Tribuna Abierta. Crisis institucional: Boca contra Boca

Fernando Gago estará en el banco de suplentes contra Central, aunque es sabido que no seguirá al mando de un equipo al que no le encontró la vuelta en poco más de 20 partidos. Sin embargo, creer que la salida del entrenador es el fusible que Boca necesita para recuperarse de un nuevo cimbronazo que lo sacude, -como sucede hace tiempo-, es errarle en el análisis.

Desde su llegada a la dirigencia de Boca junto a Jorge Amor Ameal, Román nombró a Miguel Ángel Russo, Hugo Ibarra (no volvió a dirigir), Sebastián Battaglia (con pasado en la dirección técnica de Almagro y actualmente en San Miguel), Jorge Almirón (hoy en Colo-Colo, de Chile), Diego Martínez (en Cerro Porteño, de Paraguay) y ahora Fernando Gago. En el medio tres interinatos de Mariano Herrón que, según parece, está a punto de iniciar el cuarto. A excepción del actual entrenador de San Lorenzo, que ganó la última Copa Libertadores Xeneize, allá por el 2007, y el perfil alto de Gago, Boca se escudó en referentes que, como jugadores, fueron ídolos pero que no están a la altura de la institución para el cargo que ocuparon. Algo que también hace la dirigencia actual, escudarse en aquel rol y no adaptarse al que hoy tienen.

Con los amigos no alcanza

Todo parece indicar que el consejo de fútbol opera como un panóptico, aquel ojo que todo lo ve y que se mete en la cocina de las decisiones de cada uno de los entrenadores. Este método, es uno de los más criticados por los hinchas, los medios y también por quienes pasaron por el equipo en el último tiempo. ¿Román debería cambiar?

El periodista Matías Baldo, escribió en Insiders acerca de la necesidad que tiene Boca de profesionalizar sus áreas y abandonar la postura del “sí, Román”. Pero, ¿cómo se hace para dejar afuera a los propios y empezar a confiar en algo que parece convencerlo?

En Boca, la problemática no está reducida a Riquelme. Pero es el máximo responsable como presidente de una institución que junta traspiés más allá de su llegada a la dirigencia. En el cúmulo de situaciones, como entrenadores que no rindieron, están los jugadores que hace tiempo dejaron de rendir y que aún continúan, aunque no jueguen. Otros, piden no jugar los partidos de local. Otros eligen no patear penales y, ahora, también no atajarlos.

Gago no le encontró la vuelta, pero no es el fusible que, con modificarlo solucionará los problemas. ¿Qué se hace con jugadores, entrenadores y dirigentes que tiran para su propio lado? En el medio, los hinchas: los que van a la cancha, los que caminan la calle, y los nuevos, aquellos que están en todos los clubes y que naufragan en las redes. En el Xeneize, gritan “Boooca”. Son hinchas de la hinchada, como menciona Baldo en Insiders.

Datos que contextualizan una crisis

Desde la Copa Libertadores del 2007 hasta esta parte. Boca no jugó el torneo más importante del continente en cinco ocasiones y perdió tres finales. Contra su clásico rival quedó eliminado tres veces. En su cancha, el Xeneize quedó afuera seis, y desde 2020 no gana una serie sin llegar a los penales. En 2024 no clasificó, y en 2025 quedó afuera en fase dos contra el modesto Alianza Lima, pese a haber tenido la posibilidad de clasificarse de forma directa a través del torneo local, la Copa Argentina, la Copa Sudamericana y la tabla anual. Nada de eso ocurrió.

En total, Boca acumula siete derrotas en nueve series contra equipos argentinos, donde solo pudo eliminar a Racing, -actual campeón de la Sudamericana y la Recopa 2025-. Y, además, cayó cuatro veces contra River, una ante Independiente, Vélez y Newell’s. Mientras que, en el ámbito local, perdió cuatro de las cinco finales de copas nacionales que jugó con otros equipos grandes. Entre ellas la Supercopa Argentina frente San Lorenzo y River, y luego frente a Racing cayó en el Trofeo de Campeones y la Supercopa Internacional.

Un equipo armado vs jugadores que sobran

El caso Medina pareció haberle mojado la oreja a Román, y tras la salida por 15 millones de dólares a Estudiantes, el Xeneize entró en el mercado y consiguió refuerzos que, a priori, parecen de jerarquía. Sin embargo, son jugadores que el técnico no pidió y, con la eliminación consumada en la fase de repechaje de la Copa, pone en jaque hasta lo que parece un acierto. Además, el foco se vuelve a centrar en los permanentes lesionados, la falta de personalidad para prevalecer en partidos decisivos y expulsiones repetitivas.
Ahora, Boca tiene un plantel extenso y poca competencia. ¿Qué pasará con aquellos jugadores que no logran hacer pie frente a las lesiones? ¿Se deben a casos de indisciplina producto de que no existe un código de conducta?

Expulsiones en instancias de definiciones, lesionados y bajos rendimientos, conforman un cóctel que no resiste ni al mejor de los entrenadores.

Lo que viene…

A Román empieza a no alcanzarle su pasado como futbolista y máximo ídolo para no ser criticado como presidente del club. Los golpes que acarrea su gestión empiezan dar frutos en los ánimos del hincha y a hacer mella en cada derrota. Dos años sin Libertadores, se pasó de querer ganarla a querer jugarla. Boca empezó a bajarle el precio a su propia historia, y eso va más allá del propio Riquelme. Hoy es Boca contra Boca.

¿Qué entrenador irá a dirigir en caso de que Gago deje su cargo? ¿Qué pasará con los jugadores que son resistidos hasta el hartazgo? ¿Se profesionalizarán las áreas que se requieren para evitar los errores no forzados?