Este lunes, Julio Cesar Suárez, jefe de la policía de Córdoba entre 2013 y 2015, se sentará en el banquillo de los acusados en la sala 4ta del crimen. Está imputado de coacción por amenazas al periodista Dante Leguizamón.
Sábado 17 de febrero de 2018
En agosto de 2014, Leguizamón denunció en una cobertura periodística la violenta represión policial y el amedrentamiento a vecinos que tenía lugar en barrio Los Cortaderos, de la capital cordobesa, donde semanas antes había sido asesinado por gatillo fácil Güere Pellico.
La reacción de Julio Cesar Suárez, quien fuera jefe de policía en el último tramo del gobierno delasotista, tuvo todo el sello del autoritarismo de alguien que se considera impune.
Comenzó con una entrada violenta al edificio de los SRT (Servicios de Radio y Televisión de la Universidad), donde a los gritos exigía hablar con Leguizamón, que a esa hora ya se había retirado del lugar. Curiosamente, las grabaciones de las cámaras de seguridad del canal desaparecieron. El acoso continuó con un tweet desde la cuenta oficial de la policía y prosiguió con una llamada telefónica amenazante: “Me voy a encargar de vos”, le gritó al periodista.
Izquierda Diario dialogó con Dante Leguizamón en los estudios de los SRT, a días del inicio del proceso donde, por primera vez en el país, se juzgará a un ex jefe de policía por coacción contra un periodista.
Suarez llega a juicio cuando, desde el poder nacional, el gatillo fácil y el amedrentamiento a la juventud está siendo respaldado.
Con Suárez como jefe, un sector de la policía retoma el poder. Pero lo retoma con una imagen negativa del 73%, en ese momento. Ahí se ve una crisis la sociedad cordobesa, cuando Suárez empieza a hacer los operativos de saturación que ponía a los chicos en las plazas, encapuchados y esposados, no era solamente una señal de persecución a esos chicos: era porque lo vecinos del barrio pasaban por la plaza y decían ‘¡Bien! Por fin están haciendo algo’.
Con esa metodología, Suárez revierte la imagen negativa de la policía del 73 % a 26 %, en 5 o 6 meses. En ese contexto es donde se da lo de Güere Pellico.
El asesinato de Guere fue un caso testigo de gatillo fácil. A partir de la denuncia de la familia y de la cobertura que hiciste, muchos decidieron dar a conocer que habían vivido situaciones similares y perdido familiares a manos de la Policía de Córdoba.
Suárez va al programa más visto de Córdoba y dice esa frase terrible con la que yo más machaco en esos días: “Entre un buen operativo policial y lo que ustedes llaman gatillo fácil hay una delgada línea”.
Hicimos un programa especial para contar lo de Güere, salimos desde acá (SRT) en vivo con toda la familia. Ahí me pasa una cosa muy fuerte… Se acerca el padre, un señor que mide un 1.85, grandote, con unas manos enormes, y me dice: ‘Dante, ¿te puedo pedir un favor? Yo me estoy yendo para mi casa con mi familia… ¿te puedo llamar por teléfono cuando llegue para decirte que estoy bien?’. Eso mostraba el nivel de desprotección que tenían ciertos sectores de Córdoba en ese momento.
Al mes, la policía hace un operativo al frente de la casa de la madre de Güere, supuestamente por drogas. Los vecinos los insultan, la policía reprime y, oh casualidad, le dan tres balazos a quien fue testigo cuando Leiva y Chávez buscaron el arma para plantar en el asesinato de Güere.
Esa es la denuncia por la que Suárez entra a los gritos a los SRT y termina amenazándote
Tengo una primera conversación, que yo siempre digo que es tensa pero respetuosa, en la que él me dice que está enojado por mi cobertura del caso. Yo lo invito al programa. Lo había invitado unas 8 o 9 veces y nunca había querido venir, y en esa conversación él me dice: ‘No, yo no voy a ir porque vos me querés humillar a mí’.
‘-Yo no te quiero humillar, yo quiero trabajar y que vos hables’ le dije.
Quedamos que el viernes siguiente él iba a venir al estudio. No vino. Ese día, marco la salida y cuando estoy en la ruta, volviendo a casa, empiezo a ver llamadas perdidas de Suárez. Fueron como 12 llamadas.
Llego a Río Ceballos, no hay señal en ciertos lugares de Río Ceballos. Entro a comprar una gaseosa para mis hijos y cuando salgo, me llama Suárez. Ahí es cuando se produce la conversación en la cual él me dice: ‘Vos no me vas a venir a marcar la política de seguridad a mí’… sonaba bastante alterado. Después me dice. ‘Si no venís ya a la jefatura a hablar conmigo, yo me voy a encargar de vos’. Ahí yo me quedé helado y le pregunto: ‘¿A qué te referís con eso, explicame a qué te referís con eso?’, y el me repite: ‘Si no venís ya a hablar conmigo, yo me voy a encargar de vos’.
‘-Bueno, chau, hablamos en otro momento’ digo, y le corto la comunicación.
Un momento después me llama el periodista Miguel Planells y me dice, ‘Che, Suárez estuvo en los SRT”. Yo no sabía nada. Entró, las cámaras lo tomaron. Compañeros las vieron y algo pasó que las imágenes se borraron. Cuando llego a mi casa veo el tweet de la policía donde Suárez escribe: ‘Sr Leguizamón, por favor deje de mentir’, y lo firma él.
Ahí hablo con un par de amigos, con Verbitsky, con Orosz, que me dicen: ‘Denuncia penal urgente’.
¿Cómo es que se borraron las imágenes de Suárez en los SRT?
Pero dos compañeros vieron ese video, que la conducción de los SRT no dejó que saliera al aire; van a testificar que lo vieron. Y consta en el libro de actas de ingreso al predio que Suárez entró.
¿A Suárez le imputan coacción?
¿Es la primera vez que un jefe policial va a juicio por coacción a un periodista?
La justicia de Córdoba tuvo un rol muy particular. Tuvimos que apartar jueces, yo tuve que postear en mi Facebook particular a medida que me iba enterando cosas de la causa. Sabemos que llegó una persona al Tribunal Superior de Justicia con órdenes expresas de detener este caso. Y en el marco de todo esto surge también la amenaza que Suárez le hace al fiscal Molina, quien investigó el asesinato de Güere Pellico. Esta amenaza, que el mismo Molina la define como “poco feliz”, no fue denunciada.
Yo creo que este caso se vincula con lo de Chocobar porque se empieza a discutir, otra vez, cuáles son los límites de las fuerzas de seguridad. Hay que ver si a Suárez le soltaron la mano, como algunos creen, o si en este contexto pos Chocobar, al soltarle la mano a Suárez piensan que se arriesgan a otras cosas que puedan pasar.
¿Cuál fue la reacción de la dirigencia política en aquella época?
¿Te sentiste acompañado?
El primero que me llama es Luis Juez, ese mismo sábado. A mí me llaman Juez, De Loredo, Carolina Scotto, Horacio Verbitsky (es el que lo cuenta en Página 12). Después de que yo hago la denuncia, es el Rector Tamarit el que me pide que me junte a tomar un café con Suárez, porque había sido un ‘exabrupto’. Es Verbitsky quien cuenta eso.
¿Y las autoridades de los SRT?
Esto pone en evidencia como una cosa son los discursos a la hora de pensar esto, y otra son los actos. Hay otros periodistas amenazados por Suárez y que no lo denunciaron.
¿ Siguieron las amenazas?
¿Qué esperas la semana que viene en el juicio?
Si no hay una sentencia contra él voy a ir a la Corte Suprema, y después a la Interamericana, sin ninguna duda. Porque es una cosa que no se puede dejar pasar. Debe ser un ‘mojón democrático’, que haya un precedente para otros casos. Ese es el objetivo que tengo.
De la Sota, policía de mano dura. Schiaretti multiplica el número de efectivos y crea nuevas divisiones como la policía barrial… ¿Cómo ves esas políticas de seguridad?
En Argentina, cualquier proyecto político gobernante a la hora de pensar políticas de seguridad sale por derecha. No hay ninguna diferencia entre Berni (secretario de Seguridad durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner) y Patricia Bullrich (ministra de Seguridad de Macri); y Suárez es más parecido a Berni que a Patricia Bullrich.
Vemos que toda política de seguridad es, ante todo, una política de prensa. Toda la energía se pone en una política de comunicación y no en la prevención
En la última encuesta de victimización que vi en Córdoba, el 81% cree que va a ser víctima de un delito, y sólo el 20% lo es efectivamente. Es muy claro: a alguien le conviene que un 60% esté aterrado, pensando que le va a pasar algo. Con esos números justifican a los policías vestidos de robocops, se multiplican la compra de móviles, etc.