El sábado 10 de agosto, en el marco de la visita que la presidenta electa Claudia Sheinbaum y el presidente Andrés Manuel López Obrador hicieron a Sinaloa para la inauguración de un hospital en Culiacán, Frank Pérez, el abogado de Ismael “El Mayo” Zambada, entregó a medios de comunicación una carta de su cliente que presumiblemente tenía como objetivo aclarar algunos detalles de su aprehensión el pasado 25 de julio.
Martes 13 de agosto
Sin embargo, hay distintas claves a considerar que dan cuenta de la instrumentalización imperialista de diversas circunstancias y problemas en México relacionados con el narcotráfico y la corrupción que no debemos perder de vista en este asunto. EEUU utiliza los vínculos existentes desde hace décadas entre sectores de la clase política mexicana y el narco para generar presión y obtener acuerdos que le beneficien.
Ismael “El Mayo” Zambada García fue uno de los líderes históricos de la estructura criminal que ha sido llamada como “Cartel de Sinaloa” y/o “Cartel del Pacífico”. A sus 76 años nunca había pisado una cárcel. El 25 de julio aterrizó en un avión en Santa Teresa, Nuevo México ─algunas versiones habían dicho que en El Paso, Texas, sin embargo, otras mantuvieron desde el inicio que la llegada había sido a una pista neomejicana-, que los llevaba a él y a Joaquín Guzmán López ─otro cabecilla de la mencionada estructura, hijo del Chapo Guzmán- a suelo estadounidense donde fueron aprehendidos apenas llegaron.
Horas después la prensa estatal anunció que fue asesinado a las afueras de Culiacán el multimillonario, ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa y cacique universitario que desde hace 20 años controlaba a dicha institución educativa; Héctor Melesio Cuén Ojeda, quien estaba por asumir un curul en la Cámara de Diputados Federal vía pluri por el PRI y que además era fundador y líder moral del Partido Sinaloense, un instituto político de la derecha local que nació en el año 2012 producto de dinámicas clientelares y la violencia extrema que Cuén ejercía en la UAS.
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A partir de ahí, las especulaciones sobre lo sucedido se desataron, máxime que Cuén fue señalado desde hace muchos años por historiadores y periodistas de tener nexos con personajes del crimen organizado y con la historia del surgimiento del narcotráfico en Badiraguato, de donde era originario.
El 29 de julio los periodistas Ioan Grillo y Alberto Cedillo publicaron un artículo en Crashoutmedia donde, con base en un testimonio anónimo de un supuesto miembro de la estructura criminal de Zambada, relacionaban la muerte de Cuén con la aprehensión del Mayo, en una trama donde el capo había sido engañado para asistir a una reunión en la que supuestamente conciliaría un conflicto entre el cacique y el gobernador morenista de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, pero en la que terminó siendo secuestrado y llevado a Estados Unidos a la fuerza por Guzmán López.
En un primer momento la Fiscalía de Sinaloa —en voz de su entonces titular, Sara Bruna Quiñónez Estrada- había comunicado que Cuén fue asesinado durante un asalto en una gasolinera a la que llegó como copiloto a bordo de una camioneta Ford Raptor 2024. Sin embargo, esta versión, basada en el testimonio del chofer del vehículo, Fausto Ernesto Corrales ─hijo del presidente estatal del PAS, Víctor Antonio Corrales Bugueño-, está siendo fuertemente cuestionada mediante una investigación del medio local RíoDoce publicada el 5 de agosto, en la que se recogen testimonios de los despachadores de las bombas, quienes aseguraron que nunca escucharon detonaciones de arma de fuego.
La reciente publicación de los videos de los hechos por parte de la Fiscalía sinaloense el 12 de agosto muestran que, efectivamente, los trabajadores de la gasolinera no reaccionan ante el suceso como si se tratase de una agresión armada. No parecen escuchar detonaciones de arma de fuego o algo por el estilo. Esto se suma a la declaración que Zambada da en su misiva, en la que señala que Cuén en realidad fue asesinado al mediodía en el sitio en que fueron citados para la reunión. Es decir, según la versión del Mayo, para la noche del 25 de julio el exrector de la UAS ya llevaba varias horas muerto.
Otras declaraciones que recaba RíoDoce de personas que estuvieron en la clínica Cemsi Chapultepec ─a donde llevaron herido a Cuén- afirman que el cacique ya estaba muerto cuando ingresó.
La @FiscaliaSinaloa parece recular y que el caso Cuen tal vez no fue un asalto. Lo va a atraer la FGR.
En #Sinaloa y sobre todo en #Culiacán la cosa sigue color de hormiga
Aquí el video. pic.twitter.com/QL0hRNgX1f— Aarón Ibarra (@aarontuit) August 13, 2024
A esto hay que agregar que la propia Fiscalía estatal reconoció que un elemento de la Policía de Investigación sinaloense de nombre José Rosario Heras López, a quien Zambada señala en su carta como parte de su escolta personal, está desaparecido desde la fecha del secuestro del capo.
Como respuesta a la publicación de Grillo y Cedillo, muchos y muchas analistas del fenómeno del narcotráfico dieron otras versiones e interpretaciones de lo sucedido. Cuando la especulación estaba a tope, el viernes 9 de agosto, Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México, dio una conferencia de prensa sobre los hechos que corroboraba la versión del secuestro.
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Sin embargo, Salazar no dejó de referirse a los acontecimientos del 25 de julio como “esta operación”, la cual, ahondó, era “entre los carteles”, donde Joaquín Guzmán López ─quien se entregó de manera voluntaria-, secuestró al Mayo y lo llevó en un avión que aparentemente cruzó sin problemas la frontera de la nación imperialista más poderosa del mundo, invadió su espacio aéreo y aterrizó en su territorio sin un “flight plan”, o sea, sin plan de vuelo y, vale la pena agregar, sin ningún contratiempo a pesar de la vigilancia policíaco-militar y de los radares en la zona.
Salazar además detalló que el piloto no es ni empleado ni ciudadano de su país, aunque no se ha revelado el misterio de quién es. El diplomático aclaró que el vuelo salió de Sinaloa y llegó a Santa Teresa, Nuevo México, por la tarde. Sostuvo que nadie del gobierno estadounidense sabía nada al respecto. “Nosotros sorprendidos cuando eso pasó” (sic), aseguró el embajador, quien no dejó de subrayar su supuesto respeto a la soberanía de México.
Todos embarrados; es hora de ir contra los “bad hombres”
En medio del universo de especulaciones la conferencia de Ken Salazar parecía preparar terreno para la publicación de la misiva del Mayo horas después, misma que corrobora la versión del engaño y secuestro así como del contenido de la reunión que se iba a realizar. El capo llega a decir “Héctor Cuén era amigo mío desde hace mucho tiempo” y, asegura, “Joaquín Guzmán López me pidió que asistiera a una reunión para ayudar a resolver las diferencias entre los líderes políticos de nuestro estado”, es decir, entre Rocha y Cuén.
Algunos analistas dicen que es parte de una estrategia legal para su defensa. Independientemente de eso, su contenido fue revisado por las autoridades de la prisión donde se encuentra Ismael antes de ser difundida. Tiene el visto bueno.
Esta carta es un dardo que viene del imperialismo yankee y que tiene como objetivo el conjunto de las cúpulas políticas mexicanas, tanto de la derecha como de la 4T y sus aliados, en tanto involucra a un gobernador oficialista y a un personaje relevante de la oposición derechista, quien, a través de la UAS, le brindó a Xóchitl Gálvez la estructura territorial y buena parte del recurso material y humano que se usó en su campaña en esta entidad.
Esto se da en el marco de las próximas elecciones estadounidense y de la fuerte presión que hacen los republicanos acusando a Biden de no hacer nada en la “lucha contra el narcotráfico”. Empero, en cada proceso electoral surge la propuesta de declarar como organizaciones terroristas extranjeras al crimen organizado en México, con la subsecuente amenaza de la intervención de fuerzas estadounidenses.
El affaire Mayo-Cuén-Guzmán-Rocha va a ser instrumentalizado por los grupos más conservadores de la política estadounidense en su tentativa de avanzar para declarar a los llamados “carteles” del narcotráfico como organizaciones terroristas extranjeras, lo cual facilitaría la intervención militar directa de Estados Unidos en suelo mexicano. No será el elemento definitorio para esto, pero seguramente será uno dentro de un proceso de acumulación de sucesos en el esfuerzo de justificación de ello.
El Departamento de Estado de EE.UU define terrorismo como “violencia premeditada y motivada políticamente que es perpetrada contra objetivos no combatientes por grupos subnacionales o agentes clandestinos”. Uno de sus criterios para declarar a una organización como terrorista extranjera es el que esta “debe amenazar la seguridad de los ciudadanos estadounidenses o la seguridad nacional (defensa nacional, relaciones exteriores o intereses económicos) de los Estados Unidos.”
Por eso no hay que perder de vista que los dichos del Mayo van a ser utilizados para alegar que los “carteles”, por su injerencia en la vida política de México, ya tienen motivaciones de dicha naturaleza para ejercer violencia premeditada, misma que, desde ese punto de vista de las intenciones imperialistas, amenaza la seguridad de EE.UU, así como sus relaciones exteriores y sus intereses económicos.
En todo esto tampoco hay que dejar de notar que el 23 de julio, dos días antes de los hechos, Donald Trump dijo en una entrevista que los “carteles del fentanilo pueden quitar en 2 minutos al gobierno” y que, por lo tanto, “México tiene que hacer algo rápido o si no la respuesta es que atacaremos”. Parafraseando a este expresidente cuando estaba en campaña electoral en 2016, las autoridades estadounidenses dicen que quieren venir por los “bad hombres”, cuando lo que en verdad agitan es la amenaza de la invasión de México para reforzar la presión sobre este país y hacer avanzar sus intereses imperialistas en el tablero geopolítico.
Militarización y megaproyectos
Lo que se hizo inmediatamente después de la aprehensión del Mayo fue el despliegue de 5 mil elementos de las Fuerzas Armadas en Baja California, Sonora, Durango y Sinaloa. Solo para Culiacán llegaron en dos momentos 400 elementos de élite de la Brigada de Fusileros Paracaidistas.
Es una nueva oleada de militarización en la zona, en el marco de la segunda fase de la construcción del megaproyecto de gasoducto “El Encino – Topolobampo – Mazatlán”, con una inversión estadounidense y canadiense de casi 1 mil 500 millones de dólares que corre a cargo de la transnacional TC Energy que controla 25 % del total del abastecimiento de gas natural a América del Norte. El gasoducto, casualmente, pasa por aquellas zonas donde siempre se registra violencia extrema que ejercen los grupos de las facciones del llamado “Cartel de Sinaloa”.
La militarización es la expresión de las consecuencias de la subordinación económica, política y en materia de seguridad a los Estados Unidos, resultado de la histórica opresión imperialista sobre México. Para terminar con esto es fundamental la ruptura con el imperialismo y sus órdenes. Algunas medidas medulares son desmilitarizar el país, legalizar las drogas y expropiar a los capitales del narcotráfico, que ninguno de los partidos que representan los intereses capitalistas están dispuestos a llevar a cabo.