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Red Internacional
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Psicología. Campañas de Miedo y Despolitización: La Psicología en la Estrategia de Control durante la Dictadura Chilena

A 51 años del golpe militar nos queremos referir al rol de la psicología desde el estrado de la represión, mucho se ha hablado de la participación de médicos, cadenas de grandes medios de comunicación, pero ¿Se usaron técnicas psicológicas en la dictadura? ¿Participaron psicólogos en la planificación? ¿Tiene impacto en la actualidad?

Sábado 14 de septiembre

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En este artículo nos queremos referir de forma breve acerca del rol que jugó la psicología en la dictadura de nuestro país: el rol de los psicólogos en la planificación de la estrategia mediática y en la tortura. Finalmente queremos explorar algunos datos rescatados del estudio "Repercusiones en salud mental en adultos víctimas de prisión política y tortura en infancia y/o adolescencia durante la Dictadura Militar chilena", de la Universidad de Valparaíso.

¿Se puede hablar de un rol de la psicología en la dictadura?

La psicología es la ciencia que estudia la mente y el comportamiento humano. Tener en cuenta esta escueta explicación es importante porque, aunque no se encuentran registros o testimonios de una gran cantidad de psicólogos en la dictadura militar, si es posible dilucidar que la derecha golpista, con Pinochet a la cabeza, vieron la importancia de utilizar estos conocimientos. Esto es lo que comenzaremos a destrabar en los siguientes párrafos.

Retazos de esta dimensión en lo que fue la dictadura militar ha llegado a nuestros oídos a través de análisis conocidos como el de Naomi Klein, en su libro "La Doctrina del Shock". Algo de lo que debiésemos partir es del hecho de que el uso de la psicología y la psiquiatría fue parte de una estrategia neoliberal, impulsada y orientada por el imperialismo, que operó de manera similar en Argentina y Uruguay. Sin embargo, como veremos, hay aspectos más profundos.

Pero ¿Se puede hablar un rol de la psicología en la dictadura militar? Para ser precisos, vamos a hablar de la instrumentalización del conocimiento y del control de este, en particular del estudio del comportamiento humano. El uso de la psicología contra la clase obrera y el pueblo en general fue un ejemplo de como las clases dominantes se sirven de los conocimientos que tienen en sus manos, por el que pueden pagar, poseer, existentes; en las universidades, apoyados por los profesionales y académicos, que apoyan su proyecto político para sostener su poder a costa de sangre e impunidad.

Es en esta línea que en 1973 las universidades sufrieron la intervención militar a nivel nacional. En la Universidad de Chile y en otras universidades, la carrera de psicología fue clausurada (aunque un año más tarde fue reabierta), mientras que en las que se mantuvo, como en la Pontificia Universidad Católica de Chile, su enfoque fue modificado, mermando el enfoque comunitario para reemplazarlo por un enfoque técnico, clínico y totalmente despolitizado.

Estrategia mediática: Departamento de Relaciones Humanas

En el Centro Cultural Gabriela Mistral, antes Unctad III y posteriormente nombrado el 11 de septiembre de 1973 Edificio Diego Portales, se despliega uno de los centros operacionales de la junta militar. Allí funcionó la DINA y el Departamento de Relaciones Humanas, que reunía a “psicólogos, sociólogos y periodistas vinculados por su conocimiento de la comunicación y de la opinión pública” (Íñigo, 2021) con el objetivo de idear campañas mediáticas que criminalizaran las protesta. El objetivo era convencer a la población a apoyar la dictadura, conseguir un mayor control de sus vidas, la presión, la “construcción nacional” frente a la gran “amenaza marxista”.

Desde el Departamento de Relaciones Humanas, la dictadura militar llevó adelante una estrategia de guerra psicológica y propaganda masiva. Esta implicó la manipulación de medios colectivos y la difusión selectiva de información para fomentar el miedo, la sumisión y destacar la figura de Pinochet como líder autoritario. Todo en un el marco de legitimar el golpe y consolidar la dictadura. Esta sería la Campaña de Penetración Psicológica Masiva.

La sumisión y la propagación del terror no eran solo con el objetivo de someter; también se buscaba despolitizar a través del miedo. Esto último era algo central: si se mantenía a la población despolitizada se disminuía la capacidad de respuesta y era mucho más fácil desarmar políticamente a quienes querían luchar contra la dictadura.

Es así como los medios comienzan a usar una táctica de orden versus caos en sus portadas, llamada “estrategia de contraste”:

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Hernán Tuane y los documentos del miedo

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Hernán Tuane, fue profesor de psicología en la Universidad de Chile. También se desempeñó como criminólogo de la PDI y fue el psicólogo a cargo del Departamento de Relaciones Humanas junto con la Campaña de penetración psicológica masiva. Con sus recomendaciones se planificaron las campañas de guerra psicológicas diseñadas para fomentar el miedo y la despolitización de las masas.

Entre noviembre de 1973 y junio de 1974, Tuane firmó los documentos que serían el centro de la estrategia de la campaña del terror. En ellos se detalla una primera etapa – “periodo de instalación”- desde 1973 hasta 1975, años en los que se vivió la mayor persecución. El psicólogo advertía la falta de aprobación y compromiso de la población con la dictadura, por esto propone responder con la mayor instigación al miedo y angustia, con un despliegue mediático de una “Campaña de Penetración Psicológica Masiva” y en la persecución de la izquierda y todos aquellos quienes se movilizaban.

La tortura física es psicológica

De la mano de psicólogos como Tuane y otros 16 psicólogos como Moisés Aracena -quien se dedicó mayormente a las pruebas psicológicas y precedió a Tuane en 1975-, continua la guerra psicóloga en las torturas, pasando a un plano más particular del control social. Se practicaron distintas tácticas de adoctrinamiento y manipulación hacia los presos políticos, incluyendo la privación sensorial, amenazas sobre si mismo y a sus seres queridos, tortura física y exposición a torturas de otros presos. Se practicó la hipnosis y se usó pentotal sódico (droga de la verdad).

Los psicólogos, en general, no participaron de los interrogatorios. El rol clave de los psicólogos que colaboraban con la dictadura fue evaluar a los prisioneros y planificar la tortura más efectiva para aniquilarlos psicológicamente. En ordenar lo mejor de las tácticas para poder desarmar a quien tenían en sus manos.

Ahora que hablamos de salud mental ¿Cuáles fueron las consecuencias de la guerra psicológica?

A 51 años del golpe, en un mes que además es el mes de la prevención del suicidio y en un marco donde se ha ingresado el proyecto de Ley Integral de Salud Mental, es importante comentar que la tortura tiene consecuencias hoy, tanto físicas como mentales.

El estudio de la Universidad de Valparaíso, "Repercusiones en salud mental en adultos víctimas de prisión política y tortura en infancia y/o adolescencia durante la Dictadura Militar chilena", develó el potencial deterioro de la salud de quienes vivieron las estrategias de la guerra psicológica. Si bien este fue un estudio aplicado a un grupo reducido de personas, nos da un escenario de cuál es el estado de las consecuencias en materia de salud mental frente cuando hablamos de tortura y reparación.

Este estudio se llevó adelante contrastando a un grupo de personas que vivió la prisión política o la tortura frente a un grupo control, es decir, personas que habían vivido la dictadura, pero que no habían sido detenidos políticos. El resultado no es impredecible, pero es necesario decirlo.

Quienes vivieron la prisión política y la tortura presentan mayores niveles de depresión, estados de ansiedad, rasgos de ansiedad y trastorno de estrés postraumático (TEPT). También son un grupo propenso a desarrollar otras patologías, como trastorno de la personalidad, como el Trastorno Limítrofe (TLP), Paranoide, Esquizotípico, Histriónico, Antisocial y Trastorno Obsesivo Compulsivo.

Por otro lado, no hay una diferencia significativa entre quienes obtuvieron alguna medida de reparación y quienes no, por lo cual es un más necesario cuestionar la eficacia de estas, no solo en ámbito psicosocial, como lo sugiere el estudio, sino también en términos de impunidad.

La reparación también es verdad y castigo a quienes nos dañaron, a quienes fueron cómplices e ideólogos del dolor que sufrimos. La reparación para quienes vivieron la guerra psicológica y las tácticas de tortura de Hernán Tuane nunca va a estar completa si es que no se develan todos los secretos y crímenes de la dictadura militar: quiénes son esos 16 psicólogos, qué paso con los 1093 detenidos desaparecidos y con la muerte que ocurrieron en las detenciones. Cosas que en algunos casos se saben, pero que para cientos de familiares son una gran incógnita, que tanto para sobrevivientes de la tortura, como para familiares directos es fuente de gran angustia.

Las carga de las secuelas de la represión, físicas y mentales, la inserción en la vida cotidiana y la falta de herramientas que ofrece el estado para lidiar con todo esto, mientras cada año mueren personajes de la dictadura en impunidad, contribuyen sin duda a la frustración. Ejemplo de esto, fue la muerte de Hernán Tuane en 2022. En el Colegio de Psicólogos se han desestimado denuncias hacia psicólogos torturadores por años, haciendo alusión a la imparcialidad académica, siendo cómplice de una justicia para ricos que protege los pilares de la dictadura.