El deporte se sigue globalizando, y con ello se mixturan de una y mil maneras distintas tradiciones, diversas escuelas nacionales de cada rama deportiva. Sin dudas el capitalismo metió la cola, y todo tiende a estar determinado por el criterio del lucro. Pero no todo lo que reluce siempre es lo mejor. Aquí algunas reflexiones sobre la evolución del deporte en la sociedad.
Miércoles 21 de octubre de 2015
Cuando la “Generación Dorada” del básquetbol nacional le ganó por segunda vez al Dream Team, en 2004, las caras del staff dirigencial estadounidense eran de espanto. Era una verdadera crisis nacional. Esa etapa del básquet quizás duró hasta la final de España-USA en las olimpíadas de 2008; y fue fruto de uno de los procesos de globalización más intensos del deporte en las últimas décadas.
En los 90´s la apertura de la NBA al básquet FIBA europeo y americano no era una tendencia dominante. Había europeos que jugaban muy bien(Drazen Petrovic; Vlade Divac; Arvidas Sabonis; Tony Kukoc, etc). Y si bien marcaron una forma distinta de jugar el básquetbol en Estados Unidos, no pudieron destronar lo que fue la época dorada de los Jordan, Magic, Bird, Thomas, Barkley y un enorme etcétera.
Esa etapa noventista fue superada por una mayor penetración del básquet FIBA en la NBA a inicios del nuevo milenio. Para resumir, de la “generación dorada” argentina o del seleccionado español casi todos sus jugadores pisaron la NBA. La época de crisis del Dream Team coincidió con la época en que el básquet FIBA aprendió a jugar el básquet NBA, pero en el que a los estadounidenses todavía les costaba aprender las formas del juego europeo y sudamericano. El famoso “euro-step”, esa marca registrada de Ginóbili, fue practicada una y mil veces hasta que Estados Unidos pudo aprender ese y otros trucos de la técnica de los jugadores foráneos. Hoy, una vez asimilada por parte de Estados Unidos la tradición, la escuela y el estilo de diversas naciones europeas y americanas, su Dream Team volvió nuevamente a ser el más poderoso del planeta.
Hay casos en que el capitalismo invierte en diversos nichos en el negocio del deporte, y crea distintos fenómenos. El fútbol español es el mayor ejemplo de esto, convirtiendo al seleccionado español, con la base del juego del Barcelona, en la campeona mundial de 2010. El caso del automovilismo es puro negocio sin incidir en las escuelas nacionales de pilotaje, porque poner un autódromo de Fórmula 1 en Dubai y Shangai aún no ha dado ningún piloto árabe o asiático que se destaque. El interés de las marcas de ropa deportiva en la tradición keniata y etíope de atletismo hizo que distintos atletas europeos o americanos copien la forma de entrenamiento de los africanos, en llanos a altos niveles del mar, o inclusive distintos atletas y entrenadores se han mudado a Kenia para entrenar y vivir con una masa de plebeyos africanos que están dispuestos a salir a correr diariamente con la posibilidad de salir de la pobreza extrema, como pasa en otros países con el boxeo o el propio fútbol. Pero más allá de las inversiones capitalistas está el deporte mismo y su evolución.
Los paradigmas deportivos cambian
En el mundial de Rugby se está viviendo una nueva fase de este deporte. En 2007 la derrota de Nueva Zelanda frente a los locales, Francia, los marcó a fuego. El dominio físico, el absoluto control y posesión de la guinda por parte de los All Blacks durante casi todo el segundo tiempo, no se tradujo en puntos ni en victoria, y los franceses pasaron de ronda. En ese 2007 la clave era la búsqueda de espacios desde el ataque aéreo. Eran patadas al fondo, ponerle presión al poseedor del balón, “no hay mejor ataque que una buena defensa” era el lema. Pero esa derrota neocelandesa contuvo en parte la respuesta a esa forma de juego, que hoy es una de las claves del juego actual: la búsqueda de espacios por avance terrestre. Las patadas al fondo ya no van más. Hoy es el juego de fintas, con muchos pases, buscando que el contacto no se traduzca en rucks sucesivos, apareciendo como costumbre el “off load”(pase mientras el poseedor está siendo tackelado). A eso juegan y muy bien tanto los All Blacks como los australianos. Y Los Pumas esta vez también marcan la nueva tendencia, viviendo en esta etapa de profesionalización de una elite de decenas de jugadores nacionales que hoy por hoy se relacionan mucho más con los neocelandeces, australianos y sudafricanos que con los europeos. No por algo las semifinales del Mundial de Rugby se da entre todas naciones del hemisferio sur: Europa sigue jugando con el pie y basado en las formaciones fijas.
Los cambios en el deporte funcionan en parte como los cambios en las teorías científicas: si hay una manera de explicar la realidad mejor que la anterior, se adopta tanto como si una manera de jugar permite destronar al anterior estilo dominante. Son “paradigmas deportivos” y cambian, rotan, se modifican. Lo interesante de esto son las mixturas, los procesos mismos. Pero no sólo es necesario distinguir las tradiciones nacionales y de cada cultura; sino que las mismas hay que tamizarlas con lo que en cada nación existe como traba para una mayor popularización del deporte. Es decir, en cada tradición nacional o cultural deportiva hay un elemento de distinción de clase social que impide una mayor potenciación de un deporte específico, porque la propia situación económica margina a los sectores obreros y desposeídos de determinadas prácticas deportivas. En la próxima entrega desarrollaremos este aspecto.