El día de ayer, como lo son todos los últimos domingos de mayo, tuvo lugar una versión más del día del patrimonio cultural, con la excepción de un día extra. El gobierno de derecha saca cuentas alegre de un fin de semana en el que intenta fortalecer la “identidad nacional” rescatando la historia de los edificios del estado y sus instituciones, y los palacios de los privilegiados explotadores de trabajadores.
Lunes 28 de mayo de 2018
Filas de dos cuadras para poder ingresar al edifico de la intendencia o al palacio de La Moneda. Al menos 500 mil visitantes durante la jornada de ayer a todos los recintos adheridos a la celebración. Esas fueron las felices cuentas que sacó el gobierno de Sebastián Piñera al respecto. En palabras del presidente: “Estamos muy contentos, porque miles y miles de compatriotas han recorrido, han visitado, han apreciado, han podido conocer mejor lo que es nuestra arquitectura, nuestra historia, nuestras tradiciones y nuestra cultura”.
Sin embargo, cabe preguntarse, ¿a qué se refiere Sebastián Piñera con “nuestra cultura”? ¿Qué quiere rescatar de la historia y del patrimonio? Tomemos como ejemplo uno de los emblemas de la jornada de ayer, el Palacio Cousiño. Enrique Browne, premio nacional de arquitectura, destaca la belleza del inmueble, además del entorno del mismo: “La gente empezó a irse a vivir hacia el lado donde está el Palacio Cousiño, cuando apareció el Parque y el Club Hípico. En esa época, la idea era vivir al aire libre”. Al parecer olvida que para que la construcción del palacio Cousiño fuera posible, tuvo que tener lugar una de las realidades más crudas y trágicas de la historia de Chile como lo fue la explotación que sufrieron miles de trabajadores en las minas de Lota. También se encontró en el circuito al Club de la Unión, epicentro de la aristocracia criolla desde su fundación en 1864.
A propósito de la jornada, la ministra de cultura, Alejandra Pérez, dice: "De alguna forma, la cultura es lo que somos como país, es la unión de los ciudadanos con su patrimonio, y es una ocasión importante para celebrar". Al parecer lo que amerita celebración y reconocimiento es sólamente la parte de la historia relacionada con las clase dominante. ¿Acaso no es importante recuperar sitios como las fábricas abandonadas de los cordones industriales, símbolo de la organización obrera y lección invaluable para nuestra clase? ¿Por qué no contar que para que puedan existir bellos edificios como el Banco Central, fue necesaria la explotación de miles? Esa no quiere contarlo la derecha, tampoco quizo hacerlo la Nueva Mayoría.
Recuperar esa parte invisibilizada de la historia es tarea de nosotras y nosotros como clase trabajadora, con el propósito de obtener la mayor cantidad de lecciones que podamos de toda la experiencia de nuestras compañeras y compañeros. Ese es nuestro patrimonio más valioso.
Fernando Jimenez León