El joven detenido durante la huelga del 18-O en Lleida pudo comunicar que había sido deportado cuando ya estaba en Marruecos. La represión y el racismo de este Régimen es el diálogo ante una juventud que lucha.
Lunes 18 de noviembre de 2019
El joven de 22 años fue detenido en Lleida el 18 de octubre como parte de la represión a las manifestaciones de la huelga general que llenó las calles de Catalunya ese día. Tras pasar 20 días en el CIE de Zona Franca en Barcelona, fue deportado en un proceso que su abogada, Laura Fernández, denuncia por su opacidad y contradicciones, como el hecho de que no se supiera que existía una deportación hasta que el propio joven pudo contactar ya en Marruecos.
Esta deportación es un ejemplo de toda la violencia y racismo estructural que sufren todos los menores no acompañados, en menor o mayor medida, sin contra con el racismo, el acoso policial, la criminalización y toda la campaña política racista que impulsan agrupaciones políticas como Vox, pero cuyas bases institucionales están aprobadas por buena parte del Régimen del 78.
En el Estado Español las deportaciones no son una noticia nueva. Recordamos que las temporeras de la fresa de Huelva iban a ser deportadas por la propia empresa cuando denunciaron los abusos y la explotación más descarnada que sufren las trabajadoras inmigrantes, oprimidas triplemente por las reaccionarias leyes de extranjería, que las obligan a tener que aceptar las peores condiciones laborales, no sólo para sobrevivir sino también para poder obtener los papeles. Tal y como también pasa con las mujeres empleadas del hogar, sobre todo las que trabajan de internas.
Este caso es una de las acciones represivas más brutales hacia una juventud que vive sufriendo la represión y violencia policial desde siempre, por hacer huelgas, protestar, manifestarse o simplemente por ser migrante como ha ocurrido con los vendedores ambulantes como los manteros.
Siguen las denuncias sobre la represión las más de 40 personas presas, más de 600 heridas y más de 200 detenidas en Barcelona durante las movilizaciones. El Observatori del Sistema Penal i els Drets Humans de la Universidad de Barcelona ha denunciado la violencia policial relatada por los detenidos “Palizas, sangre en las paredes, humillaciones sexistas, cacheos con desnudo integral sin bata, etc.”
Pero esta represión no puede ser frenada sino es con la autoorganización de forma independiente de los partidos del Régimen, incluidos los que se dicen de izquierda. Por una parte, para ser mínimamente democrática, la izquierda española debería partir de una idea elemental: no acatar sentencias injustas, exigir la libertad de los presos políticos y la amnistía, y convocar movilizaciones con este objetivo.
Por parte parte, hoy más que nunca es necesaria la autoorganización, con comisiones antirrepresivas en los centros de trabajo y de estudio, junto a las organizaciones y colectivos antirrepresivos, junto a la juventud y la clase trabajadora.
Así mismo, tenemos que seguir luchando por la derogación de la Ley de extranjería, el cierre de los CIEs, el fin de las deportaciones exprés y derechos igualitarios para todas las personas que residen en el Estado español. Es necesario denunciar el rol imperialista del Estado español, causando migraciones forzosas, así como el racismo institucional que impregna el ADN del Régimen del 78, desde las deportaciones, hasta los CIEs, la violencia policial racista o las alambradas.