Macri encabeza la lista con una fortuna de $151,6 millones declarados. Lavagna se ubica segundo con $30 millones. Los siguen el ultraliberal Espert con 16 millones de pesos, Centurión con $12 millones y Alberto Fernández con $3 millones declarados. Todos poseen más de una propiedad y acciones empresarias salvo Del Caño, el único que vive de su sueldo.
Jueves 26 de septiembre de 2019 22:15
La Oficina Anticorrupción publicó las declaraciones patrimoniales de todos los candidatos presidenciales. De esa información surge un patrón común: depósitos millonarios, cuentas en el exterior, acciones empresarias, y más de una propiedad. El único que escapa a esa regla es Nicolás del Caño, el candidato presidencial del Frente de Izquierda Unidad.
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Mauricio Macri es quien encabeza el ránking. En su declaración jurada figura un patrimonio de $151.600.000, sin tener en cuenta los bienes que se encuentran en el fideicomiso ciego que constituyó en 2016. Al principio del año pasado, su fortuna ascendía a 99.876.155 pesos, lo que muestra un crecimiento cercano al 50 %.
Pero los datos nuevos surgen de la presentación de la declaración del resto de los candidatos. Roberto Lavagna, el exministro de Economía durante el mandato de Néstor Kirchner, presentó su declaración jurada y el resultado arroja que durante 2018 duplicó su patrimonio, alcanzando la cifra de 30 millones de pesos. Entre los principales activos se destacan sus cuenta en el exterior, más precisamente en Bélgica, las cuales se encuentran en dólares y en euros. Allí, Lavagna suma $8,5 millones, contemplando el valor del dólar a fines de 2018 ($39,23). Una suma que, tras la brutal devaluación de este año, hay que estimar en más de $12 millones. Mientras tanto, su cuenta bancaria más importante en el país también está en dólares, algo que redunda en que la mitad de su patrimonio esté atesorado en moneda extranjera.
Espert, el ultraliberal que a pesar de la manija de los medios de comunicación tuvo una elección marginal, es quien se ubica tercero en el ránking con una fortuna de $16 millones. El dato, es que de esos $16 millones el economista tiene depósitos cercanos a los $14 millones en el exterior, más precisamente en Estados Unidos. En 2018, mientras los ingresos de las grandes mayorías se desplomaban, Espert triplicó su patrimonio.
Gómez Centurión, el candidato antiderechos por el frente Nos, declaró un patrimonio de $11,8 millones en 2018, informando una propiedad de 550 m2 y una “obra en construcción” valuada en $3 millones. Además, también tiene ahorros en dólares que equivalen a más de $6 millones, siempre tomando en cuenta la cotización al cierre de 2018. Gómez Centurión, al igual que Espert, tiene más de la mitad de sus ahorros en moneda extranjera. Además, acumula acciones en distintas empresas.
Alberto Fernández, el candidato del Frente de Todos, declaró un patimonio valuado en $3 millones, teniendo como principales activos dos departamentos en el coqueto barrio de Recoleta sobre Av. Callao, entre Alvear y Posadas. Además, acumula acciones en sociedades anónimas y créditos con AFIP por más de 755 mil pesos.
El contraste lo marca Nicolás del Caño, el candidato presidencial del Frente de Izquierda Unidad. Del Caño es el único de los seis candidatos que ni registra acciones societarias, ni depósitos en dólares o el exterior, ni tiene más de una propiedad. Su declaración jurada está valuada en $300.000 -diez veces menos que la de Alberto Fernández y 503 veces menos que la de Macri- y corresponde al valor de la mitad de una casa en la provincia de Córdoba. Alejado de una casta política que acumula millones, Del Caño es el único que actualmente, siendo diputado, cobra 30.000 pesos como una docente con jornada completa y el resto lo dona a trabajadores que están en conflicto y distintas causas populares.
Los patrimonios declarados muestran una realidad imposible de esquivar. De un lado candidatos millonarios, que mientras cruzan dardos y acusaciones aumentan su fortuna al calor de la crisis que hunde a millones en la pobreza. Del otro lado el Frente de Izquierda, con Nicolás del Caño a la cabeza, una fuerza de trabajadores que pelea a pulmón en una batalla desigual, para que la crisis no la paguen los mismos de siempre, a costa del beneficio de unos pocos y sus políticos de turno.
