A través de este artículo intentaremos explicar cuáles son las principales posiciones e intereses que se disputan en el proyecto de retiro del 10% en el marco de la crisis económica actual.
Tras una tormentosa semana en el congreso para el gobierno en la cual se discutieron los proyectos de ley de retiro presentado por el Frente Amplio y diputados de oposición, y el proyecto de retiro presentado por el gobierno. Finalmente fue el proyecto del gobierno el cual se terminó imponiendo, en parte gracias a los votos en el Senado de la oposición (Frente Amplio y Nueva Mayoría).
La pandemia del COVID-19, que ha dejado más de 20.000 muertos y medio millón de contagiados en Chile [1] ; y 61 millones de contagiados y 1,6 millones de muertos en todo el mundo [2], ha traído consigo una profunda crisis económica que pronostica una contracción del 6% del PBI en Chile y del 4,4% a nivel mundial [3].
Sobre las diferentes capas de la burguesía los efectos de la pandemia han sido profundamente desiguales. Se pueden reconocer claros ganadores las empresas tecnológicas, como Amazon que llegó a facturar USD$11.000 por segundo [4], mientras que por el lado contrario de la vereda la industria hotelera y aeronáutica han anotado pérdidas sin precedentes llegando a pedir millonarios rescates a los Estados, como en el caso de LAN. Esto ha generado una migración del capital financiero a mercados tecnológicos y una disminución de las inversiones en países emergentes.
En mayo, economistas como el premio nobel Pauil Krugman advertían los peligros de la política monetaria perdiera tracción debido a los recortes en las tasas de interés de los bancos centrales en países emergentes, generando un fenómeno de trampa de liquidez en el que los inversores prefieren conservar todo el dinero antes que invertirlo B [5].
En el capital, Marx desarrolla esto como una contradicción inherente a la circulación del dinero y las mercancías:
“La función del dinero como medio de pago trae consigo una contradicción no mediada. En la medida en que se compensan los pagos, el dinero funciona sólo idealmente como dinero de cuenta o medida de los valores. En la medida en que los pagos se efectúan realmente, el dinero ya no entra en escena como medio de circulación, como forma puramente evanescente y mediadora del metabolismo, sino como la encarnación individual del trabajo social, como la existencia autónoma del valor de cambio, como mercancía absoluta. Dicha contradicción estalla en esa fase de las crisis de producción y comerciales que se denomina crisis dineraria” [6].
Este tipo de contradicción es justamente la que se ve fortalecida en medio de esta pandemia donde ante el temor de la incertidumbre económica la fluidez del dinero en circulación se ve mermada.
A través de este artículo intentaremos explicar cuáles son las principales posiciones e intereses que se disputan en el proyecto de retiro del 10% en el marco de la crisis económica actual.
Volvamos a los proyectos de retiro
El primer proyecto de retiro del 10% presentado por parlamentarios de oposición despertó amplias expectativas de masas, que mientras terminaba la primera ola del coronavirus en Chile, repudió desde los balcones y poblaciones del país cada intentona del gobierno de ir para atrás o retirar este proyecto.
Para el gobierno, y los sectores de la burguesía que lo sostienen, este proyecto representaba un peligro “para el ahorro nacional y los valores de los activos” como criticaban 12 líderes de los principales gremios empresariales [7]. Es que un proyecto de estas características resultaba particularmente amenazante para el capital financiero que utiliza los fondos de pensiones para asegurar su enriquecimiento.
Sin embargo, la aprobación del proyecto no trajo consigo el “apocalipsis económico” que el gobierno y gran parte de la burguesía anunciaban. Por el contrario, sólo en el mes de agosto se retiraron 10.812 millones de dólares(aproximadamente un 3,42% del PIB) que fueron inyectados directamente a la economía L [8].
Esto trajo consigo efectos desiguales para los sectores de la burguesía. Por su parte es esperable que se restrinja la liquidez del mercado financiero, ya que las AFP deberán rescatar ese dinero, con una baja en el precio de los activos (acciones, bonos, etc.) [9], mientras que para el capital comercial significó una mejora sustancial de sus ventas debido al aumento de la demanda interna, consecuencia de esta inyección de liquidez [10].
Esta brecha entre dos sectores de la burguesía se ve profundizada en medio de la discusión del segundo retiro.
Teniendo esto en cuenta, intentemos entender que motivó a que los partidos de la derecha y el mismo gobierno (defensores acérrimos del sistema de las AFP) llegasen a proponer un proyecto de retiro del 10% tipo préstamo, estas características más allá de los respectivos blanqueos de imagen en vísperas a un 2021 marcado por múltiples elecciones.
La disputa se estableció entre el proyecto presentado por la diputada Pamela Jiles, en sus propias palabras “un calco del primer proyecto” y el proyecto del gobierno que incluía la famosa “letra chica”, una serie de desincentivos para disminuir el número de solicitantes de retiros de sus fondos de pensiones.
El cambio de postura de sectores de la burguesía tras verse los efectos del primer proyecto fue evidente. Lucas Palacios, ministro de Economía señaló: “(Este retiro) está comenzando a reactivar la economía y también las expectativas, y eso es algo muy positivo”. En esta misma línea, el Banco Central modificó sus estimaciones económicas del PIB desde una caída del 7% al 3% [11].
A diferencia del primer proyecto, el segundo retiro fue aceptado rápidamente por sectores de la nueva mayoría y de la derecha que no escondió sus ansias en utilizar esta medida como un salvataje económico que no implicase expansión del gasto público y aumento en los impuestos a las grandes fortunas.
Si bien el proyecto original del gobierno sufrió importantes modificaciones y reveses hasta finalmente ser aprobado, no representa una derrota para este ni una imposición de un sector de la burguesía sobre otro. Por el contrario, representa una victoria pírrica para el gobierno que logró congregar tras su proyecto el apoyo de los partidos del Frente Amplio y la ex-Nueva Mayoría (al menos en el Senado) augurando (aunque aún prematuramente) un terreno más favorable para el gobierno, el Santo Grial de los inversores. Así la bolsa en Chile (IPSA) cerró este miércoles con el mejor desempeño desde 1993 impulsado por las acciones de Falabella [12].
La crisis económica, que según señalan reconocidos economistas, no tiene paralelo desde la crisis de 1929 ha generado profundos efectos sobre la clase trabajadora y los sectores populares. En el trimestre julio- septiembre el desempleo sufrió un crecimiento porcentual interanual del 5 puntos porcentuales provocado principalmente por las reducciones de la fuerza de trabajo en 13,5% y de los ocupados en 18,2% [13]. Esto ha implicado un incremento de la cantidad de personas que viven en la indigencia, donde hoy se estima un incremento de entre 800 y 1.300 carpas solo en Santiago y cerca de 20.000 personas en todo el país [14].
Es en este contexto que se realizó, el Miércoles 25 de Noviembre, por parte de la Unión Portuaria una paralización de los turnos de la mañana y tarde, en medio, de la votación que se efectuaría respecto al segundo retiro de fondos de las AFP. Esta paralización demostró una unidad en movilización y marcha en la ciudad de Antofagasta, donde los portuarios, confluyeron con familiares y juventud que ha estado peleando en la ciudad por la liberación de los presos políticos, así como también con las y los profesores de la ciudad [15].
Sin dudas, el segundo retiro del 10% de los fondos de pensiones representa un alivio a los hombros cargados de la clase trabajadora y amplios sectores que han visto mermados sus ingresos a causa de la pandemia y la crisis económica. Sin embargo, no representa una solución real a las pensiones de hambre a la que quedan condenados millones de asalariados.
Por su parte la burguesía intenta lograr el mayor provecho utilizando los fondos de pensiones los ahorros individuales de los trabajadores para reducir sus pérdidas a causa de la crisis económica, generando disputas entre el capital financiero y comercial.
Solo la clase trabajadora puede dar una salida real a la actual crisis económica enfrentando a la burguesía en su conjunto, luchando por obtener medidas de emergencia que no salgan de su propio bolsillo y por acabar con el sistema de AFPs.
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