Para pensar una salida consistente al problema ambiental generado por el capitalismo se debe observar la situación actual de la economía, su dinámica y las relaciones sociales concretas que determina.
Este período se caracteriza a nivel mundial por el estancamiento. La clave acá es ver que los dos principales centros mundiales de los que Chile depende, Estados Unidos y China[1], están en esta situación de estancamiento, vale decir no hay un nuevo impulso de acumulación capitalista y la tendencia mundial es a la baja. En ese sentido, el agotamiento del modelo capitalista chileno depende del agotamiento de la economía mundial. Que en el caso de Chile, pasa por su doble dependencia, de la vitalidad del imperialismo y la economía norteamericana y del consumo Chino de materias primas, fundamentalmente cobre.
Así, cualquier política pensada en mitigar y reconvertir energéticamente tiene que partir de esta realidad y de la dinámica del capitalismo con la naturaleza.
La relación entre el capitalismo y la naturaleza
Los motores del capitalismo son la competencia y la búsqueda de ganancia. Esto lo lleva a la búsqueda incesante de nuevos mercados y a la sobreproducción, poniendo las necesidades de ganancia de los capitales por sobre las necesidades sociales y el cuidado del medioambiente. Un ejemplo donde estos se puede constatar hoy en día es la selva amazónica en Brasil, que con las políticas de Bolsonaro quedó a merced de los capitales norteamericanos, que buscan en uno de los principales pulmones del globo la apertura de nuevas inversiones, lo que ha significado ya la destrucción de un 20% del Amazonas brasileño. [2]
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El capitalismo por tanto, está basado en la acumulación ilimitada del capital. Esto establece una primera relación con la naturaleza que no es armónica, sino irracional, poniendo los criterios monetarios sobre los sociales. Un ejemplo de aquello es que si el mundo se comportara como Chile, los recursos de la tierra se habrían agotado hace 2 meses, considerando su capacidad de bio-regeneración [3]. Lo anterior se produce en un marco de agotamiento del modelo económico, estableciendo límites para que la burguesía encuentre para darle una salida (inversión que permita la descarbonización de la industria) o que posponga una la crisis ambiental, y que permita seguir al capital acumulando, hasta una nueva crisis u otros problemas ambientales generados por este.
¿Cómo se expresa esto en Chile?
Chile es un país atrasado, con una economía dependiente de los capitales estadounidenses y el consumo Chino. Siendo Estados Unidos el principal inversionista extranjero en el país, 29.000 millones de dólares es la inversión acumulada hasta 2015 [4] (junto a EE.UU., España, Canadá y Japón, concentran sobre los 100 mil millones, cercano al 35%). El 70% de su explotación la realizan grandes transnacionales como BHP Billiton o Anglo American de capitales imperialistas.
La energía que en Chile se produce y la utilización de recursos naturales es para sostener la producción de estas grandes empresas. Por ejemplo más del 90% de las aguas no consuntivas -aguas que se consumen, no vuelven a su cauce- es para sostener actividades productivas y/o extractivas, la industria ganadera se lleva el 73% de las extracciones, mientras que la minería y la industria se llevan un 21% de estas,[5] lo que ha llevado a crisis hídricas a diversos sectores, como por ejemplo Petorca o Antofagasta, donde las comunidades no tienen agua disponible para sus cultivos o no disponen de agua libre de contaminantes para beber.
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Además, los estados imperialistas utilizan a países como Chile, como su patio trasero para la generación de riqueza ya sea en el ámbito rentistas extractivista y en la generación de energía sucia para sostener estos proyectos, así desde el 1996 al 2014 la energía a carbón aumentó en un de 33% a 69% [6], mientras que esos países si bien no han disminuido sus emisiones, estas han aumentado muy lentamente, produciéndose un desplazamiento de la huella de carbono hacia las economías dependientes.
En un marco de agotamiento, estas empresas que están en Chile deben ocupar cada recurso para poder competir a nivel mundial. Es decir, no hay espacio para cambios tecnológicos que signifiquen un cambio cualitativo en el modelo de producción y la forma de extracción. Por otro lado, es utópico pensar que el Estado garantice reformas en pos de avanzar en la reconversión energética y en la utilización armónica de recursos naturales cuando vemos que a nivel internacional la dinámica es la inversa. Es decir, producto del agotamiento del modelo capitalista los Estados vienen reduciendo el gasto fiscal y en los casos en que los Estados impulsan leyes-reformas que los capitales imperialistas consideran atentan contra sus ganancias llevan a estos a cortes internacionales, las cuales fallan en un 70% en favor de las empresas (sobre todo en el marco de la aprobación de un TPP-11).
Sobre el fondo de adaptación
Hace algunas semanas RD, por medio de Catalina Pérez, lanza su hoja de ruta para enfrentar la crisis climática donde proponen la creación de un fondo para la mitigación de los efectos del cambio climático a partir del remanente de la antigua ley reservada del cobre. Es decir, nos plantea que recursos que podrían ser destinados a educación, salud, pensiones, se ocupen en mitigar lo que han generado -y que seguirán generando- los grandes capitales imperialistas. En el fondo, no atacan el problema central, buscan hacer “más amigable” la expoliación de los recursos naturales por parte del gran capital extranjero, poniendo un pequeño parche a la crisis climática.
Es decir, somos nosotros nuevamente quienes pagaríamos los costos del modelo productivo actual, mientras que Según el estudio Nuevas Estimaciones de la Riqueza Regalada a las Grandes Empresas de la Minería Privada del Cobre: Chile 2005-2014, la renta económica de las 10 grandes empresas de la gran minería privada fue de 120.000 millones de dólares solo entre el 2005 y 2014. Esto, sobre los 10.000 millones de dólares de ganancia anuales, de las 10 principales mineras privadas.
La mitigación y la reconversión energética no es pacífica ni evolutiva
Actualmente la eliminación de los Gases de efecto invernadero (GEI) le cuesta a la humanidad 13 billones de dólares, correspondiente al PIB chino actual [7]. Si suponemos que los grandes capitales imperialistas se pusieran de acuerdo para invertir en ello- lo que sería utópico considerando que su relación se establece en base a la lógica de la competencia- el costo significaría la crisis más grande en la historia del capitalismo. Por lo tanto, la salida capitalista sería en base a ajustes y a la pauperización de la vida de las grandes mayorías.
La descarbonización, comprendida como el cambio de la matriz energética para llegar a una tasa 0% de emisión de gases de efecto invernadero, llevada adelante por las burguesías y los capitalistas, sentaría las bases para un nuevo ciclo de explotación humana y de recursos naturales, lo que solo correría el plazo de la crisis y sentaría nuevas bases para nuevos problemas ambientales. Un ejemplo de esto, es la reconversión alimenticia de carne a soja en Argentina, que significó la erosión y desgaste de los suelos [8] y el aumento de la tasa de cáncer en los lugares en que se usa Gliofosfato, un probable herbicida mutágeno [9]. Así, la única salida para las grandes masas por lo tanto, sería la planificación de la economía en base a las necesidades sociales y no a la acumulación irracional del capitalismo.
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La finalidad del control obrero y comunitario para la mitigación y reconversión
El problema de la mitigación y reconversión en los marcos del capitalismo es que sería denigrando las condiciones de vida y aplazando el problema para un nuevo momento. Así, ¿tiene alguna salida la sociedad? ¿podemos cambiar la irracionalidad del capitalismo? . Se debe partir por cambiar la lógica con la que se produce, orientada hacia las necesidades reales de la sociedad y no hacia las ganancias de un puñado de capitalistas.
Esta irracionalidad que hoy se observa de forma particular en Chile , responde a cómo un grupo de capitalistas transnacionales ocupan a los países atrasados y dependientes, para producir a bajo costo, en términos laborales, energéticos y así poder competir en un capitalismo en agotamiento.
Desarrollar un modelo económico sustentable en el tiempo requiere de ocupar los excedentes productivos con este fin. Así, es necesario que la sociedad en su conjunto conozca cuales son las ganancias de estas industrias, cúanto de esto están fugando hacia el exterior. Un dato interesante es que en 2018, 14 de 29 mineras declaró pérdidas, en uno de los negocios más rentables del mundo[10], con rentabilidades promedios de 80% en Chile. También por datos oficiales del mismísimo FMI, se sabe que la riqueza offshore (fuera del país) que fugan las grandes transnacionales en América Latina y el Caribe representa el 6% del PIB ( alrededor de 300 mil millones de dólares) [11]. Así en su conjunto se requiere la necesidad de controlar aspectos fundamentales de la producción. Así creemos que los trabajadores en conjunto a las comunidades deben luchar por:
Conocer cuáles son las rentas y ganancias de las transnacionales del sector productivo, para ello es necesaria la apertura de todos los libros contables, de finanzas y administrativos para que los trabajadores tengan conocimiento de cómo se gestionan los recursos y puedan establecer un marco real de mitigación y reconversión, además de develar el derroche capitalista y que su forma anárquica es la que nos lleva a un mundo con condiciones climáticas que pueden ocasionar una crisis humanitaria.
Para lo anterior se hace necesario crear organismos de trabajadores que puedan ser parte de esta organización , fiscalizando que las ganancias que se declaran correspondan a lo realmente generado por los trabajadores, determinando si hay fuga de capitales.
Al calor del debate por la crisis climática, movimientos como “Fridays for future” plantean el cierre de fábricas que obtengan su energía en base al carbón u otros combustibles fósiles de no reconvertir su modo de abastecimiento energético. Somos enfáticos en plantear que estas políticas chocan directamente con los intereses de la clase obrera, el cierre de fábricas implica la pérdida de puestos laborales y por ende el sustento de familias. Nuestra política es clara, ninguna familia debe quedar en las calle es por ello que los cierres de fábricas no son una alternativa para hacer frente a este problema ya que implica la pauperización de las condiciones de vida de trabajadores y sus familias.
Establecer, en base al punto 2 y 3, un impuesto a las ganancias reales que permita obtener un fondo de mitigación y reconversión sostenible en el tiempo y para que ello sea posible deben ser los trabajadores en conjunto a las comunidades quienes lo administren, ya que en manos de los capitalistas o de sus políticos no son las reales necesidades sociales ni la resolución de conflictos ambientales lo que primará.
De existir fugas de ganancias o de negarse al alza de impuestos, la empresa debe estatizarse bajo control de los trabajadores y comunidades.
Pero ninguna de estas tareas será posible sin la fuerza de la clase trabajadora y el apoyo de las más amplias mayorías que luchen por este programa.
[1]https://datos.bancomundial.org/indicador/NY.GDP.MKTP.KD.ZG?end=2018&locations=CN-US&start=1961
[2 ]http://data.footprintnetwork.org/#/countryTrends?cn=40&type=earth
[3]https://rainforests.mongabay.com/amazon/deforestation_calculations.html
[4]http://www.sice.oas.org/TPD/CHL_USA/Studies/00-INFORME-EEUU-Mayo-2015.pdf, cuadro 2-12
[5]https://www.mop.cl/Documents/ENRH_2013_OK.pdf
[6]https://www2.deloitte.com/cl/es/pages/energy-and-resources/articles/estudio--sector-energetico-chile-2016.html “Los combustibles fósiles se presentaban hasta hace unos años como una fuente de energía abundante, barata y respuesta preferente a los desafíos que el desarrollo económico mundial requería. En este contexto, Chile ha carbonizado su matriz primaria aumentando su dependencia. Entre 1996 y 2014 la participación de los combustibles fósiles en la matriz nacional se incrementó de 33% a 69,4%. Sin embargo, en el futuro esta perspectiva tiende a cambiar. La creciente urbanización mundial y la irrupción de nuevos países como grandes consumidores de energía, implicará un panorama más complejo de escasez y alta competencia por el uso de algunos combustibles.”
[7]https://www.technologyreview.com/s/527196/how-much-will-it-cost-to-solve-climate-change/
[8] Taudal, Miguel (2013). «Soja Transgénica y la Crisis del Modelo Agroalimentario Argentino»
[12]https://www.ciat.org/tax-evasion-in-latin-america-an-urgent-call-for-attention/?lang=en
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