Internas, cartas y especulaciones del Frente de Todos y Juntos por el Cambio que alimentan la precariedad del acuerdo con el FMI. ¿A dónde va la renuncia de Máximo Kirchner como jefe de bloque? El lobby que se viene en el Congreso y la fuerza de la calle.
Jesica Calcagno @Jesi_mc
Domingo 6 de febrero de 2022
Juego de roles y cartas
El alivio del gobierno de Alberto Fernández con el anuncio del principio de acuerdo con el FMI, duró tres días. Vino la carta de renuncia de Máximo Kirchner como jefe del bloque en Diputados, moviendo algunas fichas en el debate de un pacto que es de coloniaje y más ajuste al pueblo trabajador. Si los festejos de “los mercados”, las cámaras empresarias y Juntos por el Cambio preanunciaron que nada bueno vendrá legitimando esta estafa, Máximo lo ratificó, a su manera.
Con el correr de los días, algunos análisis agregan precisión al sentido de la decisión del líder de La Cámpora. Horacio Verbitsky en El Cohete a la Luna, le baja los decibeles a la interna para reafirmar que “no se va nadie” del gobierno. “Kirchner se aparta para no obstaculizar una decisión con la que disiente y que no podría defender en la Cámara de Diputados ante propios ni ajenos. También ha dicho que no piensa activar para que el proyecto de ley que el Poder Ejecutivo envíe, naufrague en el Congreso” dice para tranquilizar. Agrega que “Máximo niega que también contemple dejar la presidencia del justicialismo bonaerense y acude al recuerdo de lo que Néstor y Cristina hicieron durante el menemismo”. Se quedaron en el PJ. Aunque Verbitsky intenta rodear la decisión del matrimonio de alguna épica, omite lo más estructural que dejaron esos años de neoliberalismo y privatizaciones al mango.
En La Nación, Martín Rodríguez Yebra también insiste en que “No implica la salida de La Cámpora de un gobierno en el que ocupa cargos fundamentales” e interpreta que la renuncia está motivada para quedarse con “una bandera”. Según él, “de rebeldía”. ¿Pero rebeldía ante qué?
No parece apuntar a lo que prometía aquel video de La Cámpora que decía “esa deuda que dejaron no la vamos a pagar”. El propio Máximo recordó en su carta su “pragmatismo” acompañando en el Congreso otra pesada hipoteca: la reestructuración de la deuda privada en moneda extranjera. Y desde Página 12, Alfredo Zaiat destaca que la renuncia la “concretó luego del anuncio del acuerdo y no antes, diferencia temporal importante puesto que de ese modo probablemente evitó demoras para alcanzarlo o, en forma más drástica, eludió la posibilidad de directamente tumbarlo”.
Así las cosas, más que un acto de rebeldía, se expuso “el extraño método de denunciar los hechos consumados” como dice Fernando Rosso que Tiempo Argentino. Lo describe como un juego del no: “no está de acuerdo, pero no se opone tajantemente; no quiere ser la voz cantante en la defensa del pacto, pero no se propone voltearlo; no rompe y no deja de romper”. Por eso, la decisión le suena más a “contener a los descontentos con el acuerdo en las propias bases de apoyo del Frente de Todos”.
Rosso señala algo más, poco comentado en los análisis. Lo que trae el acuerdo con el FMI “No será un ajuste en general, sino un ajuste sobre el ajuste”. Tampoco parece ser entonces que las intenciones apunten a enfrentar o cuestionar un ajuste, que ya se venía haciendo sin que nadie renunciara a nada. Ahí están los datos del propio INDEC para demostrarlo: la participación del trabajo cayó de 46,5% a 42,7% en el ingreso global del 2021, y aumentó la porción que se llevan los empresarios. Como resumió La Izquierda Diario el poder adquisitivo del salario acumula desde el 2015 un derrumbe de 19 % para el sector privado registrado y 26 % para el sector público. Cifras que empeoran para los trabajadores informales: la caída es del 29 % desde octubre de 2016.
De su puño y letra, Máximo Kirchner adelantó la agenda en la que “seguirá trabajando”, enumerando una serie de leyes donde no hay nada que aluda a recuperar el salario frente a una inflación que promete seguir escalando. Tampoco medidas que apunten a flagelos como la precarización laboral o la pobreza de pisos cada vez más altos.
En ese juego de cartas, aparecen posicionamientos y matices al interior del Frente de Todos, con un trasfondo de aspiraciones presidenciales o legislativas. A su paso, desatan crisis políticas en el gobierno y exponen la precariedad del acuerdo anunciado con el FMI. Como dicen Matías Maiello y Esteban Mercatante en el Semanario Ideas de Izquierda, estamos ante dos alternativas: el eterno malmenorismo que colaboró en traernos hasta acá, o el de la movilización que demostró que es la que puede incidir a favor de las y los trabajadores. Así como en 2017 le puso un freno al “reformismo permanente” de Macri, la movilización es el único camino que puede enfrentar el ajuste y derrotar el pacto con el FMI. Este martes 8 de febrero, son el Frente de Izquierda y más de 100 organizaciones, quienes convocan a marchar en varios puntos del país apostando a ese camino.
El round parlamentario y las mutuas dependencias
Una de las facetas de la precariedad del acuerdo con el FMI y la amenaza de inestabilidad política, se expresa en los debates en Juntos por el Cambio y el Frente de Todos por su tratamiento parlamentario.
La renuncia de Máximo Kirchner a liderar el bloque oficialista en Diputados, preanuncia una votación dividida del Frente de Todos. Nadie puede asegurar cómo van a votar los diputados camporistas, ni si votarán todos lo mismo. Complicaron así a Juntos por el Cambio, que volvió a mostrar sus propias divisiones internas entre quienes están por respaldar el acuerdo (Morales y otros gobernadores de la UCR), quienes evalúan la abstención (sectores del PRO y la Coalición Cívica), y hasta Patricia Bullrich que pidió que en el Frente de Todos voten todos juntos o sino que deroguen la ley que obliga a que pase por el Congreso.
Después de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio del miércoles, hicimos un repaso sobre las opciones que baraja cada sector y el “poroteo” parlamentario. El problema es que, si en Diputados se generaliza la opción de la abstención, el acuerdo con el FMI puede ser votado afirmativamente (requiere de una mayoría simple), pero con extrema debilidad. Es ese escenario, aparece la amenaza de que apenas el 35% de la Cámara lo respalde.
Un resultado que preocupa a los burócratas del FMI, y a ninguna de las dos coaliciones le conviene. Se necesitan mutuamente, y se mueven entre la tensión de sostener la gobernabilidad y sus propias aspiraciones electorales. Nadie quiere pagar los costos del ajuste, pero tampoco amenazar la gobernabilidad cuando el descontento social está latente. Juntos por el Cambio, responsable de la estafa con el FMI, se debate entre responder a las grandes cámaras empresarias que quieren el acuerdo a toda costa (¿votará Juntos contra los deseos de la AEA, de Techint y Clarín?) y la contradicción de quedar como sostén del peronismo para el resto del mandato.
En el Senado todavía hay muchas incógnitas, especialmente por el silencio que mantiene Cristina Fernández que preside esa cámara. Como explica Claudio Mardones en Tiempo Argentino, el escenario ahí es distinto. Aunque el bloque oficialista no tiene quórum propio, sí cuenta con dos aliados para obtenerlo. “Así puede construir una primera mayoría que agilice el debate sobre el pacto, siempre y cuando la letra chica no confirme el temor del trance imposible” concluye.
El ex presidente Macri también se expresó en una carta. Fue para criticar las declaraciones de Alberto Fernández en su gira por Rusia. La utilizó para dar un mensaje de que quiere el acuerdo y se despachó pidiendo responsabilidad para evitar que “peligre el acuerdo aún no firmado entre la Argentina y el FMI”. Joaquín Morales Solá en La Nación, le tomó el guante y compartió la preocupación del ex presidente: “Es imposible entender por qué el Presidente decidió ofender a su principal benefactor en los últimos días, que fue Washington. Sobre todo, porque todavía falta el tramo final para llegar a un acuerdo definitivo con el organismo multilateral”. De todas formas, Macri expresó reparos para respaldar el acuerdo en el Congreso en la Mesa Nacional de Juntos. Preferiría que el ajuste sea mayor antes del recambio presidencial.
Es que el plan de ajuste que presentó Martín Guzmán con el anuncio de acuerdo con el FMI, si bien iniciaría ahora con la reducción de déficit fiscal, reducción de brecha cambiaria (devaluación), y aumento de tarifas (por reducción de subsidios), implicará una carga mayor para el próximo gobierno. Gimena Fuertes en Tiempo Argentino, apunta al temor en 2025 “cuando el Fondo vuelva a revisar el acuerdo con Argentina, una vez cumplidos los objetivos pautados hasta 2024, el crédito ingresará en una etapa ´ntermedia´ en la cual se barajarán nuevos objetivos que serán auditados por las autoridades del organismo”. Rodríguez Yebra en La Nación agrega que “los vencimientos de capital empezarán a caer en 2026. En ese año empiezan a crecer los pagos de la reestructuración de la deuda privada firmada en 2020. El próximo gobierno tendrá una segunda mitad de mandato muy demandante de dólares para los acreedores”. Es lo que explica las preocupaciones de aquellos candidateados para las presidenciales del 2023.
El 1º de marzo Alberto Fernández hablará en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. Santiago Dapelo de La Nación dice que el presidente “está decidido a presentar el proyecto del acuerdo con el FMI y pedir su aprobación” ese día. Voceros de la Casa Rosada insistieron esta semana que el acuerdo será el que se anunció y no se abrirá a modificaciones. Le respondieron así a los sectores kirchneristas que declararon tener la intención de hacerle cambios en el Parlamento.
En el oficialismo se mueven a contrarreloj en la búsqueda de las voluntades en el Congreso para darle legitimidad a la estafa de Macri votando el acuerdo con el FMI. No pueden descuidar las de Juntos por el Cambio, que las necesitan para evitar un escenario como el fracaso del presupuesto 2022.
Hacia adentro de la coalición, buscan calmar las aguas y dar señales de unidad. A la presencia de Axel Kicillof en la comitiva de la gira presidencial por China y Rusia, se le sumó la reunión que mantuvo el ministro del interior Wado De Pedro (que responde al camporismo) y el ministro de Desarrollo Social Juan Zabaleta (que responde al presidente). Un primer intento en esa dirección de unidad, según fuentes oficiales. Pablo Ibáñez en El DiarioAr identifica a Wado De Pedro “como la voz más enfática de la mesa chica camporista contra el repliegue de Máximo”. Hay quienes se preguntan si los diputados camporistas terminarán acompañando el acuerdo con el FMI en el Congreso. Sería una rareza que a la debilidad que rodea al presidente, se sume una auto infligida del líder de La Cámpora y presidente del PJ bonaerense.
Las tribus que conforman las dos coaliciones principales, se moverán las próximas semanas entre la rosca, las especulaciones y el secretismo de su voto en el Congreso. Estamos frente a un debate que pretende hipotecar el futuro de las mayorías por décadas, y la política tradicional se mueve con sus reglas, tan alejadas de los que serán perjudicados por este acuerdo. Del otro lado, la bancada del Frente de Izquierda siempre fue clara y coherente en su planteo de desconocimiento soberano de la deuda junto con medidas urgentes en defensa de las condiciones de vida del pueblo trabajador. No solo de palabra, sino poniendo el cuerpo para desarrollar la fuerza que puede derrotar el ajuste y el pacto con el FMI. Este martes 8 de febrero será una nueva cita en las calles.
Jesica Calcagno
Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.