Stalin cometió numerosos crímenes contra la clase obrera internacional, y uno de los mayores fue el apoyo que le dio a la fundación del Estado de Israel. Los trotskistas, en cambio, siempre se opusieron al sionismo.
Lunes 24 de mayo de 2021 14:00
Manifestación pro stalinista del Partido Comunista de Israel in Tel Aviv, 1948
En respuesta al feroz ataque de Israel a Gaza, se realizaron manifestaciones masivas en todo el mundo y una huelga general en Palestina. El movimiento de solidaridad incluye grupos comunistas que aun ven en la URSS de Stalin un modelo. Es probable que los estalinistas modernos se vean a sí mismos como antiimperialistas y opositores al sionismo, seguramente podrán citar una nota al pie de un folleto de Stalin de 1913 sobre la cuestión nacional, escrito con influencia de Bujarin y Lenin, en el que describe al sionismo como "una tendencia nacionalista reaccionaria de la burguesía judía, que tiene seguidores entre los intelectuales y los sectores más atrasados de los trabajadores judíos". Los sionistas se esforzaban por aislar a las masas obreras judías de la lucha general del proletariado".
Pero, ¿cómo reaccionó la Unión Soviética de Stalin a la fundación del Estado de Israel en 1948? ¿Y qué efecto tuvo esto en los partidos comunistas leales a Moscú?
La Unión Soviética reconoció diplomáticamente a Israel el 17 de mayo de 1948, a sólo tres días de su declaración de independencia. Fue el primer Estado del mundo en hacerlo, mucho antes que Estados Unidos.
En un reciente artículo de la revista Jewish Currents, (perteneciente a un sector de izquierda de la comunidad judía norteamericana Ndt) Dorothy M. Zellner (activista de ddhh y editora de la revista Ndt) relata con gran detalle el efecto que ese reconocimiento tuvo en el estalinizado Partido Comunista de Estados Unidos. El PCUSA y las publicaciones asociadas para el pueblo judío siempre habían rechazado el sionismo y la idea de un estado judío. Cuando el "sindicato" sionista en Palestina, el Histadrut, intentó boicotear a los trabajadores palestinos, los comunistas estadounidenses se refirieron a él -con razón- como una institución "Jim Crow"(segregacionista NdT). El PCUSA, a pesar de su política estalinista, tenía una orgullosa tradición de lucha contra el racismo, y lo denuncio en el proyecto de colonización sionista.
Sin embargo, en 1947, la Unión Soviética sorprendió al mundo al anunciar que apoyaría el plan de la ONU para la partición de Palestina y la creación de un Estado judío. El giro de Stalin hacia el apoyo al sionismo fue vital: se podría decir que Israel tal vez no existiría en su forma actual si la Unión Soviética no le hubiese ofrecido su respaldo. Los historiadores sospechan que Stalin esperaba por esa vía debilitar las posiciones del imperialismo británico en la región - tal vez veía a los colonos judíos como una especie de movimiento de liberación nacional. Pero, finalmente, la caracterización que hacían todos los marxistas serios se hizo realidad: el nuevo Estado judío se convirtió en gendarme del imperialismo.
El apoyo soviético a Israel no se limitó a medios diplomáticos. A través de Checoslovaquia, el bloque soviético envió armas a la milicia sionista Haganá, que fueron utilizadas para iniciar la limpieza étnica de Palestina. En otras palabras, Stalin dio apoyo material a la Nakba. El Partido Comunista alineado con los soviéticos, el MAKI, se convirtió en un importante punto de apoyo para el establecimiento del Estado sionista.
Como resultado de esta política criminal, las ideas del socialismo y el comunismo, que alguna vez tuvieron un gran atractivo para las masas árabes, fueron desacreditadas en toda la región. En Estados Unidos, los comunistas oficiales ya estaban acostumbrados a aceptar repentinos zigzags en su línea política. En pocos meses, el PCUSA estaba ofreciendo su apoyo incondicional a la limpieza étnica de los sionistas y difundiendo informes falsos sobre supuestas atrocidades de los árabes para justificarse.
Los trotskistas
Los auténticos comunistas -que se oponen al estalinismo- siempre rechazaron el sionismo. Mientras la burocracia de Stalin estaba ocupada haciendo tratos con las potencias imperialistas -primero con los nazis y luego con los imperialistas "democráticos"- fue la Oposición de Izquierda dirigida por León Trotsky la que luchó por la independencia política de la clase obrera. Esto significó oponerse a cualquier forma de imperialismo y colonialismo, incluido el sionismo.
Como dijo León Trotsky poco antes de ser asesinado por un agente estalinista "El intento de resolver la cuestión judía mediante la migración de los judíos a Palestina puede verse ahora como lo que es, una trágica burla al pueblo judío". Vaticinó: "El desarrollo futuro de los acontecimientos militares bien puede transformar a Palestina en una trampa sangrienta para varios cientos de miles de judíos. Nunca estuvo tan claro como hoy que la salvación del pueblo judío está ligada inseparablemente al derrocamiento del sistema capitalista."
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El ex sionista convertido en trotskista Abraham León escribió un monumental estudio sobre la cuestión judía, en el que demostró de forma similar que la opresión de los judíos no podía superarse creando un nuevo Estado-nación bajo la tutela de las potencias imperialistas, y presentó un programa para que los revolucionarios judíos lucharan como parte de la clase obrera internacional para derrocar al capitalismo.
Hoy en día, es cada vez más común reconocer que Israel es un proyecto colonial racista con muchas similitudes con el régimen del Apartheid. Por eso es interesante señalar que los trotskistas de Sudáfrica comprendieron, mucho antes de la fundación de Israel, que la colonización sionista crearía un sistema muy similar. En 1938, The Spark, un periódico trotskista de Sudáfrica, escribió: “La continuación del viejo curso sionista-imperialista ahondará la cuña del odio y el chovinismo, ampliará el abismo entre árabes y judíos, y fomentará la lucha perpetua y la guerra civil, poniendo en peligro la existencia misma de la comunidad judía. Y al decir esto, no estamos pensando en los sionistas. Nos referimos a la gran masa de trabajadores y pequeños campesinos judíos. Ellos pueden resolver el problema judío de Palestina muy fácilmente. Lo que se necesita es la solidaridad y la cooperación de los obreros y campesinos judíos y árabes, y una lucha unida por una Palestina libre e independiente de obreros y campesinos, liberada de los grilletes del imperialismo-capitalismo.”
Cuando los planes para la partición y la creación de un estado exclusivamente judío se concretaron en 1947, los comunistas oficiales y también los llamados sionistas de "izquierda" o "socialistas" se volcaron en este proyecto colonial. Sólo la organización trotskista en Palestina, la Liga Comunista Revolucionaria, se opuso claramente. Dirigiéndose a los trabajadores judíos, dijeron que un estado judío en Palestina sería inevitablemente una herramienta del imperialismo, y llamaron a los trabajadores judíos a luchar contra el imperialismo junto a sus hermanos de clase árabes en toda la región.
La Liga Comunista Revolucionaria contaba con numerosos y valientes revolucionarios, como Yigael Glückstein, que bajo el nombre de Tony Cliff llegaría a ser líder del Partido Socialista de los Trabajadores en Gran Bretaña, así como Jakob Moneta y Rudolf Segall, que regresaron a su Alemania natal donde dirigieron el movimiento trotskista durante décadas. También incluyó a Jakob Taut y Jabra Nicola, que permanecieron en Palestina y fueron activos en la Nueva Izquierda en Israel después de 1968.
A continuación, publicamos una declaración de la Liga Comunista Revolucionaria, la sección palestina de la Cuarta Internacional, de 1947. -Gracias a la antigua Liga Socialista de Trabajadores de Palestina y a Einde O’Callaghan por traducir y publicar la declaración-.
Esta historia ofrece importantes lecciones para la actualidad. La política estalinista de buscar alianzas con las potencias imperialistas "progresistas" sólo puede conducir a derrotas. Para liberar a Palestina, la clase obrera debe constituirse en una fuerza política independiente que luche por la revolución socialista.
¡Contra la partición! (1947)
Los miembros del comité de la ONU mostraron "comprensión" e "hicieron un magnífico trabajo en muy poco tiempo". Con estas palabras, la representante de la Agencia Judía, Golda Meier, respaldó la propuesta de partición. La mayoría de los partidos sionistas estaban de acuerdo con ellas, con ciertas reservas en cuanto a la "forma" de la solución.
El Secretario de Asuntos Exteriores estadounidense, Marshall, también compartía esta opinión. Sin embargo, es bien sabido que el destino de los pueblos perseguidos no suele ser la principal preocupación del Secretario de Asuntos Exteriores estadounidense. Así que su reacción podría causar aprensión entre quienes creían en las buenas intenciones del comité de la ONU.
¿Qué aporta la propuesta de la ONU a los judíos? A primera vista, todo: una cuota de inmigración de 150.000 y más; independencia política; unos dos tercios de Palestina; tres grandes puertos y casi toda la costa. Eso es más de lo que los optimistas entre los miembros de la Agencia Judía se atrevieron a pedir.
¿No son un poco sospechosos este "entendimiento" y esta "amabilidad"? ¿Por qué votaron a favor de esta propuesta los representantes de Canadá, Holanda y Suecia, que tienen estrechos vínculos con las potencias anglosajonas? ¿Y por qué votaron a favor los representantes de Guatemala, Perú y Uruguay, cuya política se dicta desde Washington? Todas las publicaciones periódicas sionistas, así como las semi sionistas (los órganos del Partido Comunista de Palestina) se negaron a plantear esta pregunta. Y, por supuesto, no la respondieron.
Pero esa es precisamente la cuestión determinante. Más importante que el contenido de la propuesta son los motivos de quienes la presentaron. No nos equivoquemos. Detrás de los países -en palabras de Marshall- "neutrales", se encuentran las potencias más interesadas en esta cuestión. Los cálculos que produjeron la propuesta de partición son precisamente los mismos que provocaron la partición de la India.
¿Cuáles son estos cálculos? En nuestra época, la de las revoluciones sociales y las revueltas de los pueblos esclavizados, el imperialismo gobierna mediante dos métodos principales: la represión despiadada y brutal (como en Indonesia, Indochina y Grecia), o la ruptura de la guerra de clases mediante conflictos nacionales. La segunda forma es más barata y más segura, y permite al imperialismo esconderse detrás de las cortinas.
El imperialismo ha empleado hasta ahora con éxito los métodos de divide y vencerás en este país, utilizando la inmigración sionista como factor de división. De este modo, se creaba una tensión nacional que, en gran medida, dirigía la ira provocada por el imperialismo entre las masas árabes de Palestina y Oriente Medio contra los judíos. Pero últimamente este método dejó de producir los resultados deseados. A pesar de la tensión nacional, se desarrolló en el país una clase obrera árabe fuerte y combativa. Un nuevo capítulo en la historia de Palestina se abrió cuando los trabajadores árabes y judíos cooperaron en huelgas a gran escala, con el fin de obligar a los explotadores imperialistas a hacer concesiones. Y el fracaso del último intento, de obligar a los habitantes de Palestina a entrar en un nuevo torbellino de derramamiento de sangre mutuo por medio de provocaciones, enseñó a los imperialistas una nueva lección. Ahora sacaron sus conclusiones: ¡si se niegan a luchar entre ustedes, los pondremos en una posición económica y política tal que los obligará a hacerlo! Este es el verdadero contenido de la propuesta de partición.
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¿Quizás la propuesta de partición materialice el sueño de independencia política del pueblo judío? La "independencia" del Estado judío se reducirá a elegir, de manera "libre" e "independiente", entre dos opciones: morir de hambre o venderse al imperialismo. El comercio exterior -tanto las importaciones como las exportaciones- sigue como antes bajo el control del imperialismo. Los sectores clave de la economía -petróleo, electricidad y minerales- siguen en manos de los monopolios extranjeros. Y los beneficios seguirán fluyendo a los bolsillos de los capitalistas extranjeros.
Un estado judío en el corazón de Oriente Medio puede ser un excelente instrumento en manos de los estados imperialistas. Aislado de las masas árabes, este estado estará indefenso y completamente a merced de los imperialistas. Y éstos lo utilizarán para fortalecer sus posiciones, al tiempo que darán lecciones a los Estados árabes sobre el "peligro judío", es decir, la amenaza que representan las inevitables tendencias expansionistas del pequeño Estado judío. Y un día, cuando la tensión alcance su punto más alto, los "amigos" imperialistas abandonarán al Estado judío a su suerte.
Los árabes también recibirán la "independencia política". La partición traerá consigo la creación de un estado árabe feudal atrasado, una especie de Transjordania al oeste del río Jordán. De esta manera esperan aislar y paralizar al proletariado árabe en la zona de Haifa, un importante centro estratégico con refinerías de petróleo, así como dividir y paralizar la guerra de clases de todos los trabajadores de Palestina.
¿Y la "salvación de los refugiados de los campos de concentración"? El imperialismo creó el problema de los refugiados de los campos de concentración cuando les cerró las puertas de todos los países. El destino de los refugiados es su responsabilidad. El imperialismo no es filantrópico. Si envía como "regalo" a los refugiados a Palestina, lo hará por una sola razón: utilizarlos para sus propios fines.
La propuesta de partición, aparentemente tan "favorable" a los judíos, contiene varios aspectos muy deseables desde el punto de vista del imperialismo: 1) Las concesiones al sionismo serán utilizadas como cebo para conseguir la aprobación de la mayoría judía; 2) Incluye varias provocaciones, como la incorporación de Jaffa al Estado judío y la negación de cualquier puerto al Estado árabe, que enfurecerá a los árabes; 3) Estas provocaciones permiten a Gran Bretaña aparecer como "amiga de los árabes", que "lucharán" por una segunda partición más justa. Esto, a su vez, les ayudará a pasar el trago amargo. En otras palabras, tenemos aquí una división del trabajo preestablecida.
En resumen: la propuesta del comité de la ONU no es una solución ni para los judíos, ni para los árabes; es una solución pura y exclusivamente para los países imperialistas. Los responsables políticos sionistas aprovecharon con avidez el hueso que les lanzó el imperialismo. Y los críticos sionistas de "izquierda", en nombre de quitarle la máscara al juego de los imperialistas, atacan a medias la propuesta de partición y piden... ¡un Estado judío en toda Palestina! Un estado binacional según la propuesta de Shomer HaTsa’ir (Guardia Joven) es sólo una hoja de parra para el derecho de los judíos a imponer a los árabes -sin su consentimiento y contra su voluntad- la inmigración judía y las políticas sionistas.
¿Y el Partido Comunista de Palestina? Al parecer, espera la solución "justa" de la ONU. En todo caso sigue sembrando ilusiones respecto a la ONU, y en ese sentido ayuda a ocultar e implementar los programas imperialistas.
Contra todo esto, decimos: ¡No caigamos en la trampa! La solución del problema judío, como la solución de los problemas del país, no vendrá "de arriba", de la ONU o de cualquier otra institución imperialista. Ninguna "lucha", "terror" o "presión" moral hará que el imperialismo abandone sus intereses vitales en la región (¡las acciones petroleras dieron un 60% de dividendos este año!).
Para resolver el problema judío, para liberarnos de la carga del imperialismo, sólo hay un camino: la lucha de clases común con nuestros hermanos árabes; una lucha que es un eslabón inseparable de la lucha antiimperialista de las masas oprimidas de todo el Oriente árabe y del mundo entero.
Mientras la fuerza del imperialismo reside en dividir, nuestra fuerza se encuentra en la unidad internacional de la clase obrera.
Traduccion Ana Seni
*Nathaniel es periodista e historiador en la ciudad de Nueva York. Forma parte del consejo de redacción de Left Voice y de nuestro sitio hermano alemán Klasse Gegen Klasse.
Nathaniel Flakin
Periodista freelance e historiador. Escribe en Left Voice, EE. UU. y Klasse gegen Klasse, Alemania. También ha escrito bajo el seudónimo de Wladek.