Catamarca creció demográficamente y comenzó a adoptar usos y costumbres de gran ciudad. La concentración urbana es un ejemplo.
Sábado 20 de agosto de 2016
Decenas de miles de jóvenes y trabajadores viven en los barrios “periféricos” sin empleo, educación y urbanización, como sucede por ejemplo en los barrios pobres de Tucumán, o en los de la Provincia de Buenos Aires como La Matanza o José C. Paz. También ocurre en grandes ciudades como Sao Pablo, Rio de Janeiro y Paris.
Esta gran “construcción de pobreza” tiene un objetivo, rebajar el promedio salarial de los trabajadores ocupados, con una gran masa de desempleados que empujen el salario a la baja.
Además de esto, para mantener sojuzgada a esta población “sobrante” del capitalismo catamarqueño se han desarrollado importantes mecanismos de control social, con una fuerte violencia institucional a través de la policía provincial, con la militarización de la esfera pública, con continuos casos de gatillo fácil, torturas y vejaciones en las comisarías contra la juventud pobre y hasta la militarización de la infancia con la “policía infantil” que funciona todos los sábados, con la concurrencia de 400 chicos al “comando”.
Entre los mecanismos de control social más aprobados por la sociedad está el llamado “combate contra el delito menor”. Esta operación está segmentada, apunta contra los jóvenes pobres. Tiene un objetivo, que la sociedad los vea como un peligro para doblegar el peso de sus cadenas. Mientras el “gran delito” continúa ante nuestros ojos, totalmente impune.
¿Quién está implicado en el negocio del narcotráfico en Catamarca?
Como en toda gran ciudad, la policía de Catamarca detenta el monopolio del tráfico ilegal de drogas, como se puede apreciar a simple vista en las páginas policiales de los últimos 20 años en cualquier medio de comunicación local, desde las pistas clandestinas de Ramón Saadi en Huillapima en los 90 hasta el reciente caso donde el Senador Nacional Oscar Castillo (Frente Cívico y Social), quien públicamente vinculó a un socio del ex-funcionario Francisco Gordillo y a dos personas más que serían familiares del exjefe de Policía Juan José Palomeque, en la causa por el tráfico de 900 kilos de marihuana hacia la Ciudad Capital.
Si nos guiamos por los números de las causas que se conocen, es evidente que la Policía de Catamarca ha intentado hacer entrar gran cantidad de droga a la provincia.
Sustancias como la marihuana son de uso común y extendido en la juventud en Catamarca y en todo el mundo, por eso es legal en Uruguay, Estados Unidos y otros países. No es extraño que esto sea así, ya que sus propiedades medicinales y recreativas son muy importantes.
Sin embargo en Catamarca, donde el uso de la marihuana es incluso menor que en ciudades más “fumeras”, desde el gobierno están empeñados en una “caza de brujas” contra usuarios de cannabis montando espectáculos tipo “los juicios de Salem” contra reconocidos usuarios de cannabis recreativo, quienes fueron puestos en el banquillo acusador por tener un par de plantas, perdiendo su trabajo y siendo objeto de estigmatización.
En su edición del viernes 19 de agosto el diario El Ancasti continúa su cruzada “contra las drogas” con un pomposo artículo de tapa donde plantea que en un “gran operativo” la Policía local “descubrió” a un chico de 21 años, con 10 kilos de marihuana, “para ser vendida en la Universidad de Catamarca”. Luego el diario remata diciendo que el chico debería quedar incomunicado y preso: “Ya que eso establece la ley cuando la venta de droga se hace en cercanías a un establecimiento educativo".
Ahora, cabe preguntarse ¿Cómo un chico de 21 años se hace de 10 kilos de marihuana en Catamarca? ¿de dónde sacaría el dinero este chico de 21 años?. Estas preguntas básicas, mínimas, no son hechas por el periodista que redacta el sesgado artículo, que tiene como único fin informar sobre que “un chico de 21 años vendía 10 kilos de droga en la Universidad”.
Luego la nota se remata diciendo que el valor del “motín” es de 1.500.000 de pesos (sic). Y que “del operativo formó parte el Jefe de Policía, Julio César Gutiérrez, quien destacó la importancia del procedimiento.”. Si razonamos con una mentalidad de almacenero, podemos decir que 100 gramos de cannabis valen en la calle $ 2.000. Que cada kilo sale 20.000 pesos, y que diez kilos salen $200.000 pesos. ¿Cómo llegan el jefe de policía y el cronista de El Ancasti a la suma de 1.500.000 de pesos? Simple, mintiendo sistemáticamente con el objetivo de estigmatizar a la juventud e imponer un duro control social sobre esta, y de paso eximir de responsabilidades a los verdaderos responsables.
Si consideramos por ejemplo otro gran delito que dio mucha bronca entre los docentes en Catamarca, como fueron el robo de horas institucionales para 20 funcionarios amigos del ministro de educación Gutiérrez, la cifra ascendía a casi medio millón de pesos mensuales. Nadie todavía detuvo e incomunicó a estos ladrones y tampoco se tuvo en cuenta que su delito: “se hace en cercanías a un establecimiento educativo".
Para terminar con el negocio sangriento del narcotráfico hay que desarmar a la Policía, principal organizador de este negocio junto al de las redes de trata en la provincia. Legalizar la marihuana y dejar la condena social, es un tema pendiente. La salud de los chicos con problemas de adicciones, alcohol, pastillas, es un tema todavía pendiente. Pero nunca puede ser un tema represivo. Todos son “temas pendientes”. Menos salir a hacer ridículos shows tipo “policías en acción” para la foto.