Posibles consecuencias del bombardeo sobre Saudi Aramco, el mayor productor mundial de petróleo, para el pueblo mexicano de a pie.
Viernes 20 de septiembre de 2019
Aunque hay más de 13 mil kilómetros entre México y Arabia Saudita, el golpe contra la petrolera saudí tiene su refracción en este lado del mundo.
Y va mucho más del beneficio que obtenga Petróleos Mexicanos (Pemex) por la tendencia alcista del precio del petróleo en el mercado internacional.
Para este jueves 19 de septiembre el precio del petróleo mexicano de exportación subió a 61.32 dólares por barril. Dicen los expertos que se espera que Pemex tenga más ingresos por la exportación de petróleo, un soplo de oxígeno en el marco de la crisis financiera de la empresa y ante el brete para ampliar su producción.
Claro que no hay ninguna garantía, esta coyuntura al alza está sujeta a la marea de la recuperación del nivel de producción de Saudi Aramco, así como del devenir de las tensiones geopolíticas en Medio Oriente.
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De todas maneras, la realidad es que la clase trabajadora y los sectores populares somos convidados de piedra ante las ganancias que genere Pemex. Son las administraciones de turno las que deciden qué hacer con esos ingresos.
Como en la mayoría de los países, se prevé que el aumento en los precios de la gasolina –producto de una reducción de la producción global de petróleo– impacte en las finanzas de aerolíneas o fábricas.
Pero hay más. Aunque aumenta en lo inmediato el precio internacional del petróleo –derivado un alza en el costo de refinación tras los ataques a la mayor petrolera del mundo–, lo cierto es que el gobierno mexicano compra el 74 % de la gasolina a compañías extranjeras, principalmente estadounidenses. Y el costo de la gasolina aumentó.
Arenas movedizas
"No va a haber variaciones en los precios de las gasolinas", aseveró el presidente López Obrador en su conferencia matutina del pasado 17 de septiembre. "Esto a pesar de esta situación especial en lo externo nosotros vamos a mantener la estabilidad".
¿Lo puede hacer? Por un tiempo, puede ser, con la aplicación del mecanismo de estímulo al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), a través del cual el gobierno asimila cierto porcentaje para que las variaciones en el precio de gasolina no perjudiquen a los compradores directamente.
Sin embargo, el raquítico crecimiento de la economía mexicana es un factor que puede complicar este plan. Porque si el gobierno aplica más fondos para compensar el IEPS, esos fondos deben salir de otras partidas presupuestales. Es decir, las autoridades pueden recortar de algún otro rubro, como salud o educación, para destinar el dinero a contener un posible aumento del precio de la gasolina.
Terreno cenagoso, porque si aumenta el precio del combustible, en automático puede aumentar el precio del transporte de personas y mercaderías, lo cual implicaría un golpe directo a la economía de las familias trabajadoras, ya que los aumentos en tarifas del transporte público y en precios de productos de la canasta básica, son difíciles de solventar ahora. Serían consecuencias inaceptables para las mayorías.
La incertidumbre cubre el horizonte. Mientras los directivos de la petrolera saudí afirman que están exportando 6.5 millones de barriles diarios, cerca de los valores normales.
Pero según señala una nota del New York Times, “lo más probable es que la empresa esté sacando el petróleo del almacén y vendiéndolo en el mercado de exportación, y desviando suministros que de otro modo podrían haber ido a las refinerías nacionales a clientes internacionales. Y parece que está comprando productos petrolíferos que normalmente exporta en cantidades sustanciales, como el gasóleo, no necesariamente para abastecer el mercado saudí, sino para enviar a clientes internacionales a los que de otro modo no podría abastecer.”
Y en el marco del recrudecimiento de las tensiones en Medio Oriente, una región que abastece de petróleo a gran parte del orbe, el escenario puede embrollarse más. Trece mil kilómetros de distancia, que en realidad están a un paso de todos.
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