Hace unos días nos enterábamos que la defensa de Laura Borràs en el caso de la Institució de les Lletres Catalanes, con Gonzalo Boye a la cabeza, ha contratado a Emilio Hellín como perito informático experto. Poco faltó para que las redes se llenaran de rabia al ver cómo el fascista asesino de Yolanda González vuelve a ser blanqueado, esta vez, por la defensa de Borràs.
Jueves 17 de noviembre de 2022
La defensa del caso de Laura Borràs anunció que Luis Enrique Hellín Moro, cuyo nombre real hasta 1996 era Emilio Hellín Moro, lleva dos años colaborando como perito experto en el caso.
Emilio Hellín, ex militante reconocido del grupo de extrema derecha Fuerza Nueva y del Batallón Vasco Español, en 1980, en plena Transición, secuestró y asesinó en Madrid a Yolanda González, estudiante y militante trotskista del PartidoSocialista de los Trabajadores. Hellín fue condenado a 43 años de cárcel, de los que cumplió 14. Se fugó en diversas ocasiones, y estuvo fugado en Paraguay trabajando para el dictador Alfredo Stroessner.
Lo que llama también la atención de Hellín es que ha trabajado en numerosos casos como perito privado contratado por instituciones públicas, y que ha participado en casos como el con mucho eco mediático como el de José Bretón o el de la ex presidenta de Madrid Cristina Cifuentes. Los familiares, amigos y compañeros de Yolanda han denunciado en todas esas ocasiones que el asesino condenado de Yolanda estaba trabajando libremente como asesor y perito y exigían que no declara en ninguno de los juicios. Por lo tanto, su nombre, su identidad y su pasado es de sobra conocido.
De hecho, de todo esto, Gonzalo Boye y la defensa de Borràs son plenamente conscientes. Boye justifica la contratación de Hellín porque “es el mejor” en lo suyo, y alegan que es una maniobra de la Fiscalía que conoce que Hellín colabora en el caso desde hace dos años y que levanta ahora la manta porque no está de acuerdo con las conclusiones del caso.
Denunciar la represión del Estado español contra el independentismo catalán a la vez que se lava la cara a alguien como Hellín no deja de ser cuento menos cínico, más sabiendo su historial como militante de extrema derecha.
La contratación de Hellín -una más en su currículum- y su colaboración con instituciones y fuerzas de seguridad durante todos estos años, no hace más que blanquear su figura y legitimar el silencio que se quiere imponer a la represión que organizaciones de extrema derecha y fuerzas de seguridad llevaron adelante en los últimos años del franquismo y durante la Transición con connivencia del Estado. El mito de la Transición pacífica contrasta con los asesinatos, torturas y persecución a cientos de militantes y activistas de izquierda en el marco del “todo vale” contra ETA.