Cada 20 de enero se realiza en el Barrio Yungay de Santiago la tradicional fiesta del Roto Chileno, figura que es identificada con el grueso del pueblo desde la perspectiva de las élites y que reivindica su participación en las acciones militares de la oligarquía del siglo XIX
Lunes 20 de enero de 2020
Al roto chileno tradicionalmente se le ha identificado como una figura popular, una representación del pueblo chileno, resultado del mestizaje entre españoles e indígenas.Uno puede rastrear su origen desde la conquista española, donde siempre fue un término ocupado despectivamente. Existen fuentes donde se hace referencia a las tropas de Almagro, pobres y vestidos con harapos y andrajos, a los que se les denomina"rotos", e incluso se habla ya de los "rotos chilenos" para referirse a los soldados de Almagro que dieron muerte a Pizarro durante el sorpresivo golpe de estado en el Virreinato del Perú en 1541.[1]
De esta forma,durante toda la colonia este término hizo referencia al grueso de la población de Chile, campesinos pobres y mestizos, quienes realizaban labores al interior de la Hacienda para su patrón, el latifundista oligarca. Esta unidad económica agrícola que permaneció intocable hasta la segunda mitad del siglo XX, mezclaba una forma de producción semi feudal, donde los inquilinos se encuentran adscritos a la tierra y su dueño, con una más propiamente capitalista donde la mano de obra temporera se le paga en dinero y especies, siendo una de las primeras formas de trabajo remunerado en un sentido amplio. Estos últimos, el peonaje, serían el fundamento del moderno arquetipo del roto.
De figura despreciada a exaltación patriota.
Recién en el siglo XIX es dónde esta figura va a adquirir notoriedad, pues hasta ese momento la oligarquía chilena se preocupó por silenciar todo protagonismo de las masas populares en la historia. Sin embargo, el recién nacido estado de Chile se encontraba consolidándose y la mayor parte del pueblo no se identificaba en lo absoluto con las élites, que siempre los despreciaron.
Prueba de ello es que el derecho a voto estuvo restringido a la mayor parte de la población hasta el siglo XX, además de que el estado llevó adelante políticas “civilizatorias”,como la instalación de un modelo de instrucción primaria que buscaba “moralizarlas costumbres de la masa” eliminando el contrabando, el desfalco y el bandolerismo social. “Masa bárbara”, “masa ignorante”, “salvajes” o “corruptos”,son algunos de los apelativos usuales de la época empleados por intelectuales liberales como Andrés Bello, Faustino Sarmiento y Miguel Luis Amunátegui y autoridades políticas como Diego Portales y Manuel Montt.[2]
El enaltecimiento por parte de la oligarquía de esta figura respondió entonces a una forma de extender un sentimiento de unidad nacional y pertenencia de estos sectores populares con el estado de Chile, y es por ello que se recurrieron a ciertos “valores”que acompañan a esta figura, tales como el esfuerzo y la valentía. Y la ocasión para exaltar estas virtudes se dio a propósito de la participación, obligatoria por lo demás, de estos sectores en las guerras de la oligarquía, especialmente la guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana, la Guerra del Pacífico y la invasión del territorio mapuche en la mal llamada “Pacificación de la Araucanía” por el control de los recursos de la zona norte y sur del país.
De esta forma las élites no solo lograban la ansiada unidad nacional sino que además, las tropas necesarias para realizar una expansión capitalista y posteriormente, la mano de obra para explotar.
La Festividad.
En 1839, el 5 de abril, el presidente de la época José Joaquín Prieto emite un decreto presidencial con la creación del Barrio Yungay, en conmemoración de la batalla del mismo nombre durante la guerra contra la Confederación. Al año siguiente se realiza la primera fiesta del “Roto Chileno”, en conmemoración a esos soldados de origen campesino que van a la guerra pobres, harapientos y logran triunfar heroicamente, según el decreto de la época. El carácter más peleador se acentuará más luego de concluida la Guerra del Pacífico.
Todo esto, era utilizado para identificar al conjunto del pueblo que aquel que estaba construyendo efectivamente a la nación. Estas conmemoraciones se realizaban durante un mes entero, y aunque eso ya no es así,hoy se mantiene la tradición de seguir integrando al ejército y las instituciones públicas.
Sin embargo los propios vecinos del histórico Barrio le dan su propia lectura.Ya el año 2017, el entonces presidente de la Junta de Vecinos de Barrio Yungay, José Osorio,comentaba que venían redefiniendo a esta figura y su significado. “El roto chileno es el que hoy lucha por su barrio, su territorio, su país y las buenas prácticas comunitarias” comentó, y agregaba “Es una fiesta de integración, donde se reivindica el derecho de ocupar el espacio público. Es un recuerdo de la historia que se proyecta al futuro, recuperamos al barrio y celebramos esa lucha. Es un hito que nos da la posibilidad de instaurar buenas prácticas comunitarias (ecológicas y patrimoniales) y de celebrar en familia, con los niños y con los inmigrantes que viven acá”.[3]
Hoy, a 3 meses de iniciado el estallido y a las puertas de un proceso constituyente lleno de trampas, se sigue poniendo en tela de juicio la resignificación de esta festividad, con una élite política ampliamente repudiada, e instituciones como el Ejército y las municipalidades siendo cuestionadas por su rol en los últimos meses, contra una visión que identifica a este roto con aquellos que se han venido levantando en defensa de sus territorios, sus derechos y sus recursos contra una Constitución y una casta empresarial, y que han sido los protagonistas del estallido, identificados con el “Baile de los que sobran” y el perro quiltro, es decir mestizo, “Negro Matapacos”.
Hoy se le identifica con la figura del "Roto Constituyente", lo que expresa las aspiraciones de todos quienes se vienen movilizando, de una nueva Constitución que elimine la herencia de la dictadura. Pero que es contradictoria, porque a la misma vez que desconfía del proceso constituyente en curso, lo viene impulsando porque no ve otra salida. Es necesario volver a colocar en el horizonte la posibilidad de una Asamblea Constituyente libre y soberana, recuperando la masividad de las calles organizando la entrada de la clase obrera con sus organizaciones y métodos históricos que puedan derrotar al gobierno y la trampa actual de la convención.
[1] Larraín Valdés, Gerardo. Diego de Almagro.Luxemburgo. 1996
[2] Reyes Jedlicki, Leonora. La escuela en nuestrasmanos. Quimantú. 2014
[3] Dibam. Revista Patrimonio de Chile. Abril de 2017, pag23.