¿En qué consiste la propuesta artística de Circo del Mundo? ¿Hacia dónde nos dirige esta obra que transcurre en los duros años ochenta, una época marcada por las protestas en contra de la dictadura y la profunda crisis azotó a la clase trabajadora y los sectores populares? Una mirada desde adentro
Domingo 16 de julio de 2023
Miércoles veintiuno de junio, llego a mi lugar de trabajo ya pensando en el montaje, en el que mis compañeros de trabajo y quien escribe, deberíamos hacer. Luces, sonido, tramoya y una planta escénica administrada para el propósito que nos convocaba.
Personalmente había escuchado de la compañía en un par de montajes y sabía lo específico del trabajo, el lineamiento más allá de lo que solemos hacer -acá tenemos que convivir con los espacios resueltos desde los y las mismas técnicas de la compañía Circo del Mundo.
Para quienes les extraña el nombre o quizás no estén muy enterados de las artes escénicas que se hacen en este país, el Circo del Mundo, en su propia definición: se constituye “legalmente en una corporación autónoma, volcándose de lleno en su proyecto más ambicioso: fundar en Chile una Escuela de Circo al más alto nivel profesional. El sentido primordial de la Escuela de Artes Circenses es consolidar la tarea desarrollada por El Circo del Mundo-Chile, ofreciendo continuidad y proyección profesional a los distintos jóvenes. La Escuela es también una oportunidad académica de excelencia, única en el país, para todo joven chileno o de la región que desee hacer del circo su profesión. Asimismo, brinda capacitación técnica y formación metodológica a aquellos artistas o monitores que quieran utilizar el circo como un medio de desarrollo personal y social.”
Es así, como ya vamos conociendo el impulso, con el que (no solamente) esta puesta en escena viene a desarrollar, las artes como un espacio de refracción histórico en nuestro país.
Montaje, reconocimiento del espacio escénico y el momento clave de la función
Quizás me costaría definir en mezquinas palabras lo global del trabajo de la compañía; Pero es importante también cada espacio de solución artística. Circo del Mundo son aquelles que lo tienen claro en cada etapa del trabajo escénico: producción, desarrollo activo del trabajo en conjunto y la escena. Quizás no en ese orden, aunque quizás lo atractivo de la plusvalía de este trabajo, es la colaboración entre todos los aspectos de una producción de este tamaño.
El desarrollo escénico
Las imágenes sonoras nos remontan a aquel Chile atacado y en pleno desarrollo de una economía basada en la explotación, las aventuras chispeantes de una televisión de imágenes enajenantes. Suenan Los Prisioneros masticados por el trabajo de síntesis y reformulados por Cristóbal Montes, una búsqueda sonora entre cacerolas, gritos de protesta y desaparecidos. No olvidemos que son los años ochenta, en donde toda una generación -y es más- dos generaciones quedaron truncas por las habituales salidas institucionales, a la que nos tienen acostumbrados en Chile.
Cacerolas, juventud ochentera y miedo entre aparatos circenses que dan cobijo ante tanta tragedia. Siguen y siguen sonando Los Prisioneros como un leitmotiv incansable que define cada calle y sus protestas, cada población y los métodos de organización ante la represión del Estado que aún no se detiene; si no miremos los territorios del Wallmapu.
La imagen escénica va tras una línea de memoria y reconocimiento a través del desarrollo de un guión histórico y una interpretación de lo que es la memoria viva de este país. El paso incrustado en escena de los detenidos desaparecidos como foco flotante (sí, así flotante ya que literalmente flotan en escena) y la búsqueda incansable de la memoria. El asesinato y degollamiento de Parada, Guerrero y Nattino puesto en escena como parte de la memoria colectiva de un país de acuerdos; la danza de la cueca sola. Una cueca que no solamente está en la retina de la mirada vieja de quienes resistieron, sino que también en la actual política reaccionaria y revisionista que tiene como embarque el cuestionamiento de la plusvalía artística, dejándola en cota cero ante un sistema de competición como medio de supervivencia. (Fondos concursables)
Siguen sonando Los Prisioneros, o sea las canciones. Esta vez es el turno del invierno que sería menos frío que el anterior. La imagen de las ollas comunes anticipando el hambre y resolviendo desde los principios fundamentales del ser humano, que es comer para funcionar, Circo del Mundo hace gala de la alegría eterna de quien puebla un territorio. Uno de los espacios más íntimos que es el alimento; dan vueltas en bicicleta, todos juntos como forma de enfrentarse a la tiranía con el estómago lleno. Vuelta y vuelta da la bicicleta que le da un guiño a la antigua revista cancionera que nos enseño muchas veces como se hacían los acordes en guitarra y otras a conocer. La bicicleta la podías encontrar en los kioscos, no era material subversivo.
Párrafo tras párrafo, me cuesta un poco seguir acordándome de lo escénico y se me vienen a la memoria personal imágenes que no se olvidan de los famosos ochentas, que culminan con una de las salidas institucionales más sucias que se podría haber hecho: el inicio de los 30 años de irrealidad política y del desfalco económico, político, artístico y humano de Chile.
A 50 años de un hecho histórico que nos cambió la mirada para siempre, nos corresponde mantener la memoria y la lucha política de clase, porque el maquillaje a las gotaperchas progresistas es solo eso, maquillaje.