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Red Internacional
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Elecciones Municipales. ¿Cómo queda el escenario político?

Las elecciones municipales se realizaron este domingo 04 de febrero. Apuntamos elementos en torno a los principales resultados de la elección.

Martes 6 de febrero

1. Ausencia del Gobierno y crisis de representación

Que las elecciones municipales fueran un paso más adentro de la crisis de representación se podía prever desde el momento mismo en que se supo que el partido principal impulsado por el Gobierno de Chaves no iba a participar en la mismas, debido a una interpretación del Tribunal Supremo de Elecciones en la que parece primar una suerte de derecho formal asociado a la representación por encima del ejercicio material de competir por ser representante.

Esta postura del Tribunal Supremo de Elecciones, en sí misma, contribuye a fomentar la crisis de representación en la medida en que impide que la ciudadanía pueda elegir mediante el voto por un partido que, desde el punto de vista material, cumplió en buena parte con las exigencias de legitimidad política requerida para participar en las elecciones y que, además, en principio, reflejaría la línea política de la principal figura política nacional, el presidente Chaves.

Así las cosas, es fundamental aclarar que la presencia o no del Gobierno en estas elecciones no cambió dramáticamente la dinámica política de las mismas, que siguen en un grado de abstencionismo muy alto cuando se comparan con las elecciones presidenciales y parlamentarias, incluso con un pequeño incremento respecto de elecciones municipales anteriores. En total fueron recibidos 1 107 621 votos, con una participación del 31,96 % y un abstencionismo del 68,04 %, con algunas importantes municipalidades con una abstención por arriba del 70%.

2. Liberación Nacional

El PLN recibe un fuerte golpe, pues reduce su caudal de alcaldías en más del 30%, pasando de 43 en 2020 a 29 en 2024. Es decir, pasa de tener un poco más de la mitad de las alcaldías a controlar algo más del 30% de las mismas. Sigue siendo el partido más votado, con más estructura electoral nacional, pero no cesa su lento deterioro, que se expresa en su sostenida reducción del caudal electoral desde la elección de Chinchilla en 2010.

Las declaraciones de Miguel Guillén, presidente de la agrupación, en el sentido de que se requiere una “revolución ética” y una “apertura a nuevos liderazgos” deja la idea de una estructura interna anquilosada, imposible de ser reformada, tal vez en consonancia con la lectura que hace la expresidenta Chinchilla sobre el partido político que la había llevado al poder en 2010.

En todo caso, la táctica que ha adoptado Liberación ante Chaves, de darle gobernabilidad para impedir un mayor deterioro del entramado institucional y mantener a Chaves dentro de los márgenes políticos de defensa del interés general de todos los dueños del país, impide que emerja una alternativa política sólida capaz de unificar las alas de Liberación. Por ello Liberación es el principal actor de la crisis de representación y esta elección municipal es un ejemplo de ello.

3. Unidos Podemos

El principal evento político lo colocó el Partido Unidos Podemos, fundado por la hoy Ministra de Presidencia de Chaves, que pasó de una alcaldía (en Oreamuno) a nueve, siendo la más significativa la del cantón central de la provincia de Limón, donde se encuentra el estratégico puerto del Caribe.

De manera distorsionada, esta votación de UP, sumada a la obtención de dos alcaldías por parte del Partido Progreso Social Democrático, que debería ser asociado al presidente Chaves, dan cuenta de una relativa presencia política del Ejecutivo expresada en la elección.

Este presencia relativa, distorsionada, da una proyección política en torno al 10% de las alcaldías, a lo que se debe sumar que el Gobierno sí puso en pie una inscripción nacional (rechazada por el TSE), lo cual permite que, sin haber participado, sin embargo se haya obtenido parcialmente uno de los objetivos que perseguía Chaves en estas elecciones: contar con un “carro propio”, para mantener la metáfora que han establecido liderazgos oficialistas.

En este sentido, quedará por establecer más claramente cuáles son los límites entre el proyecto de Díaz y el de Chaves, si es que no tomasen la decisión de participar electoralmente de manera conjunta en 2026.

4. La pérdida de San José para el PLN

Pocos políticos han dado tantas vergüenzas en tiendas liberacionistas como Jhonny Araya, el apodado Alcalde Diamante, en alusión al personaje de Los Simpson, que llevaba más de 30 años de alcalde, solo interrumpidos por la dura derrota del PLN ante el PAC en primera ronda 2014 guiada por Araya, a la que siguió su retiro de la segunda ronda, descabezando por completo al aparato liberacionista y llevándolo a una derrota desmoralizante.

En esta oportunidad, rodeados de denuncias de corrupción y con una férrea oposición en el Consejo Municipal, imposibilitado por la nueva ley para buscar su reelección, Araya deja la alcaldía más importante del país por la puerta de atrás, derrotado por Diego Miranda, quien había llegado como representante al Consejo Municipal de la mano del Frente Amplio, al que posteriormente abandonó por criterios electoralistas y se integró, en 2020 a Juntos por San José, con quien resultó electo por segunda ocasión al Consejo en ese año y por el cual ahora será flamante (?) nuevo alcalde.

Miranda se enfoca, al igual que Patricia Mora, en una política de modernización “securitaria” de San José, que empieza en la idea pura de una Municipalidad libre de corrupción y se despliega tras una utopía en que la ciudadanía y la vida económica se entremezclan de manera “vibrante” en el centro de la ciudad, misma que sería intervenida constantemente por la presencia policial. La completa falta de crítica ante nociones modernizadoras y desarrollistas del capitalismo les impide comprender que este San José vibrante solo podría ser conseguido, bajo el régimen capitalista, a partir de una mayor extracción de plusvalía de músculos y nervios de personas productoras directas. Quedará por ver si la crónica apatía de la economía costarricense en los últimos años permite semejante ciudad, estableciendo un límite material para la mayoría de las utopías modernizadoras de Costa Rica.

5. La elección para la izquierda

Comprendemos acá ‘izquierda’ en sentido amplio, producto de que, ante la falta de presencia electoral de izquierda independiente y clasista, puede ser que haya habido una franja de votación auténtica de la izquierda que haya ido a parar al Frente Amplio. Desde este punto de vista, la principal derrotada en la elección es Patricia Mora, derrotada ante su ex-pupilo, en el centro de San José. Su magra votación es el ejemplo de una magra noche para el FA, que perdió además en la coalición en Montes de Oca y solo obtuvo una victoria en León Cortés, que parece una victoria muy lejana como bastión electoral.

La decisión del Partido de los Trabajadores de Costa Rica (PT-CR), de no participar en elecciones municipales impidió la expresión de un voto clasista en estas elecciones. Preocupa el argumento dado, pues dicen, básicamente, que si participasen, podrían obtener una votación tan baja que podrían perder las credenciales electorales. La dirección del PT-CR, en lugar de abrir las inscripciones para que en ellas puedan participar organizaciones de izquierda, sindicales, feministas, ecologistas, prefiere eliminar del todo la posibilidad de una representación independiente por cálculos a priorísticos electoralistas. Al fin y al cabo, si se hubieran juntado 50 activistas en estas elecciones, habrían sido 50 personas de más para la inscripción en 2024. La crisis de la estrategia del PT-CR, basada en una comprensión parcial, unilateral, de la relación entre el partido y las masas, resulta del todo punto evidente. La estrategia de la revolución permanente apunta en otro sentido, hacia la creación de organismos de autoorganización de las masas, dentro de las cuales los partidos clasistas participan en condiciones democráticas.

La desubicación más grande en la izquierda, sin embargo, le corresponde al PRT, que por motivos para nada claros llamó a votar por el FA. Que el FA no concentre lo mejor del activismo, premisa en la que erróneamente se basa el PRT, se constata una y otra vez, por el simple hecho de que la orientación del FA es impedir que haya activismo independiente y busca desviar todo el capital político que emana desde abajo al terreno electoral, donde hasta ahora no se cosechan más que retrocesos y desvíos. El caso de Palestina es el último ejemplo, en el cual el FA por ejemplo pone su logo en todos los afiches, pero no asiste a ninguna marcha. Y si asiste un activista solo del FA, es claro que estaría lejos de agrupar a lo mejor del activismo. Sin mencionar el nefasto rol que jugaron en la votación oficial en la Legislativa, terreno fértil para la emergencia de todo tipo de oportunismo político que ha emergido en el espacio de solidaridad con Palestina.

Desde nuestro punto de vista, siguiendo al marxista italiano Antonio Gramsci, los reformistas buscan colocarse como una dirección dominante a partir de expresar algunas reivindicaciones populares en el terreno electoral. En ese proceso intentan que la emergencia de las reivindicaciones desde abajo no se exprese como entrada en acción política por las masas de manera espontánea, sino que buscan desviar esa emergencia al terreno electoral, decapitando (en palabras de Gramsci) a las clases populares de su dirección y liquidando la perspectiva de un proceso de autoorganización, al tiempo que postulan una modernización burguesa del Estado en sí misma inalcanzable en sociedades capitalistas como las nuestras. Darle apoyo político a una plataforma así, con justificaciones ideológicas y capitulaciones de todo tipo, es un error político de magnitud que ha llevado adelante la dirección del PRT y que solo logra sembrar confusión.

6. El PUSC, las derechas liberales, el FA y la derecha religiosa

El Partido Unidad Social Cristiana ha logrado llegar a 20 alcaldías y consolidar un polo que lo ubica en segundo lugar con el partido con más alcaldías y, por tanto, al menos parcialmente, como uno de los partidos con mejor aparato nacional hacia las presidenciales y legislativas del 2026. En parte un aparato heredado de las viejas épocas de gloria del bipartidismo, previo a los muchos escándalos de corrupción que afectaron al PUSC, y en parte una cierta capacidad para avanzar un poco a partir de lo ya acumulado, son en realidad otro ejemplo más de crisis de representación. No emerge en realidad el PUSC como la segunda fuerza política nacional, ni mucho menos.

Si se suman las diversas fuerzas no liberacionistas, se dividen el 70% de las alcaldías. Sin embargo son enormes las dificultades que expresan liberales, reformistas y religiosos para pasar de una representación relativamente estable en diputaciones a una representación cantonal que les permita hablar de auténticos bastiones electorales. El caso de Liberia, donde liberacionistas y liberales pelearon palmo a palmo hasta el último voto no parece ser tan probable para una elección nacional, pues los liberales simplemente son vistos como demasiado burgueses para ser tomados como representantes por sectores de diversas clases sociales a nivel nacional.

El otro ejemplo de San José apunta contra el FA, cuyo ideal programático está siendo capitalizado por una figura que no es Patricia Mora. Sin bastiones es más lejana la posibilidad que más desea la dirección frenteamplista: una segunda ronda presidencial entre ellos y una figura ultra reaccionaria, a partir de la cual polarizar a la sociedad, golpear a la izquierda independiente y avanzar en un proyecto de contenido boriciano sobre Costa Rica.

Se constata una vez más la no existencia de un supuesto crecimiento de la derecha religiosa en las costas, en general, aunque es llamativo la desaparición de las diversas fuerzas de derecha religiosa en torno a Nueva República. Como fuerza política, cuenta con mucha más presencia en Puntarenas que en las otras costas, de allí que en esa provincia haya ganado dos alcaldías y tenga un buen suceso en general en otras de la misma provincia, así como en algunos cantones del Valle Central o en Siquirres, por ejemplo.

Sin embargo, en general, estas formaciones sufren del problema de contar con auténtica presencia nacional expresada en las elecciones municipales.