Desde La Izquierda Diario dialogamos con trabajadoras y trabajadores de los barrios cordobeses donde la crisis golpea en todas sus formas. El temor a perder el trabajo, la ayuda que nunca llega y la solidaridad entre trabajadores como contrapartida.
Sábado 29 de mayo de 2021 14:56
Las alarmantes cifras diarias, las eternas colas para realizarse un hisopado y un sistema sanitario al borde del colapso sostenido con el esfuerzo del personal sanitario dan cuenta de una realidad mucho más profunda ante la arremetida de la segunda ola.
La crisis económica y la inflación, el temor a perder el empleo o a represalias cómo descuentos son solo una parte del sin fin de cosas que las y los trabajadores viven a diario mientras el miedo a enfermarse o contagiar a un ser querido se cuela en el minuto a minuto de salir a ganarse el peso para llevar un plato de comida al hogar.
Y así, la bronca va ganando terreno ante un Gobierno que anuncia medidas para las cámaras mientras la realidad de los de abajo está a años luz del cuadro que quieren pintar.
Matías es trabajador de limpieza, está aislado por haber dado positivo, cuenta que esta situación la están viviendo muchos compañeros. “Es imposible conseguir una cama, tenemos compañeras que se han cansado de golpear puertas buscando un lugar para internar a un ser querido. El sindicato Soelsac que maneja la obra social no ayuda y un montón de compañeros están pasando por lo mismo. Sin ir más lejos, hoy hablaba con una compañera mía, era impresionante como se la escuchaba a hablar, se notaba que estaba mal, y no se animaba a hisoparse por terror a descuentos en la empresa. Se fue a hisopar y dio positivo, ahora esta renegando para ver si la obra social le da el servicio para que vayan a verla a la casa”.
Ana también trabajadora de limpieza cuenta en el mismo sentido “a mi prima que también trabaja en una empresa de limpieza nunca le dieron la posibilidad de quedarse en la casa por ser de riesgo, ella es diabética. Tenía terror de que la echaran o le descontaran. Pasó 4 horas en una ambulancia tratando de conseguir cama y no pudieron”.
Estos son algunos ejemplos de cientos que dan cuenta de una situación gravísima que se repite, y que implica que muchos lleguen al sistema sanitario con cuadros agravados ya que el temor a perder el trabajo los lleva a aguantar hasta que no dan más.
A su vez, cuando ya el diagnóstico está confirmado, a la odisea de más de 8 horas para ser testeados se suma la dificultad de conseguir atención médica y ni que hablar si es necesario una cama para internación. Pero esto no acaba acá.
Cómo todos relatan, la situación económica viene golpeando sin tregua, para muchos estar aislados significa no poder salir esos días a hacer la changa, o tener que soportar descuentos de las patronales, peor aún, es moneda corriente salir del aislamiento y enterarse que ya no se tiene trabajo como le sucedió al hijo de Nancy: “Mi hijo, trabajaba en un hipermercado desde hace un mes y medio, un día empieza a sentirse mal a la noche con dolor de cabeza cuerpo y garganta y fiebre. El resultado era positivo y le informan tenía que aislarse con todos los que vivía, es decir su familia. El avisó a la empresa por que era nuevo. La empresa te toma tres meses y después te deja sin trabajo, y cuando llamó para decir que estaba de alta le dijeron que bueno, que esperara. No es justo, acá nadie se contagió por andar de fiesta o porque tuvo juntas, se contagió en el trabajo, nadie había tenido en la familia. No se hacen cargo de nada. No se recibe ayuda de nadie”. Pero esto no termina acá. Nancy cuenta que también tuvo que ir a hacerse hisopar.
Como muchos laburantes no cuenta con medio de transporte alguno. Sabiéndose contacto estrecho intentó por horas llamar por teléfono para que la fueran a hisopar hasta que por la falta de respuesta decidió llegar como sea a un CPC.
El discurso del gobierno destila hipocresía. Mientras hablan de las implicancias de la responsabilidad individual, la realidad es que lo único que hacen es dejar en evidencia las falencias constantes. Por ejemplo, el hecho de que se tenga que viajar hacinados en el transporte público.
Andrea cuenta que cuando se enteró del diagnóstico positivo sufrió un ataque de nervios, rescata la atención de los médicos que al darse cuenta de la situación la contuvieron. “Me preguntaron porque tenía tanto miedo, como era mi situación económica, no recibí ninguna ayuda, porque supuestamente al estar en blanco no la necesitaríamos, cómo si eso fuera garantía de cobrar un sueldo que alcance. Ni mercadería ni nada que se le parezca llegó del COE, solamente la gente que me conoce y sabía que estaba así, se acercó. Nos traían cosas para poder comer, vecinos, familia, que dejaban en la puerta de casa”.
Ante una política sanitaria, económica y social que no contempla la realidad de las grandes mayorías, donde el Gobierno solo ha privilegiado los intereses empresarios a costa de la salud y la vida, también se destacan constantes ejemplos de solidaridad. Colectas entre compañeros de trabajo para ayudar con comida, el que tiene el auto lo pone para llevar las cosas, juntar plata para medicamentos, todo desde abajo, entre compañeras y compañeros de trabajo, entre familiares.
Porque si algo tienen en claro las y los trabajadores es que para el PJ y todos los gobiernos las vidas obreras no importan. Ante un Estado que legisla para los empresarios, y burocracias sindicales que nos dan la espalda, ante una crisis sanitaria, política y social que solo da muestras de profundizarse, la solidaridad de clase es un camino a seguir, apostando a la unidad entre trabajadores, desocupados, precarizados o en blanco para que en la mayor coordinación posible podamos no solo arrancarles migajas sino también una vida que merezca ser vivida.