Hace años venimos escuchando que la educación está en crisis, gobierno tras gobierno. Y en ese marco, y de un día para el otro se transformó el sistema educativo, se cortó la presencialidad y hubo que poner en marcha una educación de emergencia. La vuelta a clases en algunos lugares del mundo fue compleja. En Argentina, los tiempos y lugares para el regreso a clases, al menos hoy es un interrogante. ¿Vamos hacia una educación de plataforma?
Virginia Pescarmona @virpes
Martes 26 de mayo de 2020 11:13
Ilustración: Galla Quiroga
Lo que existía, empeoró. Antes de la cuarentena por ejemplo, de cada cuatro jóvenes que ingresaban a la universidad pública, era uno el que terminaba. Más de 150 mil niños de 3 y 4 años sólo en la provincia de Buenos Aires no tenían vacante. Menos del 50 % de los estudiantes terminaba la escuela secundaria en tiempo y forma. La noticias de miles sin vacante en CABA se repetía todos los años. Entre los jóvenes los índices de pobreza rondan el 50%. Acceder a la Universidad, ya parece ser algo imposible y mantener la cursada en un terciario una odisea.
A este escenario preocupante ahora se suma una realidad más complicada. Miles de docentes están tratando de dar clases “virtuales” a niñes y jóvenes que viven en hogares hacinados, con familias precarizadas o con desempleo, sin las herramientas adecuadas y sin que se garantice algo elemental: la conectividad. Las privatizadas no dejaron de trabajar y no han cedido nada en medio de la crisis
En esta cuarentena quedó a la vista que para enfrentar la pandemia del COVID-19, y sus consecuencias sanitarias, sociales y económicas, no todos contamos con las mismas posibilidades. Mientras miles y miles de docentes no acceden al trabajo ya que se suspendieron los llamados a suplencias, y no cobran nada,ni siquiera el IFE, ya que aparecían como contribuyentes porque han cobrado horas o cargos del año pasado con meses de retraso, la otra cara de estos cargos sin cubrir son miles de estudiantes sin docentes, es decir, sin el acceso a la educación. Se suspendieron los talleres, las jornadas extendidas, las horas de apoyo, etc. Un gran ahorro para el estado, baches en la educación que se cubren, en el mejor de los casos, otra vez, y sobre todo con sobre trabajo.
Balance oficial y tecnócratas de turno
En ese marco se suceden las especulaciones e hipótesis sobre posibles vueltas a clase, aunque todos los días algún funcionario aclara que “no habrá normalidad como la conocemos”. Las últimas declaraciones del Ministro de Educación, Nicolás Trotta son que “estimamos que podría ser en agosto o septiembre”, pero a renglón seguido: “todavía es prematuro cuál va a ser el camino definitivo”.
"Especialistas" de todo tipo hablan de "los beneficios de la virtualidad". Hay decenas de conferencias por videollamadas todos los días desde el Ministerio, desde Fundaciones, desde Universidades, sobre todo privadas, desde editoriales, etc, donde académicos, funcionarios y todo tipo de mercenario de la educación tiene la posibilidad de exponer sus fundamentos. Todo está en debate
Pero ¿de qué hablan? Por un lado el Ministerio de Educación dirigido por Trotta presenta balances “exitosos” de la educación en pandemia. “Estamos mal pero vamos bien”, parece ser el balance. Un día festejan los logros de la virtualidad y el Programa “Seguimos educando” y otro día declaran para las radios que “se va a profundizar la desigualdad en todos los campos de la sociedad y de la educación” (Radio con Vos).
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Y mientras reconocen algo, para no resolver, en definitiva, nada en serio, los tecnócratas de siempre ponen en juego discusiones de eficiencia, calidad, gestión, etc como un revival de los 90 y quienes están detrás: organismos internacionales, universidades privadas, observatorios y sobre todo empresas de informática, software, plataformas, etc saborean jugosos negocios.
Por estos días hasta hay que escuchar a “doctores” como Mariano Narodowski, que después de haber sido espía con el Fino Palacios y Macri, no aparecía en escena. Ahora diserta sobre educación virtual y financiamiento educativo en portales de Universidades Privadas. La situación ya da para todo, sobre todo de negocios.
Es la propia fundación Santillana (tan conocida por sus negocios editoriales como de plataformas) la que está planteando junto al Banco Interamericano de Desarrollo, que “tendrán que invertir intensamente en nuevas tecnologías y en el rediseño de los locales escolares para facilitar el retorno de las actividades presenciales”. Una oportunidad para los negocios.
Unicef, también está involucrado y puso en producción, en acuerdo con Educación, cuadernillos para todos los tramos de la educación obligatoria destinados a más de 4 millones de niñas, niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad. Además, se evaluó la generación de contenido para docentes y directivos, y se aprobó otra línea de acción para el intercambio de información con otros países de la región y del mundo.
Todo esto tiene sus lideres mundiales. Comenzando con la Coalición Mundial para la Educación Covid-19, de la Unesco y con la participación de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (representante de los intereses de las grandes operadoras de telecomunicaciones como ATT, Vodafone, Huawei, Telefónica, entre otras) y las gigantes multinacionales tecnológicas como Microsoft, Google, Amazon, Facebook, Zoom, bancos.
Pero esto no es casual. Bajo esta coyuntura de “anormalidad” se empiezan a profundizar los aspectos más clasistas y meritocráticos de la educación, y de control ideológico sobre los contenidos. Una educación “de plataforma” no solo está pensada por la clase dominante por sus negocios con las empresas de tecnología digital, sino en el sentido de la creciente precarización de la juventud (sujeto de la educación) y las necesidades del capital (capitalismo de plataforma, etc). Como venimos debatiendo sobre pedagogía y política, la educación impartida desde el estado se amolda y se acomoda a los nuevos intereses del capital. Necesita extender la “formación” de mano de obra barata, ampliando la brecha en una dualización: una educación pobre para los más pobres, una educación rica para los más ricos.
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Es un mensaje a la juventud, a los jóvenes secundarios de las familias de trabajadores y trabajadoras, que tendrán que pelear no solo por sus derechos laborales ante una precarización laboral creciente, como los son los chicos y chicas de Rappi, que bicicleteando mueren en la calle,o esforzarse para no dejar la escuela, sino también pelear por la continuación de su educación y que no impongan una educación precarizada al servicio de un trabajo precario.
No es una hipótesis. En medio de esta situación y a nivel mundial y con diferentes formas de expresión, hay debates sobre reformas educativas en varios países (Como España, México y también Argentina). No por nada, a espaldas de la comunidad educativa, se votó en el Congreso Nacional la modificación del artículo 109 de la Ley de Educación Nacional, planteando la posibilidad bajo condiciones de excepcionalidad, el acompañamiento pedagógico virtual tambien para menores de 18 años. Ahora ya abrieron en Foros el debate sobre la educación superior y en las universidades privadas se discute sobre financiamiento. Donde además, el teletrabajo avanza en flexibilizar aún más y en los hechos la la tarea docente. donde los docentes están dando clases con un celular, todo el dia contestando y sin horarios.
Pero esta crisis no es una crisis más, ni en sus aspectos económicos ni sociales.
Con o sin presencialidad hace falta un plan de emergencia
Un aspecto que no desarrollaremos profundamente en esta nota es el debate sobre si es posible evaluar. Hace semanas se instaló el tema, y, a pesar que hay una resolución del Consejo Federal de Educación el debate no está saldado. Es que en este debate se cruzan lógicas meritocráticas y de mercantilización.
Vivimos una ficción de educación "virtual", a pesar del enorme esfuerzo, voluntad y creatividad de docentes y familias. Sobre esta realidad, el debate sobre si evaluar avanza con un gobierno nacional y provinciales que discuten la evaluación entendida como acreditación. Que digan la verdad y que confiesen su meritocracia de evaluar las posibilidades materiales de acceso a determinados contenidos y no saberes o procesos contextualizados.
Mientras tanto en los medios se habla de la posibilidad de una vuelta escalonada. Pero ni el Ministro de la Nación ni en las provincias admiten que la infraestructura de las escuelas no resiste las más mínimas condiciones de cuidado. Quienes conocemos las escuelas sabemos que para terminar con el hacinamiento no solo hay que remodelar y construir escuelas, sino crear cargos y reabrir los que han cerrado. Un gobierno que sigue negociando los términos del pago de la deuda externa, que se niega a discutir un mínimo impuesto a las grandes fortunas y que sigue subsidiando con millones a empresarios millonarios no nos da la pauta de estar pensando en invertir en infraestructura educativa. De lo contrario, que se estudie la situación de la vuelta a clases en Francia, por solo poner un ejemplo.
Además, cualquier forma de reagrupamiento al menos algo flexible, o de grupos reducidos, debería empezar desde antes con apertura de cargos y llamados a coberturas. En todo el país estamos exigiendo que se cubran los cargos con suplentes, para que no haya estudiantes sin docentes.
Que se escuche nuestra voz
El teletrabajo, home office, etc. y las distintas formas de virtualidad están generando cansancio y estrés por el grado de sobre trabajo. Situación que además recae principalmente en las mujeres. Entre lxs estudiantes también hay que pensar y abordar el problema de la deserción, que tendrá números concretos a la vuelta de la presencialidad. Por eso cualquier lógica punitivista de la evaluación solo profundizará problemas que eran previos a la pandemia. Lo mismo para la formación docente.
Párrafo aparte merece el silencio y colaboración de la CTERA y las conducciones burocráticas que mantienen una cuarentena muy conveniente.
¿Qué proponemos?
Una discusión seria sobre cómo seguir con esta educación de emergencia y empezar a pensar lo que se viene (sea presencial o no) tendría que partir de un elemental programa que contemple que la prioridad sea la educación pública y no la ganancia de los empresarios, los bancos, las mineras y petroleras, los terratenientes y distintas corporaciones multinacionales. Una discusión así debe surgir de abajo para arriba, dando voz a la docencia y a la comunidad educativa que es la única no escuchada y es la que lleva esta educación de emergencia adelante con un gran esfuerzo. En vez de destinar recursos al pago de la deuda o subsidios a los empresarios, deben destinarse los fondos necesarios para:
*Distribución de alimentos en cantidad y de calidad para todas las familias de lxs estudiantes que lo necesiten.
*Becas y datos o wi fi para acceso a las clases para todos.
*Dispositivos móviles para todos estudiantes y docentes.
*Distribución de libros y materiales impresos en todo el país.
*Disponibilidad de espacios de radio y TV
*No se puede evaluar en virtualidad, en términos de acreditación, ya que sería una forma de decretar la deserción masiva. Regularidad para todxs lxs estudiantes.
*Salario de emergencia para suplentes y reemplazantes de $30.000
*Aumento de emergencia para todos ante la inflación, debatido en paritarias.
*Ninguna baja en cuarentena y llamados virtuales a suplencias para cubrir los cargos vacantes. Ningún estudiante sin docente, ningún estudiante sin docente.
*Derecho a la desconexión, contra la precarización laboral que quieren imponer. Derecho a contestar email, whatsapp, mensajes solo durante el horario laboral.
*Cobertura de los cargos de jornadas extendidas, horas de apoyo y proyectos, a través de llamados/nombramientos virtuales
*Reapertura de todos los cursos, turnos y escuelas cerrados por medidas de ajustes de los distintos gobiernos.
Virginia Pescarmona
Docente, Corriente 9 de abril/Lista Bordó, Mendoza