“El Gaucho Martín Fierro”, obra de José Hernández, se editó en 1872. La segunda parte fue publicada en 1879 con el título “La Vuelta de Martín Fierro”.
Miércoles 6 de diciembre de 2023 00:00
El 6 de diciembre es el Día Nacional del Gaucho en homenaje al Martín Fierro de José Hernández | Creative commons
El 6 de diciembre en nuestro país es el Día Nacional del Gaucho. La fecha fue establecida en 1993, en coincidencia con el aniversario de la publicación de “El Gaucho Martín Fierro”, poema épico escrito por José Hernández.
La obra se editó en 1872 y sus versos cuentan la historia de un personaje inspirado en este sector de la sociedad conocido como “los gauchos”. La segunda parte fue publicada en 1879 con el título “La Vuelta de Martín Fierro”.
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El Martín Fierro se considera una clara descripción de los gauchos, así como una reivindicación social de su legado. Es considerado el libro más importante de la literatura gauchesca.
Martín Fierro, el personaje principal que presenta Hernández, se mueve dentro y fuera de la ley. Es afectado por la modernización del campo y el impacto del contexto histórico en su estilo de vida. Hay quienes lo consideran como el “poema nacional”.
José Hernández: autor del Martín Fierro
José Hernández era letrado de ideas federales (al menos en un principio). Escribió contra las ideas unitarias en varios periódicos del interior y en algunos de Buenos Aires.
En 1872 publicó el Martín Fierro por entregas en el diario La República y a fines del mismo año en formato de libro. Hernández había comenzado a escribirlo en la clandestinidad porque estaba proscripto por Sarmiento.
En el prólogo del libro dirigido a su amigo y editor, José Miguens, Hernández planteó: “A fin me he decidido a que mi pobre Martín Fierro, que me ha ayudado algunos momentos a alejar el fastidio de la vida del hotel, salga a conocer el mundo, y allá va acogido al amparo de su nombre. No le niegue su protección, usted que conoce bien todos los abusos y todas las desgracias de que es víctima esa clase desheredada de nuestro país”.
Fierro empieza a cantar sus versos pidiéndole a los “santos del cielo” que le “refresquen” la memoria, como en los mejores proemios de los poemas épicos homéricos. Hernández hace así una crítica de la política de Buenos Aires hacia el interior. Todas las instituciones y funcionarios encargados de la administración pública o de impartir “justicia”, se presentan como corruptos y como opresores del gaucho.
El autor hace utilización política de un personaje que, a la hora de ser editado el libro, estaba casi extinto –la mayoría había sido carne de cañón, Ley de Levas mediante, en la Guerra de Independencia; sus tierras habían o pasado a mano de terratenientes, mayormente militares de alto grado o quedado en manos de la corruptela local–; al gaucho se lo podía encontrar más que nada en el lenguaje artificial de los hombres de letras, como el mismo escritor confiesa en el prólogo citado.
La vuelta de Martín Fierro y los cambios de José Hernández
En 1879 se publica la segunda parte del poema, “La vuelta del Martín Fierro”. En esta obra hay una clara intención de inserción del gaucho al proyecto de nación imperante. Nos son del mismo tenor los consejos que da “el Viejo Vizcacha” al segundo hijo de Fierro, que los que les da éste a sus hijos y al de Cruz sobre el final de la obra. En el primer caso están relacionados con la “picardía criolla” para poder sobrevivir. En el segundo tienen una intención de inserción social.
Al final de la segunda parte, Fierro aparece reconciliado con la ley escrita, mientras que Cruz, al pasar por segunda vez a la ilegalidad, muere en las tolderías, enfermo. En el prólogo también se ve que la intención del autor ya no es denunciar las penas del gaucho, sino escribir una especie de guía para la vida con un claro propósito pedagógico.
El personaje literario cambia como el autor: el Hernández federal, en 1880, un año después de la edición de la segunda parte, apoya la candidatura de Julio Argentino Roca. Además defiende el proyecto de establecer Buenos Aires como la capital del país, se muestra a favor de la inmigración europea y la consolidación de un proyecto liberal en consonancia con las ideas unitarias, o las del mismo Sarmiento que lo había perseguido.
“Quizás es en éste último Hernández en el que se inspira Leopoldo Lugones cuando en 1913, en las célebres conferencias que dicta en el Teatro Odeón ante la presencia de la elite política e ilustrada porteña –incluido el entonces presidente Roque Sáenz Peña–, exalta al Martín Fierro como emblema de la literatura argentina y como paradigma del ‘espíritu’ nacional”, sostiene el columnista Luis Bel, en este diario.
“La oligarquía rural, más consolidada en un país con un claro modelo agroexportador, hace uso del gaucho para sus fines políticos de dominación; si antes habían utilizado sus brazos para extender territorios y consolidar fronteras, ahora usaban su figura para combatir lo que consideraban una amenaza para la identidad patria: un puerto atisbado de inmigrantes que no cesaban de llegar, pero por sobre todas las cosas, las ideas anarquistas y socialistas que traían desde el Viejo Continente”, sostiene Bel.
¿Qué es un gaucho?
Según el sitio de Cultura de la Nación, se conoce como gaucho en nuestro país, al habitante característico de las llanuras y zonas adyacentes, identificado por su condición de hábil jinete y por su vínculo con la proliferación de vacunos en la región, así como por las actividades económicas y culturales derivadas de ella, en especial el consumo de carne y la utilización del cuero.
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Ezequiel Adamovsky es historiador, investigador del CONICET y autor de “El gaucho indómito”. Según manifestó en una entrevista en 2020, “el gaucho fue primero un emblema de las clases populares y más tarde un símbolo de argentinidad. Se transformó en lo primero principalmente por haber sido desde muy temprano una voz crítica respecto de los poderosos, una figura rebelde que se sustraía a la ley de los de arriba y denunciaba que era injusta. A fines del siglo XIX, es también el gaucho que combate con su cuchillo a militares y policías. El que da muerte a los representantes de un Estado injusto. A más tardar para la década de 1880, si no antes, el gaucho está consolidado como héroe popular con esos atributos. Tenía ya entonces también otros: la virilidad, el apego a las tradiciones camperas, la simpleza, la musicalidad, la lealtad con los amigos, el desinterés”.
“Fue la enorme popularidad de la figura del gaucho entre las clases populares la que terminó forzando a que fuese tomado también como emblema de lo argentino por las élites y, finalmente, por el propio Estado. Esa historia es más conocida: fue Leopoldo Lugones, intelectual de derecha, el que construyó la idea de un gaucho patriota, ligado al esfuerzo militar independentista, en su obra sobre los gauchos de Güemes primero y en las conferencias de 1913 en las que, por primera vez, propuso que el poema Martín Fierro –hasta entonces una historia más entre las decenas de historias de gauchos rebeldes que leía el bajo pueblo– fuese considerado el gran poema nacional. (...) Este gaucho que se santificaba era muy diferente: era ante todo patriota de bandera y gesta militar, viril, criollo, tradicionalista. La faceta rebelde quedaba soslayada, junto con la crítica a los de arriba”, agrega Adamovsky.
Redacción
Redacción central La Izquierda Diario