Con un incremento del 51,1 %, se da un verdadero ataque a quienes bajo el régimen del monotributo son contratados por el Estado y el sector privado.
Domingo 5 de enero de 2020
El 3 de enero, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), dio a conocer los topes de facturación y de las cuotas mensuales del régimen del monotributo para este año, con un incremento del 51,1 %. Ni bien pasado los festejos de año nuevo, dieron a conocer este nuevo golpe a los monotributistas, porque la “luna de miel” del nuevo gobierno es sólo con los banqueros y las petroleras.
El argumento de las autoridades de AFIP es que muchos esconden sus ingresos reales y se mantienen en las categorías más bajas. Resulta indignante escuchar y leer argumentos como este, cuando la precarización laboral en Tucumán afecta a 3 de 4 jóvenes, y resulta el único modo de acceder a un trabajo.
En la provincia de Manzur no sólo los empresarios del sector privado precarizan trabajadores bajo el régimen del monotributo, negando la relación de dependencia; sino que el mismo Estado ha adoptado el método de las patronales convirtiendo al monotributo en el modo por excelencia de precarización “legal”.
Los contratados -como es mi caso que brindo servicios de salud- somos trabajadores sin derechos, y no estamos reconocidos como tales. Percibimos sueldos miserables por debajo de lo que establece el ya escaso salario mínimo, vital y móvil ($12.500 en 2019. $16.875 actualizado para 2020). Miles de contratados bajo las órbitas de los ministerios de Desarrollo Social y de Salud ni siquiera perciben sus salarios con regularidad, no reciben viáticos para llegar a sus lugares de trabajo, para los que muchas veces toman más de un colectivo, haciéndose insostenible con el último aumento votado por el PJ y Cambiemos.
Otra cara de la misma moneda, la representan los trabajadores de Pedidos Ya y Rappi, que comenzaron a operar en la provincia estos meses, donde se les exige a los trabajadores ser monotributistas. Largas jornadas de trabajo para volver con algo de plata a sus casas, y ahora deben pagar montos de arriba de $2000 para sostener el monotributo y poder conservar su trabajo.
La precariedad laboral de las contrataciones está naturalizada y muy extendida en las patronales del sector privado y enormemente en el Estado porque les implica un ahorro extraordinario. Sucesivamente, todos los gobiernos, con el silencio cómplices de los gremios, mantuvieron una cantidad de trabajadores contratados sin reconocerlos como empleados del Estado, ni tomar ni una sola medida contra este tipo de trabajo.
Alberto Fernández asentó su campaña sobre el odio extendido de miles contra el ajuste macrista, prometiendo ponerle fin y mejorar la situación económica de las familias trabajadoras, pero la realidad está lejos de las promesas de campaña. Con apenas 25 días de gobierno el Frente de Todos ya ajustó a los jubilados, a los monotributistas y trabajadores precarios, pero le bajó los impuestos a los bancos y a las petroleras. Todo un festival para los que siempre ganan.
Muchos salimos de nuestras casas en la mañana y regresamos por la noche, luego de largas jornadas laborales. No contamos con aguinaldo, ni vacaciones pagas, ni bono de fin de año. Nos dicen que somos los trabajadores precarizados, junto a los jubilados, quienes debemos ser “solidarios” mientras a los banqueros no se les toca ni un solo peso.
Está claro que una vez más se intenta descargar la crisis sobre nuestras espaldas. Lo que tienen para ofrecernos estos proyectos políticos a nosotros, a los jóvenes, a los trabajadores, es una vida en la que ni siquiera podes tomarte vacaciones porque los días que no trabajas, son días no pagos. Organizarnos contra esto, pelear por una vida que merezca ser vivida, es para mí la salida, porque siempre, siempre, nuestras vidas valen más que sus ganancias.