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Red Internacional
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Salud Pública. Crónica de un día en la primera línea contra la pandemia

Desde La Izquierda Diario entrevistamos a un trabajador de la primera línea en la salud pública contra el virus, un paramédico que nos mostró la compleja, frustrante y extenuante realidad que están viviendo los trabajadores de la salud.

Lunes 6 de julio de 2020

Soy paramédico de ambulancia, pero igualmente ejerzo funciones al interior de un CESFAM del Servicio de Salud Metropolitana Norte, trasladamos pacientes al Hospital Psiquiátrico José Horwitz, Hospital Roberto del Río y al Hospital San José.

Mi jornada es de 12 horas, si hacemos día, es de 08 a 20 horas y si es noche de 21 a 08 horas. Pero con la pandemia, todo se nos ha dado vuelta, actualmente estamos haciendo turnos de 24 horas, partimos a las 08:00 y salimos a las 08:00 del día siguiente, una jornada agotadora.
Nosotros recibimos el turno por parte de nuestros compañeros salientes, con los materiales e insumos repuestos. Ahora hay que poner especial atención a la sanitización de la ambulancia, a la disponibilidad de oxígeno y a los elementos de protección personal (EPP). Luego de la recepción de turno, estamos disponibles para trabajar al interior de las instalaciones, trasladar a un paciente al hospital o acudir a un llamado de urgencia en domicilio o vía pública.

Nosotros somos parte de los y las trabajadoras de la primera línea, tratamos y cuidamos todo el día pacientes con COVID-19, sospecha o posibles COVID, además con gente que cree tenerlo. En los últimos meses prácticamente todo lo que hacemos está relacionado con el virus, así que hay que estar todo el día preocupado del correcto uso de los EPP, lavado de manos, circulación de pacientes, sanitización, etc. Se convierte en una especie de ritual tedioso y estamos en una constante preocupación por no contraer ni diseminar el virus, y es una carga psicológica muy grande. Cualquier procedimiento podría tratarse de un paciente contagiado, así que es necesario tomar todos los resguardos, todas las medidas de seguridad, una y otra vez, porque no sólo no queremos contraer el virus, tampoco queremos llevarlo a casa con nuestros seres queridos, así que las precauciones son incluso entrando a la casa.

La cantidad de pacientes positivos aumenta día a día, incluso entre nosotros mismos, hemos tenido ya varios contagiados. Mi compañero conductor estuvo bastante grave, eso nos tuvo realmente preocupados y lo mismo ha sucedido con familiares de nuestros compañeros. Es más actualmente me encuentro en cuarentena por haber contraído el virus y es bastante jodido, y eso que en mi ha sido leve. Así que la relación con el contagio ha sido muy cercana y directa.

Nuestro trabajo tiene muchas satisfacciones y una de ellas es poder ayudar a alguien y ver que mejore, pero en esta oportunidad hay harto de frustración, porque no es mucho lo que podemos hacer, es frustrante no poder hacer más. En los casos graves, la gente literalmente se ahoga. El virus es una cuestión totalmente nueva, y la verdad es bien extraño, pareciera atacar diferentes sistemas, para algunas personas es asintomático y para otras mortal, y se ha visto que deja secuelas también. Una colega mía quedo con tos crónica y un enfermero que fue prácticamente asintomático quedó con daño en los pulmones.

El Hospital Sn. José hace mucho tiempo que no da abasto, no tiene la capacidad para atender a toda la población del área norte. No tiene la infraestructura, ni la cantidad de funcionarios para atender la demanda de la población norte y así lo han hecho saber los propios funcionarios desde hace años. Era evidente que ante cualquier situación que aumentara la demanda, el hospital San José colapsaría, si normalmente está colapsado, imagínense ahora en plena pandemia. Los funcionarios hacen lo humanamente posible por atender a los pacientes, pero sencillamente es imposible.

Para mi el principal problema es la estrategia que se ha tenido, el esperar a que se vuelva "buena persona". La estrategia ha sido reaccionar, persiguiendo al virus y ver cómo se va comportando. En vez de declarar una cuarentena total desde un principio, se privilegiaron las arcas de los grandes empresarios, desestimando el riesgo y las consecuencias de que miles de trabajadores continuaran trasladándose a sus lugares de trabajo, exponiéndolos a ellos, sus familias y a gran parte de la población, permitiendo que esto se diseminara como lo hace hasta el día de hoy. Da rabia e impotencia que no se haya sacado nada de las experiencias en China, Italia o España y como es tradicional se haya y se siga privilegiando a los de siempre. Definitivamente el gobierno no ha sabido responder ni a la crisis sanitaria, ni a la crisis social, ni a la económica.

Es frustrante ver que día a día esto se agrava más y aún no se vean mejoras. Se siente el estrés y agotamiento en nuestros compañeros y en todos quienes nos rodean, quienes no han podido hacer su vida normal.