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Red Internacional
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Cinco claves de la huelga en Francia para pensarlas desde el Estado español

Ya sabemos que Francia suele ser el centro del movimiento obrero en Europa y, precisamente por eso, hoy tratamos cinco claves sobre la nueva "batalla de las pensiones" para pensar también la situación en el Estado Español.

Miércoles 8 de febrero de 2023

Este miércoles se vivió una nueva jornada histórica de huelga en Francia contra la reforma de las pensiones de Macron. Millones de trabajadores y trabajadoras han salido a las calles durante ya tres jornadas de lucha para enfrentar un nuevo ataque del gobierno que ahora busca aumentar la edad de jubilación a 64 años. La irrupción de la juventud también un ejemplo de como la unidad obrero-estudiantil puede fortalecer las posibilidades de ganar.

La lucha de clases ha vuelto: la fuerza de la clase trabajadora

Aunque nunca ha dejado de existir, la lucha de clases ha estallado con fuerza en el continente europeo. Para aquellos que decían que la clase obrera había desaparecido, las huelgas en el Reino Unido y Francia han sido un buen zasca.

Las movilizaciones en el país vecino reflejan la fuerza de las y los trabajadores que son capaces de paralizar el país. Ya lo hicieron durante los paros en las refinerías de otoño, pero ahora dan ejemplo de su capacidad hegemónica con acciones de solidaridad. Así lo mostraron los trabajadores de la producción eléctrica que suministraron energía gratuita a panaderos asfixiados por la subida de las tarifas de la luz, a escuelas y hospitales.

La clase obrera demuestra su capacidad para parar y moverlo todo al mismo tiempo que deja claro que es ella quien puede resolver los problemas de los sectores populares arruinados y no la extrema derecha que le vende discursos reaccionarios.

La potencialidad de la unidad obrero-estudiantil

Miles de estudiantes han ocupado sus institutos y universidades para unirse a la huelga de las y los trabajadores, incluso llegando a enfrentar la represión policial. Además, se están organizando asambleas de cientos en los centros de estudio para discutir cómo continuar la batalla.

Un ejemplo de ello es la concentración en la Place de la Sorbonne que se ha convertido en una manifestación con 500 jóvenes marchando por el Barrio Latino. Esta movilización es fruto de la convocatoria por parte de diversas Asambleas Generales de la ciudad. Ariane, estudiante de París 1 y activista de Le Poing Levé, decía así: "queremos seguir a los sectores del mundo del trabajo que están intentando renovar, extender y radicalizar la huelga es lo que tenemos que doblegar a Macron”.

De esta manera, empezar a construir un movimiento estudiantil unido al movimiento obrero resulta un punto de apoyo para pelear por la huelga indefinida. Además, las y los estudiantes tienen claro que esta es su lucha va supera la cuestión de las pensiones. Se trata de precariedad, salarios de miseria, cambio climático, rearme y todos los males de este sistema capitalista que los distintos gobiernos sostienen. Lejos de un corporativismo limitado a cuestiones estudiantiles, se abre la oportunidad para que la juventud se ponga a la cabeza de plantear una salida a estas cuestiones de la mano de la clase trabajadora.

En este sentido, los compañeros y compañeras de Le Poing Levé rompen con la dicotomía de “vivir para trabajar” o “trabajar para vivir” y luchan por el reparto de las horas de trabajo y la reducción de la jornada laboral para aumentar el tiempo libre y acabar con el problema del paro. Tomar esta perspectiva puede permitir a la juventud influir en las y los trabajadores para ir más allá del reforma de las pensiones.

De la misma forma que en Francia la unidad obrero-estudiantil puede convertir la batalla de las pensiones en una lucha por dar respuesta a los malestares de la clase trabajadora, en el Estado Español podemos pensar en esta línea para las huelgas de Sanidad, Educación y los distintos sectores que se levantan en huelgas aisladas por la subida de sus salarios. Esta alianza constituiría un paso adelante para ampliar la solidaridad con la comunidad educativa y sanitaria, buscando ganarse el apoyo activo de sectores de trabajadores en el sector privado que ocupan posiciones estratégicas.

Apostar a que la juventud sea un punto de apoyo para las y los trabajadores contra sus burocracias sindicales y una chispa de autoorganización puede servir de puente para unificar las demandas del conjunto de la clase trabajadora: desde la subida de salarios de acuerdo con el IPC hasta la mejora de los servicios público, pasando por la derogación de todas las reformas laborales. Asimismo, podría constituir la punta de lanza para plantear el reparto de las horas de trabajo y reducción de la jornada laboral sin rebajas de salario a la par que se enfrenta el rearme del imperialismo español llevado a cabo por el gobierno “progresista”.

Más allá de la reforma de las pensiones: la emergencia de los malestares acumulados

Si las movilizaciones expresan malestares que van más allá de la reforma, convertirlos en parte de la batalla es otra de las claves para hacer posible la victoria. Esta perspectiva, junto con la huelga renovable, permitiría sumar a los sectores de trabajadores más precarios.

Así lo plantean los compañeros y compañeras de Révolution Permanente, quienes reivindican la “exigencia de pensiones dignas para todos, a partir de los 60 años o 55 para los trabajos penosos, con aumentos salariales para todos y su indexación a la inflación”. En este sentido, nos referimos también a defender medidas de control obrero de la producción para hacer frente a las duras condiciones de trabajo y jornadas extenuantes.

Además, se abre una oportunidad para vincular la lucha de la clase trabajadora con la necesidad de frenar el rearme que están llevando adelante sus respectivos imperialismos. Hablamos de unir la pelea contra el empobrecimiento de nuestra clase con la batalla contra la escalada imperialista de nuestros gobiernos, los cuales apuestan por defender los intereses de los capitalistas nacionales vía el aumento de la explotación en territorio nacional o asegurando y ampliando el expolio en el resto del mundo.

Autoorganización y coordinación para superar a la dirección burocrática de los sindicatos

Aunque las manifestaciones expresan el malestar profundo por condiciones que van más allá de la reforma – precariedad, salarios, inflación – las burocracias sindicales se niegan a unir estas demandas en esta batalla.

Se limitan a organizar acciones de presión al Parlamento mientras plantean un plan de movilizaciones aislada. La dirección “desde arriba” impide levantar una estrategia que lleve a la victoria, pues imposibilita que las y los trabajadores que están en huelga sean quienes decidan cómo continuarla y por qué programa luchar.

No es casual que las burocracias sindicales eviten ser desbordadas por el movimiento obrero. En el Estado Español, vemos a CCOO y UGT negarse a levantar una verdadera movilización contra el empobrecimiento sufrido por la inflación y la pérdida de los salarios, ya que hacerlo supondría plantar cara al gobierno del PSOE y Unidas Podemos del que actúan como correa de transmisión.

Por eso, la clave está en impulsar la autoorganización en los centros de trabajo y la coordinación interprofesional. En Francia, esta tarea es fundamental para lograr construir una huelga indefinida que supere las jornadas aisladas al mismo tiempo que se discute un programa y plan de acción. En el caso del Estado Español, la organización de base es vital para superar la pasividad que imponen desde arriba las burocracias sindicales y permitir convertir el malestar latente en lucha por la subida de los salarios que patronal y gobiernos mantienen por debajo de la subida de los precios.

La burocracia sindical y su complicidad con el imperialismo nacional

Mientras los precios suben y los salarios pierden valor, el gobierno de Macron protege los beneficios de las grandes empresas. A su vez, anuncia un aumento histórico del presupuesto militar para continuar defendiendo el imperialismo francés en todo el mundo.

Igual que durante la pandemia liberales y “progresistas” compartieron política, las respuesta ante la guerra de Ucrania y sus consecuencias son esencialmente las mismas por parte de Francia, el Estado Español o Alemania. Se trata de una agenda marcada por la lógica de hacer pagar la crisis a la clase trabajadora y los sectores populares, proteger a los capitalistas y rearmar al imperialismo patrio.

Las burocracias sindicales aceptan en los hechos estos planes y mantienen separadas las reivindicaciones sociales de cuestionar el rearme y la escalada imperialista de los Estados de la UE y la OTAN. Que la clase obrera salga a luchar y consiga imponer sus demandas es fundamental para cambiar la correlación de fuerzas. Asimismo, orientar esta enorme fuerza a paralizar la maquinaria belicista puesta en marcha es una cuestión casi vital para evitar que los gobiernos nos lleven a escenarios de más y peores crisis y guerras.