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PASO 2023. Dolarización: las graves consecuencias de su aplicación en Ecuador

Dolarizar la economía fue una de las principales propuestas de Javier Milei de cara a las PASO 2023. ¿Cómo fue el proceso en Ecuador, cuando se pasó a usar la moneda estadounidense? ¿Cómo afectó a la población?

Matías Hof

Matías Hof @HofMatias

Lunes 14 de agosto de 2023 21:50

¿Cuáles fueron las consecuencias de dolarizar la economía, como propone Javier Milei, en Ecuador?

¿Cuáles fueron las consecuencias de dolarizar la economía, como propone Javier Milei, en Ecuador?

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La inflación en Argentina parece no tener freno y golpea día a día los ingresos de las grandes mayorías. Según distintas encuestas se encuentra en el primer lugar en el ranking de preocupaciones y fue uno de los debates centrales previo a las PASO 2023.

Javier Milei asegura, con su intensidad característica, que la dolarización sería una solución inmejorable para la inflación. “Si dolarizamos, el salario de los trabajadores va a subir como pedo de buzo”, dice. También asegura que en un año terminaría con la inflación.

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Dolarizar es una medida poco frecuente y no hay ningún caso para una economía tan grande como la argentina; el más cercano es el ejemplo de Ecuador. ¿Cómo fue su aplicación y qué consecuencias tuvo?.

Desde mediados del siglo XX la economía de Ecuador depende de la exportación de petróleo. La caída abrupta del precio de esta materia prima a fines de los ‘90 desató una fuerte crisis en el país. En menos de dos años (1998-2000), por la devaluación, pasaron de necesitarse 4.000 sucres (la moneda nacional) a 25.000 para comprar un dólar. En 1999 la inflación pegó un salto alcanzado el 60,8 % anual (un valor extraordinario para el país).

El entonces presidente de la República de Ecuador, Jamil Mahuad, el domingo 9 de enero del año 2000, emitió un decreto con el cual sustituyó el sucre por el dólar; 12 días después se vio obligado a renunciar ante las masivas movilizaciones en su contra encabezadas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE).

Las consecuencias inmediatas de la dolarización llevaron la aguda situación social al extremo. El salario básico quedó reducido a US$ 50, menos de la mitad que el de diciembre de 1998 y miles de jubilados cobraron haberes por debajo de los US$ 13. Los precios crecían a mayor ritmo, ya que la inflación alcanzó el 96 % anual.

Las tarifas de los servicios se multiplicaron al dolarizarse. El Conelec (Consejo Nacional de Electricidad) anunció aumentos de hasta el 135 % de las tarifas eléctricas. Así la desigualdad se potenció. Del total de la población, el 20 % de menores ingresos obtuvo menos del 2,5 % del PBI y el 20% más rico se quedó con el 61 % (según estimaciones del FMI). Con estas condiciones, en el año 2000, el 71 % de los habitantes llegó a estar sumergido en la pobreza (según datos de Unicef), alcanzando a más de 9 millones de personas.

Los ahorristas vivieron una situación similar a la que enfrentaron sus pares en Argentina poco tiempo después con el "corralito". A inicios de 1999 sus depósitos habían sido congelados hasta que ocurrió la dolarización y, debido a la devaluación del sucre que habíamos mencionado, cuando volvieron a tener acceso a sus cuentas los fondos habían perdido hasta el 78 % de su poder de compra.

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¿Cómo se llegó a la dolarización en Ecuador?

La dolarización en Ecuador no fue una medida planeada, sino una respuesta a contragolpe. Desde 1998 la mayoría de entidades bancarias estuvieron en problemas, empezando por el Filanbanco que fue rescatado por el Estado. Luego ocurrió la quiebra del Banco del Progreso o del Pacífico, entre otros. De hecho, durante la crisis el 70 % de las instituciones financieras privadas quebraron o pasaron al Estado. Esto significó salvatajes por casi 1.600 millones de dólares y emisiones de bonos por parte de la Agencia de Garantías de Depósitos por 1.400 millones de dólares. Se calcula que todas estas transferencias al sistema financiero representaron el 15,3 % del PBI de 1999.

Para cubrir esos costos (y la baja en los ingresos por el derrumbe del precio del petróleo), el Gobierno optó por endeudarse. Según datos del Banco Central de Ecuador los fondos destinados para servicios de deuda pasaron del 8,7 % del PBI en 1998 a casi el 13 % en 1999, mientras la inversión social no llegaba al 1,5 % del PBI.

El alto endeudamiento, que llegó a superar el 100 % del PBI, la falta de divisas y la insolvencia del sistema bancario presionaron sobre el tipo de cambio y provocaron una devaluación acelerada. Entre agosto del ‘98 y marzo del ‘99 el dólar pasó de cotizar 4.000 a 18.000 sucres. Como parte del proceso, en estas fechas, se produjo una huida al dólar, el 47 % de los depósitos estaban en dólares y el 67 % de los créditos también se encontraban en moneda extranjera.

Para dolarizar una economía se requiere, por lo menos, convertir el conjunto de la existencia de billetes, depósitos y préstamos desde la moneda local a dólares. La cantidad de divisas que dispone el país para hacerlo determina el precio de conversión para aplicarla. Debido a la devaluación y la dolarización parcial, el gobierno de Jamil Mahuad ya contaba con una parte importante del "trabajo" hecho. Argentina está lejos de encontrarse en esa situación por lo que el salto devaluatorio sería todavía más abrupto.

Una economía dolarizada en la frágil situación internacional

Con la suba del precio del petróleo, a partir del 2001, la economía de Ecuador fue saliendo lentamente de la depresión. A nivel social, aunque se registró una mejora parcial en algunos ítems, la masa de la población no salió de las malas condiciones en términos de empleo, jubilaciones, ingresos, etc. Sin embargo, la dependencia reforzada al ingreso de dólares dejó al país más expuesto a los agudos problemas internacionales, como el colapso desatado luego de la caída de Lehman Brothers en 2008 o la última crisis que terminó de estallar con la pandemia en 2020, pero afectó al país de forma temprana.

En los últimos años, imposibilitado de conseguir financiamiento interno, el Estado debió recurrir al endeudamiento externo para hacerse de divisas, incrementando en forma notoria el alcance de la deuda como porcentaje del PBI, la cual pasó de representar un 18 % en 2010 a un 56 % para 2022, según las estadísticas de la Cepal. Para peor, el gobierno de Lenín Moreno, había optado por recurrir al Fondo Monetario Internacional que una vez más exigió duras medidas de ajuste a cambio transferir los fondos.

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El intento en 2019 de subir el precio de los combustibles, aplicar una reforma laboral y un duro recorte presupuestario (incluyendo áreas clave como salud y educación), provocó un gran levantamiento que puso en jaque a Lenín Moreno que debió retroceder de forma parcial. La actual gestión de Guillermo Lasso busca implementar un plan similar y se enfrenta a la resistencia de las grandes mayorías.

Desde el 2003 que la inflación no ha vuelto a sobrepasar el 10 % anual, este quizás sea el único “logro” de la dolarización. Pero los ingresos son tan bajos que una relativa estabilidad de los precios no ha traído beneficios para la población. Con el objetivo de evitar fluctuaciones en la moneda, el Estado ecuatoriano ha sacrificado todo lo demás.

Argentina tiene una economía cuyo PBI es casi cuatro veces mayor al de Ecuador y con un entramado productivo más complejo, sobre todo por la mayor presencia de la industria que se vería arrasada con la dolarización. El plan de Milei traería consecuencias aún más devastadoras.

¿Cambiar de moneda o cambiar la estructura económica?

En relación al dólar Ecuador y Argentina recorrieron caminos casi inversos. Dos años después de la dolarización impuesta por Jamil Mahuad, Eduardo Duhalde daba fin a la convertibilidad de Menem y Cavallo al devaluar el peso argentino. Pero más de 20 años después los resultados obtenidos para las condiciones de vida de la población no son muy distintos.

Según los datos del instituto de estadísticas de Ecuador (el INEC), la tasa de pobreza multidimensional (que abarca alimentación, vivienda, trabajo y educación) en 2022 fue del 38,1 % y el 54,3 % de los trabajadores tiene empleos informales. En Argentina, también en 2022 y según el Indec, el 39,2 % de la población se encuentra sumergida en la pobreza (medida por ingresos) y el 38 % de los puestos de trabajo son no registrados.

La dolarización tiene como objetivo principal ejecutar un violento plan de ajuste sobre los trabajadores, es una vía para poner en práctica las recetas de shock aconsejadas por el FMI. No soluciona ningún problema estructural, por el contrario tiende a agravarlos.

Si algo expresa la constante falta de dólares en Argentina es su dependencia del mercado externo y en particular de Estados Unidos. Terminar con esa condición es una de las claves para garantizar condiciones de vida dignas para el conjunto de la población. Esto requiere medidas contundentes como la nacionalización de la banca (entre otras), pero la dolarización no es una de ellas.

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