Del 2 al 27 de marzo, un verdadero ejército de trabajadores precarios recorrerá un estimado de dos millones de kilómetros cuadrados por todo el país.
La Izquierda Diario México @LaIzqDiarioMX
Miércoles 19 de febrero de 2020
Del 2 al 27 de marzo se llevará a cabo el Censo Nacional de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Más de 151 mil entrevistadores irán de puerta en puerta por todo el país realizando entre 38 y 103 preguntas (cuestionarios básico y ampliado) a propósito de las actividades económicas, situación de la vivienda y otros datos demográficos y geográficos de la población mexicana.
Casas habitación, refugios, albergues, centros penitenciarios, hospitales psiquiátricos, cuarteles militares y de la Guardia Nacional, serán censados. Operativos especiales recorrerán desde drenajes profundos y bajo puentes hasta parques y alamedas para censar también a la población en situación de calle, en este ejercicio que viene realizándose cada 10 años desde 1895.
México es el único país en el mundo en implementar un censo de estas características.
Los datos de este censo, además de presuntamente servir para la definición de políticas públicas, pueden ser utilizados con fines de marketing. Se trata de un esfuerzo único en el mundo al que el Estado mexicano dedicó 8 mil 479 millones de pesos (51% del presupuesto asignado al Inegi en 2020) para su realización.
Este 2020, por primera ocasión, el censo se realizará primordialmente a través de un dispositivo electrónico. El Instituto calcula que los entrevistadores recorrerán dos millones de kilómetros cuadrados en un mes y visitarán más de 45 millones de viviendas. Los resultados se entregarán en el último trimestre del año.
¿Quiénes hacen posible esta labor monumental?
Desde 2019, el Inegi lanzó convocatoria para reclutar a más de 151 mil personas para trabajar en diversos puestos durante un par de meses por sueldos de poco más de 11 mil pesos mensuales.
Al llamado responden no sólo estadistas o geógrafos, sino también economistas, analistas, archivadores y capturistas. Principalmente, quienes nutren estas convocatorias temporales son algunos de ese ejército de desempleados que, sin mejores ofertas en puerta, aceptarán las condiciones laborales extenuantes en campo, sin horario fijo y sin ningún seguro para su integridad por un poco más del salario mínimo. Un sueldo estable, aunque sea por un par de meses, es un "lujo" que pocos desprecian.
Toc toc, la precariedad llama a la puerta
Las y los entrevistadores están en la base de la pirámide de este Censo, supervisores y responsables de área, municipales y de proyecto son sus jefes, a su vez empleados de este órgano estatal. En este censo 2020, se estima que participan 205 mil "figuras operativas".
En grupos de 20 o poco menos, miles de entrevistadores comenzaron a capacitarse este 17 de febrero en la Ciudad de México, en sedes distribuidas desde Ciudad Nezahualcóyotl hasta Coapa, de Tlahuac a La Villa. Funcionarios del Inegi reportaron que, para este operativo, se concertaron 9 mil oficinas.
Amas de casa, ex oficinistas, estudiantes recién egresados de la universidad o aún cursándola, abogados, ingenieros, comerciantes, mil usos, de 18 años para arriba, todos y todas arrojados al mercado laboral sea como sea y haya donde haya. Algunos albergan la esperanza de ser contratados de manera definitiva; la gran mayoría está consciente de que este empleo se acaba con el censo y con esa última quincena en la cuenta Banamex que fueron obligados a abrir como requisito para este trabajo si no querían que su pago se retrasara.
Abogado y con experiencia en manejo de sistemas para entidades federales, "me alcanzó la 4T" dice "Jorge", mientras explica qué hace buscando trabajo en el Inegi y se presenta ante un grupo en donde también está "Sara" secretaria de toda la vida que, antes de entrar a la capacitación, hace una última llamada para verificar que todo en casa está en orden y que sus hijos se llevaron el almuerzo que ella preparó la noche anterior. El desempleo y la opresión se forman en la misma fila y cuentan como en grupo de apoyo historias por todos conocidas.
La mención del nuevo gobierno y sus despidos se repite entre los grupos y aspirantes a entrevistadores. "Ana", oficinista estatal es más optimista y cuenta que la tienen "en espera" desde el año pasado. "Pero hay que trabajar" concluye. Samantha es directa y dice que el sueldo "le sonó bien".
De ese sueldo prometido (poco más de 11 mil pesos para entrevistadores) poco se sabe hasta la fecha. El primer "contrato" con el Inegi es apenas de 15 días y contempla un pago de 3 mil 500 pesos aproximadamente. Así descubren que aún no tienen el trabajo, que tras el primer filtro que fueron exámenes y entrega de documentos, sigue un segundo filtro que es la capacitación. Es hasta terminar la capacitación que se define quiénes se quedan con el empleo y participan en este censo 2020.
Este verdadero ejército de precarios rondará calles y colonias de todo México. Durante la capacitación advierten una y otra vez sobre las zonas de riesgo. Dedican apartados enteros a medidas preventivas, que incluyen desde no portar objetos de valor, hasta no emitir opinión o usar ropa a propósito de religión, política o deportes. Constantemente se les advierte sobre ingresar a casas donde se sabe que se venden drogas, o sobre aceptar alimentos o bebidas, en particular en el caso de las mujeres. Entre las situaciones que contempla su manual se encuentran recomendaciones sobre cómo prevenir y qué hacer en caso de secuestro, extorsión o violación.
No es gratuito que parte de los ejes de los funcionarios que dieron el banderazo oficial (en medios) al censo este 18 de febrero, fuera explícitamente la seguridad de estos trabajadores temporales que, sin seguro ni garantía alguna, recorrerán y buscarán acceder a las zonas que les indiquen sus dispositivos móviles, diseñada para no permitir vacíos. Si les roban el dispositivo y no pueden acreditarlo, deberán además pagarlo de su bolsillo. Por objetos personales que también puedan ser hurtados, el Inegi no se hace responsable.
La carga de trabajo será asignada y cumplida a discreción y los capacitadores no niegan que se puede pasar de 10 de la mañana a 10 de la noche, en ocasiones en sábado y domingo, con el único objetivo de cumplir con el número de encuestas fijado. En esta carrera contra el tiempo, quienes tienen que obrar milagros con los recursos escasos y la crisis de violencia cada vez más extendida, son estos empleados que, en menos de dos meses estarán de nueva cuenta buscando un trabajo o esperando, como "Ana", a que les resuelvan aquél empleo que tenían en oficinas del Estado y del que fueron despedidos como consecuencia de la "austeridad republicana" de López Obrador.