No es un secreto para nadie que la Central Unitaria de Trabajadores es -hoy en día- una institución cuestionada. Pero a días de su 11º Congreso, los dirigentes del Partido Comunista y la Democracia han anunciado que el “voto universal no es técnicamente viable antes del 2020”.
Jueves 26 de enero de 2017
¿Se trata de una trampa? Si nos atenemos a los términos reglamentarios, efectivamente corresponde realizar las próximas elecciones el 2020. Pero, como sabemos, en agosto del 2016 se produjo quizá el mayor escándalo en unas elecciones para una central sindical en Chile. Se hizo público que las fuerzas políticas predominantes al interior de la CUT inflaron los padrones de los sindicatos.
Recordemos que son los dirigentes sindicales los que votan por todos los trabajadores afiliados a sus sindicatos. La cantidad de votos que cada dirigente le suma a las distintas listas y candidatos, depende precisamente de la cantidad de afiliados que tengan sus organizaciones. Dirigentes que votan sin contar con la opinión de las bases.
Según informaciones que se hicieron públicas durante esos días, entre el padrón de la Dirección del Trabajo (DT) y el padrón de la CUT, la diferencia numérica era de hasta 18.000 votos. Un caso bastante comentado, fue el de la Confederación Nacional Sindical Campesina, del Agro y de Pueblos Originarios, conocida como “Confederación Ranquil”. En el padrón de la CUT aparecía con 24.846 socios, pero en el de la DT sólo con 6.773. ¿Avatares del trabajo de temporada? Difícil de creer esta versión que explica la incongruencia numérica por los vaivenes propios del trabajo temporero en los campos. Más sensato resulta buscar una explicación en el peso que tiene el PC en esta Confederación. Recordemos que su tesorero es José Figueroa, padre de Bárbara Figueroa y militante “duro” del PC.
Todo indica que el único fin del fraude era darle una mayor cantidad de votos a ciertos dirigentes, de tal modo de tener más incidencia en la configuración del Consejo Directivo Nacional, instancia que luego escoge al Ejecutivo de la CUT, que concentra los cargos centrales como la Presidencia.
Es por eso que las palabras contenidas en el “informe de la presidencia” presentado el 14 y 15 de enero, solo pueden ser calificadas con dos términos: altanería y autocomplacencia. Leamos:
“Aprobamos también en nuestro primer consejo ampliado, la conformación de una comisión revisora del proceso electoral, conformada por dirigentes de la Central, y que tenía por objetivo principal identificar de conjunto las principales falencias del proceso electoral y realizar propuestas para corregir estos déficits y poder enfrentar el próximo proceso electoral con mejor pie. Debemos decir que este punto de acuerdo no se cumplió, no logramos conformar la comisión revisora y por tanto en esta materia no tenemos un punto común, es probable que perduren las diferencias respecto de qué es lo que explica la crisis vivida en el último proceso electoral, sin embargo, pese a las diferencias, en el marco de la comisión amplia se presentaron propuestas que buscan corregir déficit en este ámbito.”
¿Por qué no se cumplió con algo tan básico como revisar el proceso electoral anterior? Es como si las fuerzas dirigentes de la CUT quisieran que todos miráramos hacia otros parajes, y olvidáramos lo ocurrido.
Algunos “frecuentes” incluso piensan en nuevas candidaturas. Arturo Martínez es uno. Sus palabras a La Tercera no dejan lugar a dudas: “Voy a competir en cualquier escenario. No me voy a ir nunca de la CUT, voy a competir siempre, de la forma que sea”.
Hechas estas consideraciones, no podemos dejar de plantear que la propuesta que planteó el PC a través de sus consejeros CUT, es completamente interesada. Hablan de implementar -si hay condiciones- el voto universal recién el 2020, argumentando que “no hay medios técnicos para hacerlo en un plazo de tres meses, cuando eventualmente se harían las nuevas elecciones en la CUT”.
¿Pero entonces hay que esperar hasta el 2020 para que los miles de trabajadores que están afiliados a la CUT a través de sus sindicatos, confederaciones y asociaciones tengan un derecho tan mínimo como votar por quienes serán sus dirigentes?
No podemos esperar hasta el 2020. De darse esa posibilidad, sólo se incrementará la crisis de la CUT. Es necesario que el 11º Congreso resuelva sin ambigüedades que las próximas elecciones -no las del 2020- se realizarán con voto universal.
Por otro lado, trabajadoras y trabajadores necesitamos dar la pelea por refundar todos nuestros sindicatos en base a asambleas resolutivas y cuerpos de delegados, y establecer la revocabilidad de los cargos, para darle un verdadero poder de decisión a las bases y terminar con las prácticas burocráticas.
Juan Valenzuela
Santiago de Chile