsidios, etc.- de las mujeres alcanza a cubrir como máximo el 62 % de la Canasta Básica Total (CBT) del INDEC para una familia integrada por dos adultos y dos menores (sin incluir el alquiler), y el de los varones cubre hasta el 88%.

El propio INDEC indica que el ingreso promedio de un hogar pobre alcanza apenas a cubrir alrededor del 60% de la canasta en este mismo período.

Fuente: #CifrasQueHablan, elaboración para La Izquierda Diario, en base a la Encuesta Permanente de Hogares - INDEC.

La brecha de ingresos en el 3er trimestre 2021 fue del 28.4% -mismo nivel que el 3er trimestre 2019-, y entre los asalariados sin descuento jubilatorio (precarizados) asciende al 35% -mismo nivel que el 3er trimestre del 2019- siendo el ingreso medio de las trabajadoras precarias $20.291 y $31.111 el de sus compañeros. En ese momento, la CBT para una familia se ubicaba en $70.232, por lo cual, con el ingreso de dos adultos precarizados no alcanzan a cubrir la canasta para un hogar con dos niños.

Al siguiente trimestre la brecha de ingresos descendió al 24,9% pero también bajó para ambos la porción de la CBT que pueden cubrir con sus ingresos medios. Inflación en ascenso sostenido e ingresos que corren lento por detrás.

Fuente: #CifrasQueHablan, elaboración para La Izquierda Diario, en base a la Encuesta Permanente de Hogares - INDEC.

Entonces, si bien las tasas de actividad y empleo subieron entre las mujeres, continúa existiendo una diferencia de 20 puntos con respecto a los varones. La recuperación del mercado laboral también reproduce y perpetúa las brechas por género. Con una inflación interanual del 60% en alimentos, sin dar respuesta a la precarización laboral -alta para ambos pero donde la brecha de ingresos es de 35%- ni a la sobrecarga de las tareas de cuidados, resulta en aumento de las trabajadoras y trabajadores que pasan a engrosar las cifras de la pobreza.

Por ello, los informes y discursos desde el gobierno junto a sus ministerios y direcciones de género, eligen escindir las cifras de recuperación de las brechas; el ajuste sobre los ingresos respondiendo a los acuerdos que sellaron con el FMI de la precarización laboral entre las mujeres y sus consecuencias en menos derechos y más pobreza.

Resulta urgente que los salarios, jubilaciones, pensiones, subsidios y planes, se actualicen automáticamente a la par de la inflación porque los bonos no alcanzan y se licúan. Eso plantea el proyecto de ley presentado por los diputados y diputadas del Frente de Izquierda: ningún salario debajo de $ 85.000, aumento de emergencia para salarios, jubilaciones y programas sociales.

Mientras tanto, la fuerza de las mujeres más pobres luchando en las calles, atacadas por el oficialismo y la oposición de derecha, requiere el apoyo del movimiento feminista. Salir a las calles por estas demandas, exigiendo a las centrales sindicales que rompan la tregua, y en unidad trabajadoras y trabajadores, desocupados y ocupados.