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Desigualdad. El 1 % más rico del mundo recibe el doble de ingresos que el 50 % más pobre

Un informe publicado por el Laboratorio sobre las Desigualdades Mundiales (WID – World Inequality Lab) revela un diagnóstico desgarrador, las desigualdades mundiales no han parado su vertiginoso aumento desde los años 80.

Joe Zapata @JoeAndreZB

Viernes 5 de enero de 2018 00:00

A pocos días antes que finalice el año 2017 fue presentado “El Informe sobre la Desigualdad Global” por el “Laboratorio sobre las Desigualdades Mundiales” (WID – World Inequality Lab). El informe contó con la participación de más de 100 investigadores de los 5 continentes y presenta más de 175 millones de datos sobre desigualdad de la riqueza, ingreso nacional y desigualdad de los ingresos y estuvo a cargo de la coordinación de especialistas en el tema como Thomas Piketty, Gabriel Zucman, Lucas Chancel, Enmanuel Saez y Facundo Alvaredo.

El informe es contundente y alarmante: “el 1 % de mayores ingresos a escala global, recibió el doble de ingresos que el 50 % más pobre y la clase media global se contrajo.”

Los investigadores describen que los factores que han influido en el mayor o menor aumento de la desigualdad en cada región y país se “encuentra influida por los contextos institucionales y políticas nacionales". Ejemplo de esto, señalan, es el rápido aumento de la desigualdad que han experimentado los países que antes eran "socialistas" (desde la perspectiva de los autores) con una rígida regularización y han vivido procesos de desregulación y privatización de la economía, como Rusia y China que ahora están bajo las sombras del capitalismo en distintos niveles. A su vez los países con políticas de desregulación y apertura económica producto de las políticas neoliberales de las últimas décadas son también los más desiguales, mientras Europa se sitúa como la región donde la desigualdad a crecido en menor medida por sus políticas fiscales progresivas.

Otros factores que atribuyen los investigadores al avance de la desigualdad están vinculados con la distribución de la riqueza (que puede ser propiedad privada o pública). Así, la riqueza privada neta ha experimentado un incremento generalizado en las últimas décadas, pasando de 200-350 % del ingreso nacional en la mayoría de los países ricos en 1970, a 400-700 % en la actualidad. Esta tendencia se vio en buena medida incambiada por la crisis financiera de 2008 o por las burbujas de precios de ciertos activos experimentadas por países como Japón o España.

En Rusia y China por su parte, se observa un incremento muy significativo de gran tamaño en la propiedad de la riqueza, que pasa del dominio público al privado. Así, mientras la riqueza nacional (pública más privada) ha crecido de manera notable, la riqueza pública se ha hecho negativa o cercana a cero en los países ricos (las deudas superan a los activos) y disminuido prácticamente en todos los países desde la década de 1980” limitando así la capacidad de los gobiernos para reducir la desigualdad, teniendo implicaciones importantes para la desigualdad de riqueza entre los individuos.

En resumen el incremento en la desigualdad de ingresos, así como las transferencias de gran envergadura de riqueza del sector público al sector privado llevadas adelante durante los últimos cuarenta años, han traído como consecuencia un incremento en la concentración de la riqueza.

¿El futuro de la desigualdad mundial y cómo enfrentarlo?

El Informe abre esta pregunta para señalar sus proyecciones de la evolución de la desigualdad de ingreso y riqueza hasta 2050, señalando incluso bajo supuestos optimistas respecto del crecimiento de los países emergentes, que si en el futuro, las condiciones actuales de las políticas neoliberales, privatizaciones, evasión tributaria, impuestos regresivos, desregulación, restricción al acceso a la educación, bajos salarios, se mantuvieran sin cambios, la desigualdad a escala mundial continuaría creciendo.

La proporción de riqueza controlada por el 1 % más rico del mundo pasó de 28 % a 33 %, mientras que la del 75 % de menor riqueza osciló alrededor de 10 % entre 1980 y 2016. De continuar las tendencias observadas en términos de distribución de la riqueza, la participación del 0,1 % más rico del mundo (entendido como una combinación de China, Europa y Estados Unidos), será equivalente a la de la clase media global para 2050.

Finalmente las conclusiones del informe plantean que la salida para enfrentar la desigualdad de ingresos y riqueza a escala mundial requiere cambios importantes en las políticas impositivas nacionales y globales. Así como una mayor transparencia en términos de acceso a la información sobre las actividades económicas. Proponen un registro financiero global que dé cuenta de la propiedad de los activos financieros para limitar la evasión fiscal o el lavado de dinero, como puso en evidencia recientemente los Paradise Papers. Un buen sistema tributario progresivo, acceso igualitario a la educación y a empleos bien remunerados, una mejor representación y participación de los trabajadores en la estructura de decisión de las empresas, así como salarios mínimos a niveles dignos e inversiones por parte del gobierno en materia de educación, salud y protección medioambiental.

Contribuciones, límites, marxismo y una salida anticapitalista a la desigualdad.

La destacada contribución del informe es la detallada información de un considerable número de datos y viene a sumar en aproximadamente 300 páginas un elemento más a la bibliografía sobre la creciente desigualdad, específicamente en los últimos 30 años a escala global; que junto a los informes de Oxfam y los trabajos individuales de Zucman, Saez, Alvaredo y Piketty sobre la tendencia del capitalismo a la acumulación se convierten en fuente indispensable de datos duros.

Sin embargo, como bien señala Michael Roberts la variedad de análisis sobre desigualdad tienen una matriz principal: “las imperfecciones del mercado como búsqueda de rentas, lo que conduce a la ilusión de que el capitalismo pueda ser reformado, de aquí se desprenden las soluciones reformistas de los autores.

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Por el contrario pese a la multiplicidad de iniciativas presentadas en el informe para enfrentar la desigualdad sabemos que estas medidas aisladas, no son una salida viable ya que como bien ha demostrado el informe, la riqueza cada vez más concentrada en la clase capitalista en detrimento de los sectores populares dejan blanco sobre negro de lo lejos que estamos de un mundo donde todos tengamos acceso en igualdad de condiciones a la riqueza nacional. Esta ha crecido en los últimos años pero que ha sido apropiada por el sector más rico de la sociedad mundial. Por eso se convierte en una necesidad encarar el análisis de la desigualdad desde sus entrañas y desde una perspectiva anticapitalista.

La razón principal de la desigualdad se encuentra en el control de la riqueza a través de una elite muy pequeña que posee los medios de producción y usurpan cada vez más una porción más grande de la riqueza. Por esa razón, no se puede pensar en una salida a la desigualdad solo afectando una pequeña parte de las ganancias de la clase capitalista mediante el sistema tributario (que puede evadirse como demuestran los recientes cables filtrados de Panama Papers y Paradise Papers), si no se combate la raíz principal del problema a la desigualdad. Marx ya lo había anticipado hace más de 150 años al afirmar que el capitalismo conduciría a una mayor concentración y centralización de la riqueza.

De hecho la impugnación de Marx a los enfoques que aíslan metodológicamente la distribución y junto a ella la desigualdad del modo de producción fue siempre parte de sus análisis, señalando que considerar y tratar la distribución como algo independiente del modo de producción es la base teórica de los economistas burgueses.

En ese sentido cuestionar la desigualdad nos lleva necesariamente a cuestionar al capitalismo de conjunto sobre todo, a la propiedad de los medios de producción que es la principal causa de la desigualdad, de eso Marx se dio cuenta y planteó una salida real al problema al señalar que “si las condiciones materiales de producción fuesen de propiedad colectiva de los propios obreros, esto determinaría, por sí solo, una distribución de los medios de consumo distinta a la actual”.

Por eso quizás, conscientes de la gravedad de la situación, los presentadores del informe se sinceran y señalan que “sería conveniente optar por soluciones más radicales y para ello se hace esencial romper con el sistema capitalista tanto para redistribuir las riquezas como para superar varios desafíos actuales (el cambio climático, las desigualdades entre Norte/Sur, Centros/Periferias, de género, anular las deudas ilegítimas tanto públicas como privadas, etc.)”.

Esta realidad exige medidas urgentes y una estrategia revolucionaria y anticapitalista que tenga a la clase trabajadora como sujeto de transformación para acabar con el capitalismo, causa principal de la desigualdad. La tarea está planteada.

Para ver el informe completo: http://wir2018.wid.world/

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