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Red Internacional
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RACISMO INSTITUCIONAL. Contra la violencia policial racista, organicemos un movimiento antirracista, antiimperialista y socialista

Hace unos días se volvía a hacer viral otro caso de brutalidad policial racista. Esta vez, en el barrio madrileño de Lavapiés, donde dos jóvenes negros fueron violentamente reprimidos por dos agentes de la Policía Nacional. Por desgracia, es una imagen que se repite frecuentemente en el barrio, donde la policía persigue continuamente a la juventud migrante y racializada. En respuesta, varias organizaciones y colectivos antirracistas de Madrid convocaron una concentración contra la violencia policial y el racismo institucional.

Lunes 1ro de abril

En los barrios obreros y racializados, la violencia y persecución policial es el pan de cada día. Sin embargo el último caso, al estar grabado, despertó una gran indignación en las redes sociales, mientras que, por otra parte, la derecha y la extrema derecha aprovecharon la ocasión para esparcir de nuevo sus discursos de odio racistas.

No obstante, la violencia policial y el racismo policial son consecuencia de un gobierno, que por muy “progresista” que se llame, sigue siendo un estado imperialista y racista. La brutalidad policial es sistemática por parte de las fuerzas represivas en el Estado español, desde la feroz política migratoria en las fronteras y en el mar Mediterráneo hasta la persecución y represión dentro del Estado a personas migrantes y racializadas, pero también a cualquier movimiento político y social que se atreva a cuestionar la lógica de este sistema capitalista, racista, machista y lgtbifóbico.

Los cuerpos policiales no están aquí para protegernos, sino que su función es proteger la propiedad privada. No hay ninguna relación directa entre más policía y menos delincuencia, como muchos nos quieren hacer creer. De hecho, en los últimos años la financiación de la policía no ha hecho más que aumentar y esto en ningún momento ha supuesto más seguridad. Todos los protocolos policiales para enfrentar la discriminación se han mostrado ineficaces. Y esto no debería sorprendernos, pues la policía es en muchas ocasiones la encargada de reproducir y mantener los prejuicios discriminatorios.

Como muchos movimientos sociales se han encargado de señalar, si eres de clase trabajadora, mujer, persona migrante o racializada, persona trans o del colectivo; la policía no te va a hacer sentir segure. No olvidamos a Lucrecia Pérez, Samba Martina, Mame Mbayé, a los asesinados en la valla de Melilla y en el Mar Mediterráneo, a los encarcelados en los CIEs, ni a todas las personas que han sido víctimas de la violencia racista policial e institucional.

Por otra parte, las políticas racistas del gobierno solo ayudan en que las personas migrantes y racializadas sean especialmente perseguidas por la policía. El gobierno “más progresista” de la historia, la anterior edición con Unidas Podemos y ahora con Sumar, no ha movido ni una sola coma de la Ley de Extranjería, que condena a millones a la precarización y a la miseria, o de la política fronteriza en África y el mar Mediterráneo, que mata a miles cada año.

De hecho, en lugar de cerrar los CIEs -auténticas cárceles de inmigrantes por el simple hecho de migrar-, han abierto uno más en Algeciras, disfrazándolo de “más social y más humano”. Además, el gobierno de Sánchez se enorgullece de haber firmado el último pacto de migración y asilo de la Unión Europea, una auténtica medida hipócrita que refuerza el cierre violento de las fronteras imperialistas de la “Europa fortaleza”.

Todo esto se combina con el rearme imperialista y la escalada militarista de las grandes potencias y la UE. En esta materia, el Estado Español no se queda atrás: los presupuestos generales aprobados en 2023 por el gobierno de PSOE-UP fueron los presupuestos más militaristas en los últimos cuarenta años.

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Además, no se ha derogado la Ley mordaza mientras que la represión policial contra la clase trabajadora y los movimientos sociales no ha parado. Mientras que algunos sectores progresistas piden más presencia policial “de proximidad” en nuestros barrios, algunos colectivos antirracistas piden la desfinanciación o la abolición de la policía. Las fuerzas represivas del estado no se pueden reformar: su función es proteger y mantener el sistema capitalista en pie. Por eso, la abolición real de la policía solo se puede conseguir luchando también por destruir este sistema capitalista que nos explota y nos oprime.

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Ni la violencia policial o el racismo institucional de la derecha y la extrema derecha, ni la violencia policial o el racismo institucional del gobierno “progresista”. Es necesario levantar un gran movimiento antirracista y antiimperialista que luche contra las políticas racistas del gobierno y el rearme imperialista de la UE, que luche contra el sistema capitalista de conjunto que se beneficia y se autoalimenta de los prejuicios racistas, que le plante cara de verdad a la extrema derecha y sus discursos de odio y que desmienta el falso progresismo que utilizan los partidos de izquierda del gobierno. Contra el racismo y el imperialismo, hace falta poner en pie una gran organización socialista que luche contra todo la explotación y tipo de opresión.