Este 11 y 12 de julio se realiza la cumbre anual de la OTAN. La propuesta de integración de Suecia a la Alianza Atlántica está en la agenda pero Turquía la sigue objetando para obtener el mayor número de concesiones posible del país escandinavo y del resto de la Alianza, la última de ellas el pedido de su ingreso a la Unión Europea.
Lunes 10 de julio de 2023 10:42
Vilnius, la capital de Lituania, recibirá desde este martes a cerca de 2.000 líderes de los 31 países miembros de la OTAN que se reunirán durante dos días para la cumbre anual de la alianza militar.
Es la cuarta vez que se reúne desde el comienzo de la guerra en Ucrania. Una prueba de la revitalización de la Alianza que, en palabras del presidente francés, se encontraba en 2019 en estado de “muerte cerebral”. En la agenda de esta nueva cumbre se encuentras como temas centrales la integración de Ucrania en la OTAN, la autonomía de la Unión Europea frente a Estados Unidos y la integración de Suecia, tras la de Finlandia, oficializada el pasado mes de abril.
Hasta la guerra en Ucrania, Suecia tenía una asociación con la OTAN que garantizaba la relativa neutralidad del país en la competencia entre el bloque de la OTAN y el de los países de la antigua URSS. La guerra en Ucrania, al cambiar las coordenadas geopolíticas globales, llevó al país escandinavo a solicitar la integración en mayo de 2022. Desde julio de 2022, Suecia se convirtió oficialmente en un país "invitado" de la OTAN, participando en reuniones pero también en la planificación de defensa y ejercicios militares de la alianza. Una petición de adhesión apoyada plenamente por Estados Unidos, como Joe Biden insistió en recordar el pasado miércoles durante su reunión con el primer ministro sueco, diciéndole: "Quiero reafirmar que Estados Unidos apoya totalmente, la membresía sueca en la OTAN. La conclusión es simple: Suecia fortalecerá nuestra alianza."
La adhesión de Suecia, unos meses después de la de Finlandia, marcaría una nueva etapa en la expansión de la OTAN en el noreste de Europa, además de un punto de inflexión en la historia política del país. Una expansión que supondría un salto en el armamento de Europa y en la expansión de la OTAN a las puertas de Rusia pero también, a más largo plazo y con un plan más estratégico, un paso adelante en el avance de Estados Unidos contra China: la integración de los dos países escandinavos permitiría a la potencia imperialista hegemónica reforzar la ruptura entre Occidente y Rusia y así participar en el debilitamiento del socio más débil del eje euroasiático Rusia-China. Al mismo tiempo, la integración de Suecia y Finlandia también tiene el objetivo de frustrar los planes chinos de una nueva Ruta de la Seda, que incluiría una "Ruta de la Seda Polar" en el extremo norte.
Las exigencias de Turquía ante la integración de Suecia
A diferencia de Finlandia, cuya entrada en la OTAN se formalizó el pasado mes de abril, la integración de Suecia enfrenta desde hace un año la oposición de Turquía, que aprovecha su papel fundamental en la OTAN para obtener las mayores concesiones posibles del país escandinavo y de los países de la OTAN. En efecto, desde el inicio de la guerra en Ucrania, Turquía ha desempeñado un papel de mediador e intermediario entre Rusia, la OTAN y Ucrania, además de desempeñar un papel fundamental a nivel militar gracias a su control del Mar Negro. Si al mismo tiempo, Turquía mantuvo sus relaciones con Rusia y se negó a aplicar las sanciones occidentales por su dependencia del plan energético, este lugar le permitió negociar tantas concesiones como sea posible. La última de ellas, intentar un canje del ingreso de Suecia a la OTAN por el del ingreso de Turquía a la Unión Europea, pero previamente Erdogan ya había utilizado el ingreso de Suecia para avanzar en su lucha y su ofensiva contra el pueblo kurdo.
Desde la solicitud de ingreso de Suecia en la OTAN, Erdogan ha aumentado las apuestas tanto como fuera posible, en particular al pedir la extradición de decenas de militantes kurdos. Suecia, que se dice que alberga una comunidad kurda de 100.000 miembros y que mantuvo relaciones con las YPG, la rama siria del Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK), cuando Erdogan lanzó su ofensiva en el norte de Siria, aceptó estas condiciones, modificando su Constitución, adoptando una nueva ley antiterrorista y extraditando a algunos de los militantes kurdos buscados por las autoridades turcas.
De la misma manera que los gobiernos de Alemania y Francia consintieron la política de limpieza étnica antikurda de Erdogan a cambio de bloquear a los inmigrantes de Siria, Suecia ha aceptado ser cómplice de la ofensiva turca contra el pueblo kurdo. Al día de hoy, Erdogan sigue intentando negociar más medidas represivas contra los militantes kurdos, considerando todavía insuficientes las adoptadas por Suecia: Suecia ha aceptado así convertirse en cómplice de la ofensiva turca contra el pueblo kurdo.
En otro nivel, Erdogan aprovechó la solicitud de ingreso en la OTAN de Suecia para resaltar el desarrollo de la islamofobia en Europa y en los países escandinavos. Así, Erdogan busca presentar su denuncia de la islamofobia para avanzar en su propia agenda reaccionaria en Turquía.
Ahmet Kasim Han, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Beykoz de Estambul, explica al New York Times: "Erdogan ha hecho de la lucha contra la islamofobia uno de sus caballos de batalla; una posición hipócrita cuando conocemos el papel de Turquía en la gestión migratoria racista de la Unión Europea, en particular para impedir que los refugiados de Siria, de mayoría musulmana, pueda llegar a la Unión Europea". Nathalie Tocci, directora del Instituto Italiano de Asuntos Internacionales, recuerda al diario estadounidense que la Unión Europea "ha tenido bastante éxito en la negociación de tratos desagradables con [Erdogan] sobre migración", incluido el pago a Turquía para albergar a refugiados y solicitantes de asilo y evitar que lleguen a Europa.
Esta política adoptada por Turquía desde la solicitud de adhesión de Suecia debe entenderse en un contexto en el que, aunque Erdogan acaba de ser reelegido, su gobierno sigue debilitado por la crisis económica: la inflación sigue siendo elevada y la presión económica ha salido reforzada por el aumento del gasto público antes de las elecciones. El índice de precios al consumidor subió un 3,9% en junio desde mayo, el mayor aumento mensual desde enero según el Instituto de Estadística de Turquía. Los costos de transporte, que incluyen el precio de la gasolina y el diésel, aumentaron un 8%. La lira cayó un 20% frente al dólar el mes pasado, elevando el costo de las importaciones. Desde este punto de vista,
La frágil unión de la OTAN
En este contexto, la fecha de la integración de Suecia a la OTAN aún es incierta. Este lunes, Erdogan, el primer ministro sueco y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se reunirán para desbloquear la oposición de Turquía a la adhesión de Suecia. Por el lado sueco, sería el "proyecto político más importante del gobierno", según el diario sueco Dagens Nyheter. Pesimista, este último escribe: "Sin embargo, dadas las recientes declaraciones incendiarias del presidente turco, es poco probable que la bandera sueca sea realmente izada con las de los otros 31 países de la OTAN" y describe la reunión de este lunes como "la última oportunidad" para el gobierno sueco.
Para el profesor Ahmet Kasim Han, en cambio, la situación sigue abierta: Suecia podría hacer aún más concesiones, o Estados Unidos y otros miembros de la OTAN podrían ofrecer regalos como armas. Él explica: "Turquía quiere tener participación en las agendas de política exterior más amplias y de seguridad. En particular, Turquía quiere comprar aviones de combate F-16 y otros equipos de los Estados Unidos por valor de $ 20 mil millones, un acuerdo que Joe Biden podría querer usar como moneda de cambio sobre la integración de Suecia". Después de su llamada telefónica durante la cual Biden felicitó a Erdogan por su reelección, el presidente estadounidense dijo: "Todavía quiere trabajar en los F-16. Le dije que queremos un trato con Suecia, así que hagámoslo."
Un plan que no podría llevarse a cabo tan fácilmente, ya que la oposición republicana en el Parlamento estadounidense lo viene fustigando desde hace meses. El senador Mitch McConnell, líder de la minoría en el parlamento, declaró recientemente que el envío de F-16 a Turquía estaba fuera de discusión "hasta que la admisión de Suecia haya quedado atrás". Oposición encabezada también por el senador demócrata Robert Menéndez, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores, quien, según el New York Times, "ha prometido en repetidas ocasiones oponerse a la venta a menos que Turquía se vuelva ’menos beligerante’ con respecto a sus aliados de la OTAN". De hecho, esta venta ha estado bloqueada en el Congreso estadounidense durante meses, los parlamentarios están descontentos con los vínculos de Erdogan con Rusia y, en particular, con su compra del sistema antiaéreo ruso S-400.
Más allá de las hipótesis sobre la integración de Suecia en la OTAN, las negociaciones con Turquía son una muestra de las divisiones dentro de la Alianza. Para el New York Times, un proceso demasiado largo para la adhesión de Suecia constituiría incluso una "victoria simbólica para Putin y una pérdida para la alianza". Marc Pierini, exembajador de la Unión Europea en Turquía, va en la misma dirección con el diario estadounidense: "Si no hay acuerdo en Vilnius, habrá una crisis dentro de la OTAN, punto."
En general, esta situación forma parte de la dinámica de recomposición de bloques geopolíticos y militares a escala global en la que cada país se ve obligado a posicionarse. Pero estos bloques no están libres de contradicciones, y la unidad en torno a la OTAN que vio Occidente tras el inicio de la guerra en Ucrania muestra no pocas fallas.