Reflexiones a propósito de una jornada de lucha del Jardín 120 de Cipolletti y la pelea que vienen dando maestras, sindicato y comunidad educativa por el derecho a la educación de las infancias.
Viernes 9 de septiembre de 2016 16:29
El día jueves 8 de setiembre, la comunidad educativa del jardín 120 de la ciudad de Cipolletti, decidió realizar lo que yo llamo una “clase pública”, manifestando a través de la misma el reclamo que vienen llevando adelante desde principio de año, respecto a un nuevo edificio escolar para este jardín.
Como muchos que trabajamos en la docencia desde hace varios años ya, la clase pública ha permitido mostrar, sacar la clase afuera para manifestar y hacer público distintos reclamos dirigidos a quiénes no quieren ver lo que sucede, en este caso a niños y niñas de cuatro y cinco años de uno de los barrios más populares de la ciudad.
Estos niños y niñas asisten a un jardín que en el mismo día que se realizaba la protesta, la empresa de gas de la región Camuzzi tuvo que clausurar dos salas del jardín por irregularidades con el gas en dichos espacios. Pero esto no es lo peor y no puedo evitar rememorar las risas y las caras y el juego que paralelamente se desarrollaba en el “patio” del jardín, un espacio reducido, cubierto de escombros entre ellos pedazos de azulejos rotos y peligrosos, rodeado de paredes y de alambrados por sobre las paredes, sin ningún juego de patio. Una imagen digna quizá de un campo de refugiados; y sí, quizá tengamos que pensar que en la ciudad de Cipolletti donde acaba de asumir un empresario PRO en la intendencia, existen en vez de espacios felices para las Infancias, estas instituciones que sólo el trabajo y el amor que éstas maestras jardineras dedican a su tarea hace de las trayectorias de cientos de niños y niñas por el jardín, un lugar un poco mejor.
La clase pública se iba a desarrollar en la calle como suele ser, sin embargo ante tanta regla reglada como dice una compañera docente por allí, el departamento de tránsito del municipio se negó a “cuidar” el espacio callejero de la clase con niños y todo, debido a al mandato no escrito del Intendente que según dice, no se puede cortar la calle para ningún evento. Cortar la calle por una hora no, dejar a estos mismos niños sin clases durante un mes no representa la misma inmediatez de respuesta por parte de las autoridades del Consejo Provincial de Educación y mucho menos del mismo Intendente Tortoriello.
Porque la educación de los niños y niñas de los barrios importa
En esta misma semana en la cual transcurría una jornada más de lucha del jardín 120 en Cipolletti; se dio a conocer un fallo favorable al sindicato docente UNTER, en representación al pedido de 40 familias que reclamaban un lugar para sus hijos en sala de cuatro años. El fallo favorable da lugar a un amparo presentado por esta organización sindical junto a directoras, supervisoras del nivel y familias preocupadas por garantizar la educación de decenas de niños de esta ciudad.
El Juez M. Gutiérrez intima al Consejo Provincial de Educación a resolver en el lapsus de cinco días la situación de estos niños y niñas sin jardín e interpela a la misma entidad, ya que el padrón de niños relevado y sin poder asistir a clase, recién se hace visible por la documentación presentada por el sindicato. A más de un año de sancionada la ley que establece como obligatoria la sala de cuatro años, el gobierno provincial sigue sin garantizar la educación para cientos de niños.
Mientras la provincia de Río Negro destina miles de millones de pesos en subsidiar a las escuelas privadas; incluso algunas de ellas cobran matrículas de hasta 6.000 pesos; las Infancias de los barrios populares transcurren sus días de jardín en un espacio no adecuado para ellos.
Una vez más queda demostrado que la lucha y la alianza entre sindicato, comunidad educativa, docentes, directoras y organizaciones sociales tiene sus frutos; que las Infancias de estos niños importa y que el abrazo final que le dieron al jardín 120 al finalizar la clase pública, es el abrazo de muchos que no nos vamos a cansar de pelear por sus derechos.