Este año las patronales de la industria textil mexicana aseguran que ha sido uno de los peores, esto ha implicado paros técnicos y despidos de miles de trabajadores. Como siempre, son los trabajadores quienes terminan pagando la crisis.
Lunes 28 de octubre de 2019
Según la Cámara Nacional de la Industria textil (Canaintex) este ha sido el peor año para dicha industria, ya que reporta una caída del 30% de sus ventas por el aumento en la entrada de insumos y productos extranjeros sin ningún control.
La Canaintex argumenta que el 53% de los productos que entraron al país entraron con precios que ni siquiera cubren el costo de la materia prima, haciendo más fácil importar que producir en el país. A esto se le suma que en países como Vietnam no se pagan una serie de impuestos por producción que en el país sí.
Desde el sexenio pasado, el gobierno federal impuso aranceles para los productos de los países con los que no tiene un tratado de libre comercio. Las tarifas para telas y confecciones van desde el 10% hasta el 25% para supuestamente evitar este tipo de prácticas, pero este decreto vence en noviembre y no hay declaraciones del gobierno federal para renovarlo.
En este marco, sólo la industria textil en Aguascalientes ya despidió al 13% de los trabajadores textiles en el estado.
Al menos 100 trabajadores de las empresas que se dedican a la elaboración de insumos para la industria textil han sido despedidos y más de 900 en empresas de confección.
En otras empresas, pese a no haber recortes, hay reducción del horario laboral y paros técnicos. Para noviembre, si no se llega a un acuerdo arancelario, los despidos en la industria textil podrían continuar.
Lejos de la batalla entre empresarios nacionales y extranjeros de la industria textil, está la precariedad laboral del ramo, que ha hecho que empresarios como Amancio Ortega, empresario de Zara, amasen una fortuna irrisoria, que hoy llega a acumular 29 millones de euros por hora.
Es decir, mientras en México los empresarios empujan al gobierno federal a imponer aranceles, deja en la calle a miles de personas y aumenta los ritmos de producción para el resto.
Tenemos que frenar la explotación irrisoria en la industria textil, para eso es clave la organización democrática y desde la base de los miles de trabajadores del ramo textil, única manera de detener esta barbarie.