El Museo español Reina Sofía ofrece la primera retrospectiva en el mundo dedicada a Ida Applebroog, “Marginalias". Una panorámica que muestra la amplia y multifacética trayectoria de una artista poco conocida para el gran público, pero toda una pionera del feminismo, que pone el foco en la disfuncionalidad de la sociedad contemporánea.
Lunes 31 de mayo de 2021 11:19
“Marginalias”, que se abre al público desde este el miércoles hasta septiembre, está compuesta por más de 200 obras -la mayoría cuadros o dibujos- y ocho instalaciones. La exposición ofrece la posibilidad de conocer por primera vez en España a Applebroog (Nueva York, 1929), una artista con un trabajo muy personal.
“Crítica de forma abierta la sociedad patriarcal, sin embargo lo plantea como un síntoma más de una disfuncionalidad global, en el que todos somos títeres”, resume Soledad Liaño, comisaria de la exposición.
La vida de Applebroog (Nueva York, 1929) bien daría para una película. Nació en una familia judía ortodoxa de Nueva York, y solo tuvo la oportunidad de estudiar tras casarse y mudarse a distintas partes de Estados Unidos.
La etapa que recuerda como más enriquecedora fue en el Chicago de los años cincuenta, donde comienza a estudiar arte y entra en contacto con otros artistas. Años después, tras mudarse a California con su marido y cuatro hijas, sufre una depresión y una crisis nerviosa que la obliga a ingresar en un hospital.
Aquella convalecencia marcaría sus primeros pasos como artista. Hoy a sus 93 años sigue trabajando todos los días en su estudio.
Parte de los dibujos que hizo en aquella época (1969) a modo de terapia ocupacional se puede ver en la primera sala de la exposición. “Su obra es muy personal, pero también es una artista comprometida con su tiempo”, explica el director del museo, Manolo Borja-Villel.
Los temas que aborda en su trabajo son los de su vida: el heteropatriarcado, la falta de definición entre lo privado y lo público, la insensibilización hacia el dolor ajeno o los excesos de la medicina.
Su posicionamiento feminista es quizá el más conocido y también el primer mensaje que llega al espectador nada más pisar la exposición. Junto con los dibujos de su estancia en un hospital, con ricas formas orgánicas, aparece “Monalisa”, una instalación de madera y decenas de dibujos sobre su vulva.
Applebroog, que tras su estancia en el hospital concibe un nuevo apellido -alejado del de su marido Horowitz y parecido al de sus padres, Appelbaum-; trata de encontrar en su cuerpo una respuesta a los problemas que le preocupan.
La obra de la artista, cuya timidez ha definido su carrera -no ofreció entrevistas hasta que tuvo más de 80 años-, también está marcada por un elemento de teatralidad en el que incide la propuesta del Reina.
En las siguientes salas los cuadros están distribuidos por el suelo: “Everything is fine” (Todo está bien”) cede el protagonismo a los monos, como crítica a los abusos cometidos en la investigación contra el VIH y el ébola; y en las siguientes salas, “Living” y “Marginalias”, decenas de obras a ras de suelo presentan a personajes solitarios, en clave grotesca, con el objetivo de criticar "la sociedad enferma y disfuncional contemporánea".
Completamente diferente es su trabajo más reciente, “Angry Birds”, en el que Applebroog dibuja coloridos pájaros tomando como punto de partida una de las obras claves de la ornitología estadounidense, “Birds of America”, del siglo XIX.
Lejos del candor y la belleza de los retratos, en los que muchos de los pájaros aparecen muertos, el mensaje evidencia la violencia implícita del legado y deja entrever una crítica a la administración de Trump.
Applebroog ha estado presente en citas internacionales claves de los últimos años, como la Documenta de Kassel (1987 y 2012), o en la mítica Bienal del Whitney de 1993. Esta es la primera vez que se muestra al completo, lo que permite apreciar su versatilidad.
“Tiene una gran destreza para transmitir sus ideas de una forma plástica, es muy versátil”, subraya Liaño. Muchos son los tipos de obra de la muestra: dibujos, acuarelas, pinturas, esculturas, libros de artista o instalaciones.
Un relato coral que por primera vez permite ver y analizar sus cinco décadas de trayectoria al completo.
Fuente: Celia Sierra/EFE