La situación política abierta en México a partir del primero de julio está plagada de contradicciones: entre las promesas electorales y lo que adelanta el próximo gobierno; entre las esperanzas de cambio y la subordinación a Estados Unidos; entre las exigencias de justicia, los deseos de una vida mejor y la realidad cotidiana.
Jueves 23 de agosto de 2018 00:38
Durante el gobierno de Peña Nieto, el empeoramiento de las condiciones de vida de las grandes mayorías con la imposición de las reformas estructurales; el ataque a las libertades democráticas como en la desaparición de los 43 y la “guerra contra el narco”; los escándalos de corrupción y un largo etcétera, profundizaron y exacerbaron el descontento social, ya de por sí acumulado en los sexenios previos.
En ese escenario, con un discurso centrado en acabar con la corrupción, denunciando a la “mafia del poder” y con promesas de cambio, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) supo capitalizar el hartazgo con los partidos tradicionales, que se manifestó en los más de 30 millones de votos a favor del Morena.
Con el correr de las semanas, sin embargo, las acciones y declaraciones de López Obrador y los miembros de su futuro gabinete, van confirmando el verdadero carácter que tendrá el próximo gobierno, distanciándose de las expectativas depositadas en las urnas.
Mientras el presidente electo habla de medidas asistencialistas, de quitar la pensión a ex presidentes o de construir 100 universidades, al mismo tiempo pacta con los grandes empresarios planes que no rompen con el neoliberalismo de los sexenios previos.
Así vemos, por ejemplo, que las críticas de campaña contra el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, hoy se convierten en propuesta de consulta ciudadana, incluyendo las opciones de continuar la obra actual en Texcoco y de concesionar el proyecto a la inversión privada. Mientras tanto, se niega la reunión solicitada por los pobladores de Atenco… ¿primero los pobres?
Respecto a la reforma energética, ya quedó claro que no se cancelará ninguno de los contratos otorgados a la iniciativa privada, como le prometió AMLO a Carlos Slim. A lo sumo, se revisará que no haya corrupción de por medio en alguno de los contratos. El saqueo del petróleo sigue ahí.
La prometida cancelación de la reforma educativa se reduce cada vez más a modificar únicamente la Ley del Servicio Profesional Docente, mientras se habla de la continuidad del INEE o de la evaluación (vertical y burocrática) a los maestros; y se ofrece regalar a los empresarios el trabajo de los jóvenes mediante su contratación como aprendices, sin derechos y cuyos salarios serán cubiertos con el erario público.
Incluso promesas que generan gran simpatía, como reducir los sueldos de los altos funcionarios, retroceden ante la oposición, en este caso, de los magistrados de la Suprema Corte, a quienes López Obrador respondió que respetaría la autonomía del Poder Judicial.
Con estos ejemplos -la lista es larga- queda ilustrado que, “gobernar para ricos y pobres”, significa mantener con medidas superficiales las ilusiones en el próximo gobierno, mientras se profundiza el avance sobre las condiciones de vida del pueblo trabajador y se mantienen los privilegios de quienes se oponen a la “austeridad republicana”.
Del mismo modo, la relación de “amor y paz” que propone AMLO al gobierno de Estados Unidos, apunta a mantener la subordinación de nuestro país al vecino del norte, mientras continúa la persecución a los migrantes, la política del muro, y Donald Trump chantajea con romper el TLC si los resultados de la renegociación en curso no favorecen aún más los intereses del imperialismo.
Los socialistas decimos que para hacer realidad las profundas aspiraciones de cambio expresadas por el pueblo de México el 1 de julio, no podemos esperar que vengan de la mano de los grandes empresarios responsables de la explotación de millones y el saqueo del país, ni de los políticos que pretenden reconciliarnos con ellos.
Para hacer realidad las aspiraciones que llevaron a millones a votar contra los partidos del Pacto por México, es imprescindible retomar el camino de la movilización, con una política independiente del próximo gobierno, de las burocracias sindicales que se muestran dispuestas a colaborar con él y de la patronal.
En particular, desde el Movimiento de los Trabajadores Socialistas (MTS) planteamos que las direcciones sindicales, sobre todo aquellas que se reivindican democráticas y combativas, tienen que ponerse a la cabeza de retomar el camino de la movilización en las calles e impulsar los métodos de lucha combativos como el paro y las huelgas.
Consideramos que hay que enarbolar la necesidad de forjar la unidad de las luchas de los trabajadores, con la perspectiva de soldar una gran alianza obrera y popular, buscando integrar a la juventud y las mujeres en primera línea. Esto en primer lugar rodeando de solidaridad efectiva todas las luchas de trabajadores y bregando porque surjan corrientes de trabajadores clasistas que impulsen un programa de independencia de clase.
Anticapitalistas en las elecciones
El 1 de julio, luego de superar las antidemocráticas restricciones del INE, nosotras como trabajadoras (una maestra de secundaria y una trabajadora de la UNAM) nos presentamos a elecciones, para una diputación local, con una candidatura independiente: Anticapitalistas al Congreso de la CDMX.
Desde la candidatura impulsada por el MTS levantamos un programa para llevar la voz de los trabajadores, las mujeres y la juventud al Congreso de la Ciudad de México.
Para acabar con los privilegios y la corrupción de la “casta política” al servicio de los empresarios, alzamos como primera propuesta que todos los legisladores y altos funcionario sean revocables y cobren lo mismo que una maestra.
Conscientes de que nuestras demandas no se resolverán sin atacar los intereses de los capitalistas, propusimos la ilegalización del trabajo precario y el outsourcing (subcontratación), derecho a sindicato y contratación colectiva para todos los trabajadores, salario mínimo igual a la canasta básica y aumento salarial de acuerdo a la inflación.
Jornada laboral de seis horas, cinco días a la semana, sin reducción salarial, para liberar tiempo de nuestras vidas y para repartir las horas de trabajo como medida contra el desempleo.
Frente a la violencia machista, la precarización laboral femenina y la opresión contra las mujeres, que se legisle la igualdad de salarios y mejores condiciones para las mujeres trabajadoras, que incluyan guarderías y comedores gratuitos.
Alzamos la voz contra el feminicidio, el transfeminicidio y la trata, donde los policías y funcionarios están implicados; y contra todas las formas de violencia hacia la mujer y la población LGBT+.
Lejos de querer someter derechos elementales a consulta, como sugiere AMLO, nos pronunciamos decididamente por que el Estado garantice el aborto legal, seguro y gratuito.
Por el derecho a la educación, a la diversión, al deporte, la cultura, el arte y el esparcimiento para los jóvenes. Por la legalización de la marihuana y de todas las drogas, con fines recreativos y medicinales, para acabar con este multimillonario negocio, con el flagelo de la “guerra al narco” y la criminalización de la juventud; y por el fin de la militarización y de las leyes represivas.
Incorporamos también echar abajo la reforma educativa y la privatización de la salud; acceso irrestricto a la educación media superior y superior y a todos los servicios de salud; estatización de los servicios de salud subrogados.
Propusimos la lucha contra la privatización del agua y de los servicios públicos, y su gestión por los trabajadores y control de sus usuarios. Así como también la renacionalización de la industria energética bajo control de los trabajadores y usuarios.
Y como medidas elementales contra la subordinación al imperialismo: dejar de pagar la deuda externa, para destinar esos recursos al presupuesto educativo y de salud, así como para la reconstrucción tras los sismos; por la unidad de los trabajadores, las mujeres, los jóvenes y los pueblos originarios a ambos lados de la frontera, contra las políticas xenófobas y el muro de Trump, y por plenos derechos para los migrantes.
Con estas y otras propuestas, recorrimos junto a decenas de trabajadores y estudiantes las calles del Distrito 32 de Coyoacán, para llevarlas a todos los vecinos. Mediante La Izquierda Diario, las hicimos llegar a millones en todo el país.
Puedes leer el programa completo aquí: Que se escuche la voz de los trabajadores, las mujeres y la juventud
Por una herramienta política de los trabajadores, las mujeres y la juventud
Nuestra lucha no empezó en la campaña, no se terminó el 1 de julio y no se limita al terreno electoral. Nos presentamos a elecciones para denunciar la antidemocracia, la corrupción y los planes antiobreros y antipopulares de este régimen político al servicio de los capitalistas, así como para difundir entre sectores obreros y populares un programa socialista.
Nos propusimos conquistar ese derecho democrático, negado en los hechos a los trabajadores, para amplificar y fortalecer las luchas de los explotados y oprimidos. Fuimos la única candidatura en todo el país que se pronunció a favor y acompañó en las calles la lucha del magisterio en junio.
También, como anticapitalistas consecuentes, arrancamos ese espacio a la democracia burguesa para difundir la necesidad de construir un partido socialista y revolucionario en México, opuesto por el vértice a los partidos del régimen.
El Estado, sus instituciones y los partidos del régimen político, son garantes de los intereses de los capitalistas, nativos e imperialistas, que cuentan con la complicidad servil de las burocracias sindicales. Nuestros explotadores y opresores son poderosos, pero los de abajo somos la inmensa mayoría.
Para vencer a nuestros enemigos, es indispensable conquistar la movilización en las calles y la unidad de los trabajadores, quienes conformamos la clase social capaz de paralizar la economía con nuestros métodos de lucha (como la huelga y el paro); y de soldar, con una política independiente, la alianza del conjunto de los oprimidos, abanderando todas sus demandas con un programa como el que levantamos desde Anticapitalistas al Congreso de la CDMX.
Para llevar adelante esas tareas, desde el MTS bregamos todos los días por construir, desde los centros de trabajo, las escuelas y las calles, la herramienta política que necesita nuestra clase: un partido revolucionario y socialista que fusione a la intelectualidad marxista con lo más avanzado de la clase trabajadora, las mujeres en lucha por su emancipación y la juventud combativa. Que sea antiimperialista e internacionalista, que proponga luchar contra el gobierno de Trump y el saqueo sobre México y América Latina, en unidad con nuestros hermanos de clase -los explotados y oprimidos en los Estados Unidos- y por el triunfo de las luchas obreras y populares que surgen en otros países contra el capital.
Hacemos esto en lucha constante contra las reformas estructurales y por recuperar los sindicatos de manos de los charros y todo tipo de burocracia sindical; por desarrollar la auto-organización estudiantil y juvenil; y por poner en pie un gran movimiento de mujeres, que pelee en las calles junto a la comunidad sexodiversa por sus derechos.
Bajo esa perspectiva es que impulsamos agrupaciones combativas y clasistas para intervenir en los sindicatos (como Nuestra Clase y Desde las Bases), la universidad (Agrupación Juvenil Anticapitalista) y el movimiento de mujeres con la agrupación Pan y Rosas México.
Como socialistas, luchamos por conquistar un gobierno de los trabajadores y el pueblo que, basado en la movilización revolucionaria y constituyendo organismos de autodeterminación y autoorganización de masas, rompa con el imperialismo y enfrente a la burguesía nacional para darle solución efectiva a todas nuestras demandas.
Te invitamos a integrarte al MTS para impulsar juntos la apasionante tarea de construir una alternativa política antiimperialista, socialista y revolucionaria de los trabajadores, las mujeres y la juventud en México.