En Argentina los derechos elementales de niñas y niños se vulneran. Sus condiciones de vida empeoran, en un contexto de creciente crisis económica y social. La pobreza deja al descubierto la grave situación que atraviesan las infancias de nuestro país.
Rosa D’Alesio @rosaquiara
Domingo 18 de agosto 12:50
El día del niño se celebra desde 1954 por una declaración de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en la que recomendó que se instituyera el Día Universal del Niño "para fomentar la fraternidad y promover su bienestar". Sin embargo, desde que se instituyó esa fecha las infancias continúan siendo vulneradas. Crece el trabajo infantil y las redes de trata con fines de explotación sexual o laboral. La desaparición de Loan Peña en Corrientes, nos muestra, una vez más, la vulnerabilidad de los niños. Como vemos, la fecha establecida por la ONU, con el fin de proteger a los niños y niñas, está muy lejos de eso en un sistema que lo mercantiliza todo.
En nuestro país, la fecha se fue modificando a lo largo de los años teniendo en cuenta la fecha de cobro de los trabajadores y trabajadoras, ya que se acostumbra a obsequiar regalos. Pero, a partir del 2020 pasamos a nombrar la fecha “Dia de las infancias o dia de la niñez” en lugar de llamarla “Dia del niño” ¿Cuál fue el motivo?.
Como categoría y como construcción social e histórica, las infancias han cambiado y han sido entendidas de distinta manera a lo largo del tiempo. Incluso, en la mayoría de los casos la definición de infancia ha sido asociada a una cuestión de rango etario. Sin embargo, y a la luz de estos tiempos es necesario dejar de pensar en un modelo universal, único y homogéneo de ser niño. Por eso, emplear el plural de “las infancias” nos permite dar cuenta de la diversidad que contienen, de las distintas dimensiones y de sus muchas complejidades. Con el objetivo de visibilizar estos cambios sociales y teniendo en cuenta que muchas veces el lenguaje refuerza estereotipos y desigualdades se hace necesario ampliar la mirada más allá de los binarismos para incluir a las infancias en sus múltiples diversidades.
Este fue el motivo por el que finalmente, desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, a través de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) aceptaron el cambio de nombre durante el 2020.
Sin embargo no alcanza con "reconocer discursivamente" las diversas formas que hay de transitar la infancia. En todo el país se habló del informe de Unicef ¿Qué hace falta para que enfoquemos la mirada en la vida precaria de las niñeces? Mientras se niega el acceso a la vivienda, a la educación, la salud y el trabajo en las familias trabajadoras. Más allá de esto, periodistas afines al gobierno que se escandalizan por nombrar la fecha en plural “niñeces, infancias”, no dicen nada frente las medidas económicas que lleva adelante este gobierno de empresarios que cínicamente hoy salen con un spot donde el presidente apunta contra “la ideología de género”, pretendiendo fomentar el odio y desentendiendose de la responsabilidad directa de que hoy 7 de cada 10 niños, niñas y adolescentes estén en situación de pobreza.
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Los niños y niñas hijos de los trabajadores ¿También eran la casta?
Nuestro país, es conocido mundialmente no sólo por el tango y el fútbol, sino también por la calidad de sus alimentos”, se jacta un informe del Ministerio de Economía. El documento agrega que “el país dedica más del 60% de sus 280 millones de hectáreas a la producción agropecuaria”. Sin embargo, un millón de niñas y niños se van a dormir sin cenar.
La crisis social en Argentina provocada por las políticas de ajuste que impone el acuerdo con el FMI, ha llevado a un alarmante aumento de la pobreza y la indigencia. Según un informe de Unicef, más de un millón de niños se van a dormir sin cenar cada noche, un reflejo de la crisis económica que enfrentan muchas familias por la falta de trabajo, el trabajo precarizado. Incluso, trabajadoras y trabajadores que están registrados son pobres y no llegan a cubrir la canasta básica. Ante esta situación, 1.5 millones de niños saltean alguna comida durante el día. La situación es crítica: se estima que el 70% de los niños en Argentina vive en condiciones de pobreza, y un 30% de estos se encuentra en pobreza extrema. La crisis no solo afecta la alimentación, sino también el acceso a servicios básicos como la salud, donde una de cada cuatro familias ha dejado de comprar medicamentos para sus hijos.
El informe también destaca un cambio en la dieta de los niños, con un aumento en el consumo de alimentos de menor valor nutricional, como fideos y harinas, mientras que se reduce la ingesta de carne, frutas y verduras. Esta tendencia se debe a la incapacidad de muchas familias para costear alimentos nutritivos, lo que agrava aún más la situación de salud y desarrollo infantil.
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Trabajo infantil: muy lejos de la declaración de intenciones de la ONU
Cuando se analiza el trabajo en la niñez y adolescencia, que la OIT determina que es cualquier actividad que los prive de su infancia, desarrollo y dignidad, y que afecta su salud mental y física, nos encontramos que a medida que la crisis social aumenta, aumenta la explotación infantil. En Argentina se registró, según datos del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA, un aumento del trabajo infantil entre 2020 y 2023 que está relacionado con el aumento del trabajo informal y precarizado de los adultos después de la pandemia de Covid-19.
De acuerdo a este informe, cerca de medio millón de chicos, unos 456.531, de 5 a 13 años, realizaron algún tipo de trabajo en el segundo semestre de 2023. En porcentajes, son un 7% de los chicos de esas edades: en 2022 eran un 6,4%; en 2021 un 3,6% y en 2020, en plena pandemia, de un 2,2%. Si se suma el trabajo adolescente, de los chicos entre 14 y 17 años (unos 803.722), la cifra escala al 13,7% de los menores de edad que realizan algún tipo de trabajo infantil. A eso se suma que los menores que trabajan no asisten a la formación educativa.
Según diversos relevamientos oficiales (Unicef, OMS, OIT), en el mundo trabajan diariamente más de 150 millones de niñas y niños de entre 5 y 17 años. El 10 % de la población infantil mundial. Poco más de 70 millones de ellas y ellos trabajan en condiciones directas de esclavitud, trata, trabajo forzoso.
En nuestro país el trabajo infantil aumenta en las provincias más pobres (como Formosa, Chaco, Tucumán o Salta). Quienes se benefician de esto son las corporaciones agrarias e industriales. En el caso de las zonas rurales las cifras son casi el doble como es el caso del NOA con el 20,1 % de los niños y niñas realizando actividades productivas. La actividad productiva se intensifica entre los adolescentes de 16 y 17 años: el 31,9% del total del país realiza al menos una, mientras que en las áreas rurales lo hacen el 43,5%. Al igual que lo que ocurre con los más chicos, son las regiones de NOA y NEA donde la incidencia del trabajo productivo es mayor entre los adolescentes (36,8% y 33,4%, respectivamente). Sin contar cómo se modificó la vida de todas estas familias durante la pandemia.
La falta de alternativas laborales y sociales lleva a que las madres y padres tengan que admitir el trabajo de sus hijos como una forma de garantizar la supervivencia del grupo familiar.
El 12 de junio se determinó el Día internacional contra el Trabajo Infantil, una manera de poner en agenda una problemática pero sin ninguna medida concreta para garantizar que los niños, niñas y adolescentes tengan derecho a una vida digna.
León Trotsky, inicia su autobiografía con la siguiente frase: “Se dice que la infancia es la época más feliz de una vida. ¿Siempre es así? No. Son pocos los tienen una infancia feliz. Esta idealización de la niñez tiene su origen en la literatura tradicional de los privilegiados. Los que gozaron de una niñez con todo asegurado y además, sin tristezas, en las familias hereditariamente ricas y cultas, entre caricias y juegos, suelen guardar de aquellos tiempos el recuerdo de una pradera llena de sol que se abre al comienzo del camino de la vida”.
En una sociedad basada en la desigualdad más profunda; para muchos niños, los juguetes son un privilegio mientras que por otro lado, el consumismo capitalista se encarga de mercantilizar a las infancias como nunca antes. La única salida es cambiar de paradigma. Que la economía se ponga al servicio de las necesidades de las mayorías. Que la planificación de las políticas sociales sean para garantizar derechos. La única manera de que las niñeces gocen de una infancia plena es transformando de raíz las condiciones actuales, donde esta etapa en vez de ser mercado para explotar sea un momento lindo que recordar.
Rosa D’Alesio
Militante del PTS, columnista de la sección Libertades Democráticas de La Izquierda Diario; se especializa en temas de narcotráfico y Fuerzas Armadas.