El viernes 19 de agosto, Edgardo Cardozo dio un recital a sala llena en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Allí regaló su hermosa música y sabias palabras.
Lunes 22 de agosto de 2016 20:47
Las entradas se retiraban de forma gratuita una hora antes de que empezara el show. A los pocos minutos, se habían agotado. Varios se acercaban a la fila preguntando si sobraba alguna. Nada, pero por las dudas no se iban. Se quedaban dando vueltas y mirando carteles, como el que visibilizaba, por ejemplo, la lucha de los trabajadores del centro cultural que fueron despedidos.
Dieron sala a las 21.00 h puntual y entramos todos: algunos en butacas y sillas, otros en el piso, cerca del artista.
En un emotivo espectáculo, interpretó canciones nuevas (“las del muerto”, según él) y otras de “6 de copas”, su último disco.
30 años después… volvió la gorra
El Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti se encuentra ubicado en el predio donde funcionó durante la última dictadura cívico-militar uno de los centros clandestinos de detención, tortura y extermino más emblemáticos: la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Esta información se anuncia siempre antes de que comiencen las funciones.
Cardozo manifestó una gran emoción por tocar una vez más en ese lugar, “donde el espíritu del hombre ha descendido a lo más bajo y no debe volver a pasar”. Sin embargo, esta era la primera vez que tocaba sin cobrar un cachet, contó. Después de 30 años, volvió a hacer un espectáculo a la gorra en un centro cultural que debería contar con financiamiento estatal. Pero este año, las condiciones están cambiando. Por eso, hay músicos que debieron cancelar sus funciones.
El sitio web del Conti proclama que “junto con estudiosos e investigadores, los artistas son protagonistas necesarios del proceso de memoria”. Sería coherente, entonces, que a los artistas se les reconozca su rol y se garanticen sus condiciones laborales.
Héroe
Antes del bis, se escuchó que un chico le gritó a Cardozo: héroe. No le gritó capo, ni ídolo, ni genio, sino héroe. Y tenía razón.
¿Qué hace concretamente un héroe? Como explica Joseph Campbell en El héroe de las mil caras (donde estudia mitos de diversas regiones), el héroe siempre inicia su aventura en el mundo de todos los días hacia una región de prodigios sobrenaturales. Allí se enfrenta con fuerzas fabulosas y gana una victoria decisiva. Finalmente, regresa de su misteriosa aventura con la fuerza de otorgar dones a sus hermanos.
Cardozo, efectivamente, es un héroe. Desconocemos con qué fuerzas fabulosas debió enfrentarse ni qué victoria ganó. Quizás fueron las fuerzas que hicieron de la ESMA un centro clandestino de detención y tortura o quizás sean las fuerzas con las que todos los artistas se enfrentan a la hora de mostrar su obra. Lo que sí sabemos es que Cardozo está de vuelta. Y con fuerza para otorgar dones a sus hermanos.
El más importante fue la enseñanza: seguir confiando en el arte. Por eso, reclamó que en el Conti “simbólicamente siga prendida la luz”. Se lo presenta institucionalmente como un lugar que se propone transformar en un espacio abierto a la comunidad lo que antes fue un sitio emblemático de privación, exclusión y muerte. Para que eso suceda, los artistas deberían poder tocar libremente, como hizo Cardozo.
La lección más importante que dejó el héroe el viernes fue la importancia de seguir transformando, denunciando y cantando: “Vamos a levantarnos para ver las flores del jardín”.
Los héroes funcionan como maestros para el resto de los mortales. Joseph Campbell también señala que “el efecto de la aventura del héroe cuando ha triunfado es desencadenar y liberar de nuevo el fluir de la vida en el cuerpo del mundo”. Eso es lo que Edgardo Cardozo hizo en la ex ESMA: desencadenó y liberó el fluir de la vida en los cuerpos que estábamos ahí, en los cuerpos que estuvieron y en los cuerpos que estarán.